El que susurró en la oscuridad

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"El hombre no es ni ángel ni bestia; y la desgracia es que quien actuaría de ángel actúa de bestia"

Blaise Pascal

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—¡GREYBACK!

Con el cuerpo tenso como un arco y los ojos encorvados, Remus se enderezó gritando. Su frente y su garganta le ardían. Le costaba respirar. Pero no era nada comparado con el terrible sufrimiento que sentía en su pierna. La presión de la mandíbula seguía intacta. Le perforaba la carne y le desgarraba los músculos. Agitando un nuevo grito, Remus se agarró de su muslo, apoyando sus dedos contra la amplia cicatriz. No. No sangraba. Tenía que calmarse. Tenía que respirar.

—Greyback...

Casi gime su nombre, su cabeza incapaz de pararse recta, balanceándose en todas las direcciones.

—Greyback...

Moviendo los ojos en busca del monstruo, solo encontró oscuridad. Un negro tan profundo que lo dejó aturdido. ¿Dónde estaba? ¿Greyback todavía lo perseguía? Estaba seguro de haberlo visto antes, en el bosque. Recordaba los gritos y las llamas, el aliento frenético del monstruo galopando bajo los árboles...

Sus pupilas ensanchadas por la noche se agitaron, hurgando la oscuridad en espera de una pista, un detalle al que aferrarse. Pero las lágrimas y la fiebre deformaban su visión hasta hacerle alucinar. En cada rincón, la bestia se animaba. Emanaba de las tinieblas y surgía de cada charco de sombra, con su mueca maliciosa que hacía brotar en Remus terrores innombrables.

Aterrorizado por el espectáculo, Remus quiso escapar, apoyándose en sus manos para levantarse y huir a toda velocidad. Pero sus dedos se perdieron en un suelo demasiado blando. Desconcertado, rascó lo que pensaba que era tierra antes de helarse al oler el tejido algodonoso bajo sus uñas. Ya no estaba en el bosque. Un colchón incómodo había reemplazado el liquen y la espuma.

Es una cama desconocida.

Greyback estaba allí. Iba a salir de debajo de las sábanas.

Él iba a morir.

No sabía realmente si solo había pensado esas palabras o si las había gritado a pleno pulmón. Su confusión se había convertido en un torrente de pánico que lo arrojó al suelo. Sentía sobre él la mirada del lobo. Esa lengua que lo saboreaba, esas manos posadas de garras que lo palpaban sin cesar.

En llanto, Remus avanzó a ciegas, arrastrándose sobre el azulejo helado. Cosas en la oscuridad lo rozaban, lo pinchaban, lo empujaban. Luego hubo un sonido de trueno y toda la habitación se iluminó, revelando brevemente las filas de camas de la enfermería antes de ser tragada de nuevo por las tinieblas.

Cuando el rayo golpeó de nuevo, barrió la habitación con la mirada. La enfermería. Estaba en la enfermería. ¿Cómo era posible? ¿Quién lo había encontrado? Visiones le remontaban como vapores de alcohol: los ojos del lobo, los hechizos lanzados, la carrera loca. ¿Dumbledore sabía lo que había pasado? ¿Había visto a Greyback? Remus estaba convencido de que seguía ahí. Podía sentir su presencia en el castillo, en la habitación, contra su propio cuerpo...

Un escalofrío de horror se apoderó de él y se aferró a los barrotes de una de las camas para levantarse sobre sus pies. La frialdad del metal contra sus manos estropeadas lo hizo gemir. La respiración acortada por los espasmos que sacudían su cuerpo, intentó reunir sus fuerzas. Tenía que advertir a Dumbledore del peligro antes de que Greyback se cobre más víctimas. Quizás ya estaba en la escuela, deslizándose por uno de los dormitorios... Tenía que...

Our Little Everyday Deaths (Spanish Version) {Wolfstar | Jeverus}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora