"Él la tomó de esa manera, jalándola al borde de la cama y solo con la parte inferior de su cuerpo desnuda, y la red mosquitera entre ellos. La tomó con ira, y con ternura. La tomó con una pasión que la chamuscaba, de una forma tan total que la marcaba para siempre como suya. Y al final, ella gritó. Ese triunfo era de él, después de todo. Pero sus lamentos no eran de dolor, sino de placer y completitud, y de una gloria que no sabía que existiese."Aquella fue la primera vez que él había hecho el amor con ella, la primera vez que se había despertado todavía estremecida con un clímax tan dulce e intenso que había llorado cuando terminó, acurrucada sola sobre su enmarañada cama y anhelando más. La primera vez, pero definitivamente no la última.
Savannah salió de la cama y caminó hasta la ventana, inquietamente frotando sus manos hacia arriba y abajo sobre sus brazos mientras miraba fijamente hacia fuera al tranquilo patio de su edificio de apartamento, y esperando que el amanecer llegara verdaderamente, la alegre luz para que expulsara el prolongado, misterioso sentido de irrealidad. ¿Estaba perdiendo el juicio? ¿Así era como comenzaba la locura, esta gradual erosión de la realidad hasta que uno era incapaz de decir qué era real y que no lo era? Porque el aquí y ahora era lo que ya no se sentía real para ella, no tan real como los sueños que se introducían en el amanecer. Su trabajo estaba sufriendo, su concentración estaba destruida. Si trabajara para otro que no fuera ella misma, pensó irónicamente, estaría metida en un gran problema.
Nada en su vida la había preparado para esto. Todo había sido tan normal. Grandes padres, una segura vida hogareña, dos hermanos que habían, a pesar de todos los primeros indicios, crecido para ser buenos, interesantes hombres que ella adoraba. Nada traumático le había sucedido cuando estaba creciendo, había estado el aburrimiento de la escuela, la casi sofocante amistad que los jovenzuelos parecían necesitar, las usuales disputas y discusiones, y los largos, despreocupados días de verano pasados junto al lago. Cada verano, su valerosa madre atestaría el vagón de la estación y valientemente emprendería la marcha hacia la casa de verano, donde manejaría su rebaño de tres enérgicos niños durante la mayor parte del verano. Su padre conduciría hasta allí cada fin de semana, y se tomaría unas vacaciones, también. Savannah recordaba largos, calurosos días de nadar y pescar, de abejas zumbando en el césped, del cantar de los pájaros, luciérnagas parpadeando en el crepúsculo, grillos y ranas chirriando, el 'plaf' de una tortuga en el agua, el delicioso olor de hamburguesas cocinándose sobre el carbón. Recordaba estar aburrida, e irritada por volver a casa, pero para el momento en que el verano volvía nuevamente estaría apasionada por volver al lago y mas ahora que seria su nuevo hogar.
Si algo en su vida era inusual, era su profesión elegida, pero ella disfrutaba pintando, y remodelando hogares. Estaba deseosa de acometer cualquier trabajo de pintura, en el interior o en el exterior, y los clientes parecían adorar su atención por los detalles. Estaba además obteniendo más y más trabajos de murales, puesto que los clientes aprendían de ese particular talento y le pedían que transformara sus paredes. Hasta sus murales eran alegremente normales; nada místico o torturado. Entonces ¿por qué habían comenzado repentinamente esos sobrenaturales sueños, haciendo resaltar el mismo hombre sin rostro, noche tras noche tras noche?
En los sueños, su nombre variaba. Era Steve y vestía como un centurión romano. Era Luk, un invasor normando. Era Jasper, era Joseph... él era tantos hombres diferentes que ella no debería haber sido capaz de recordar los nombres, pero lo hacía. Él la llamaba de diferente forma en los sueños, también: Leena, Blear. Ella era todas aquellas mujeres, y todas aquellas mujeres eran la misma. Y él era siempre el mismo, sin importar su nombre.
Él venía a ella en los sueños, y cuando le hacía el amor, tomaba más que su cuerpo. Invadía su alma, y la llenaba con un anhelo que nunca la abandonaba realmente, la sensación de que de alguna forma estaba incompleta sin él. El placer era tan demoledor, las sensaciones tan reales, que cuando se había despertado la primera vez y yacido sollozando, había tendido temerosamente la mano hacia abajo para tocarse a sí misma, esperando sentir la humedad de su semilla. No la había encontrado, por supuesto. Él no existía, excepto en su mente.
Su cumpleaños sería en menos de una semana y en todos aquellos años nunca había sentido algo tan intenso con un hombre real como sentía por la quimera que perseguía sus sueños.
No podía mantener la mente en el trabajo. Al mural que recién había terminado para los Preston le había faltado su acostumbrada atención al detalle, a pesar de que a la Sr. Dave Preston había estado feliz con él.
Ella sabía que no había estado a la altura de su nivel, incluso aunque la Sra. Clarisse Preston no lo supiera. Tenía que dejar de soñar con él. Quizás debería ver a un terapeuta, o quizás incluso a un psiquiatra. Pero todo en ella se rebelaba contra la idea, contra contarle aquellos sueños a un extraño. Sería como hacer el amor en público.
Pero tenía que hacer algo. Los sueños se estaban volviendo más intensos, más atemorizantes. Había descubierto tal miedo al agua que, ayer, casi había entrado en pánico cuando manejaba sobre el puente. Ella, ¡que siempre había amado los deportes acuáticos de cualquier tipo, y nadaba como un pez! Pero ahora tenía que endurecerse para incluso mirar un río o un lago, y el miedo se estaba volviendo peor
En los últimos tres sueños, ellos habían estado en el lago. Su lago, donde había pasado los maravillosos veranos de su infancia. Él había invadido su hogar, y de repente ella estaba mucho más asustada de lo que recordaba haber estado nunca antes. Era como si él hubiera estado acechándola en sus sueños, moviéndose inexorablemente más y más cerca de una conclusión que ella ya conocía.
Porque, en sus sueños, solo a veces le hacía el amor. A veces la mataba
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The Lake / h.s✔️
Teen FictionEllos dicen que los sueños se hacen realidad, pero y las pesadillas.