Cap 2.

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—Qué tristeza mien, el culero lo mató de un susto... ¡pfft! ¿Entiendes? "Lo mató" ¡Jajajajaja! ... ¿Por qué me miras así? ¿No entiendes?

—No hagas bromas así ¿quieres? Lee un poco el ambiente, ni siquiera es gracioso

Spreen se removió un poco al escuchar las voces a su alrededor, abrió los ojos lentamente registrando su situación actual: estaba acostado boca arriba en el suelo, sobre él veía las borrosas siluetas de dos chicos hablando entre ellos, ajenos al hecho de que ya había despertado.

Bastaron pocos segundos para que lo recordara todo: el bosque, los cuervos y el extraño chico que salió de las profundidades de la tierra... sus ojos escanearon sus alrededores y suspiró aliviado al no encontrar rastro alguno de ese loco momento.

Todo había sido un sueño.

—Mucho ayuda el que no estorba ¡Quítense a la verga!

Apenas escuchó las palabras cuando sintió caer sobre su rostro un gran chorro de agua helada, haciéndolo abrir los ojos por completo y manotear luchando por no ahogarse.

Se reincorporó apoyándose en sus codos, ahora veía todo con claridad, aunque una parte de él deseaba no haberlo hecho.

Frente a él estaba el mismo chico extraño del bosque, se veía exactamente igual: desaliñado y extremadamente pálido, aunque, debía admitir, mucho menos espeluznante que como lo recordaba de su brevísimo encuentro. Y es que ¿cómo verse aterrador cuando lo observaba desde arriba con grandes ojos avellana asustados y sujetando una cubeta goteando?

—Ah ¿ya estabas despierto? —le dijo mientras arrojaba la cubeta sobre su hombro— Igual me hubieras avisado, ¿no? Estas medio wey.

Spreen le lanzó una mirada asesina, si no estuviera aun tratando de procesar todo lo que le estaba ocurriendo ya se habría levantado a darle un buen puñetazo por el innecesario cubetazo.

—Bueno, ¿tú eres o te haces pendejo? Mira, lo dejaste helado... ¿entiendes? "Helado".

—Ya estuvo bueno, don comedia, ten cuidado, ¡No vayas a revivirlo de la risa!

Los dos desconocidos estallaron en carcajadas ante los ojos sorprendidos de Spreen, quien en un momento dado y sin mirar aceptó la mano que le tendía el misterioso chico para incorporarse por completo.

El castaño pareció notar su confusión una vez estuvo de pie, pues pronto con su mano libre señaló al risueño par.

—El pinche poste se llama Mariana, y el bajito es Aldo... no les hagas mucho caso, están mensitos —le dijo rodando los ojos con una sonrisa—, pero son buena gente, solo están contentos. ¡Por cierto! Yo soy Roier, perdón por no presentarme antes, es que, pues te desmayaste, y así.

—Spreen... —se arrepintió al segundo de haberlo dicho, ¿en serio le acababa de dar su nombre a un...?

Claro... ¿qué es lo que era de todos modos?

—No son muy comunes en esta dimensión.

La voz de Juan de horas atrás mientras admiraba el cuadro de las amapolas resonó de pronto en su cabeza, hablando de dimensiones como si fuera lo más normal del mundo, sin mencionar a su cerdo zombi.

Spreen no era escéptico, vamos, que su padre usaba magia y pronto estaría casado con un hechicero supremo, pero por alguna razón no podía terminar de aceptar la idea que pasaba por su cabeza.

Aprovechando que el chico estaba distraído mirando a quienes supuso eran sus amigos, y que aparentemente no eran violentos, Spreen se dio la oportunidad de observarlo con detenimiento.

Espectral (spiderbear)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora