Canción sugerida en la escena:
—Carga... veinticinco segundos... ajustando mirilla y viento. Unos 20– 24 km/h de viento noreste según el movimiento de las hojas de los árboles... En cuanto se acerque a esa roca de la playa, el objetivo será eliminado. Siempre, no importa cuantos vengan. Todos, absolutamente todos, se acercan a esa roca— susurraba silenciosamente.
Debía ser un punto de apoyo instintivo. Pensar en un refugio donde divisar lo que la costa podía ofrecer. Instintivamente podía significar una apertura, una esperanza de mantenerse en la sombra y un refugio inicial... Él lo había convertido en una tumba. La trampa perfecta.
—Catorce... trece... doce...
Él pensaba que sin ayuda ese mundo se había vuelto extraño. Todos los días aparecían seres con cierto interés en un lugar que jamás quiso hacer ruido.
Un faro de luz en medio de la oscuridad, allí, en lo alto de la montaña y de los reinos, se encontraba esa gran biblioteca ¿Qué yacía dentro? Eso se preguntaban todos los que portaban el bastón de mando. Antes era una catedral, hoy, un lugar cerrado a todos.
Solamente se sabía que algo había cambiado. El mundo se había agitado desde hacía unos días. De ser ignorados a ser unos protagonistas de seres extraños. Un dolor de cabeza para ellos. Habían tenido huéspedes extraños ¿Pero incursiones no autorizadas?
—"Dos... uno... perfecto en el lugar... Y, ahora, siéntate y observa esas extrañas hierbas en la roca"—susurraba desde la mirilla en un lejano pico con una sonrisa.
Unas hierbas de falsedad. Sucias, pero con olor. Un olor extraño que despertaba cierto apetito o interés.
—¿Te gusta? Claro que sí... acércate más...
Esas hierbas no eran de ese lugar. Las había replantado en esa posición desde que empezaron a aparecer esos extraños seres. Eran hierbas con un olor especial que inspiraban cierta curiosidad a los seres que se acercaban. En su lugar de origen convivían en una biosfera con plantas carnívoras. Habían creado una "especie" de paraíso de mutualidad donde ellas atraían a la presa con el olor, mientras las plantas carnívoras las devoraban. Los restos servían para nutrir aún más el suelo. Resultaba curioso como un simple olor que fomentaba el acercamiento instintivo podía ser una trampa letal.
—Adiós.
"¡Pum!" El sonido atravesó el mirador de la montaña hasta alcanzar lo que sugería ser la sien del objetivo.
— ¡Por fin! — suspiró agotado, retirando el ojo de la mirilla— Esta vez el objetivo se retrasaba demasiado.
Estaba feliz, había superado su récord personal de 2000 metros de distancia.
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POEMAS Y CUENTOS; O NO (Bienvenidos AL ABSURDO y AL NO ABSURDO)
RandomUn Camarero... Una persona... Ella... Un juego... Una realidad y una ficción.