Cap 9.

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—Cellbit ¿estás seguro de esto?

El aludido se giró a ver a su amigo con una gran sonrisa, Forever lo miraba con preocupación en la mirada, causándole un mal presentimiento que lo hizo bajar la bebida.

—¿De qué hablas?

—Hablo de Roier —continuó el rubio—, sé que conectaron muy rápido, y que en verdad lo quieres, pero ¿no estas exagerando las cosas? Roier no se va a ir a ningún lado.

—No pienso desperdiciar ni un segundo —sonrió nuevamente, decidido a no dejar que las palabras de su amigo le afectaran a apenas pocos días para la boda—, Roier es en verdad increíble, y si no me apresuro, alguien más podría aparecer en su vida.

—No niego que sea increíble, pero--

—Además el aceptó enseguida —interrumpió el castaño—, quiere esto tanto como yo, es razón más que suficiente.

Forever suspiró pesadamente, cada que una idea entraba en la cabeza de su amigo, era difícil hacerlo cambiar de parecer o verlo desde otro punto de vista, por lo menos.

Y no es que dudara de sus sentimientos por Roier o viceversa, o que no quisiera verle feliz, pero llámenle loco, no podía evitar comparar el enamoramiento de su amigo con lo que él llegó a sentir alguna vez por Maximus.

Inesperado e intenso, encima recíproco, creía que era amor verdadero, pero al final fue la misma intensidad de sus sentimientos lo que terminó por abrumarlos a los dos hasta el punto de tomar caminos distintos, si tan solo hubiera ido más lento las cosas seguramente hubieran terminado bien para ambos...

No quería que su amigo pasara por esa decepción, ¿habría una forma de hacerlo pensar mejor las cosas?

—Entendido, entonces solo faltarían detalles, por ejemplo ¿qué flores usar para el ramo y arreglo?

La voz de Bagi trajo a Forever de vuelta a la realidad, se había acercado a su mesa y ahora ambos hermanos platicaban sobre la organización de la boda.

—Usa amarantos —sonrió Cellbit—, tienen un gran significado, seguro le encantarán.

Bagi sonrió mientras anotaba aquello último y se alejaba. El amaranto era nativo de sus tierras y una de las flores favoritas de Cellbit, tanto que en su última visita le pidió algunas semillas para plantar en su casa.

Claro, Forever recordó: El amaranto no crecía en este pueblo; apenas el pensamiento cruzó su mente y las palabras ya estaban saliendo de su boca:

—Cellbit, ¿sabes cuál es la flor favorita de Roier?

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—¡Cellbit!

Abrió los ojos de golpe al escuchar su nombre, Juan lo miraba algo preocupado desde el lado contrario de la banca donde se detuvieron a charlar minutos atrás, Cellbit había comenzado a bostezar en medio del relato de Juan, por lo que el menor le recomendó descansar un poco antes de continuar.

Un vistazo al cielo le hizo ver que su pequeña siesta se había extendido algunas varias horas.

—Perdón por gritarte, es que no despertabas —se disculpó el de lentes

Espectral (spiderbear)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora