trece {reality }

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El dolor era aplastante.

Oyó el suave, sutil sonido de sus sollozos mientras se abrazaba allí, incapaz para moverse, incapaz para pensar.

Entonces oyó al Jeep, patinando hasta detenerse de golpe en el camino de acceso, sus llantas lanzando grava. Ella se congeló, el terror corriendo como agua helada a través de sus venas.

Él estaba aquí.

Debería haber recordado que tenía los mismos sueños que ella; él sabía que ella sabía de esos últimos momentos de pesadilla bajo el agua.

No podía ni empezar a pensar lo que él trataba de lograr repitiendo una y otra vez su muerte a través de las épocas, pero repentinamente no tuvo duda de que, si se quedaba allí, dentro de poco soportaría el mismo destino otra vez.

Después de ese último sueño, no había forma de que él pudiera quitarle el miedo con engaños de la forma que lo había hecho antes.

Saltó fuera de cama, no tomándose el tiempo para agarrar sus ropas. Sus pies desnudos fueron silenciosos mientras corría a toda prisa fuera del dormitorio, a través de la sala de estar, y a la cocina. Alcanzó la puerta trasera al mismo tiempo que su gran puño caía pesadamente contra la delantera.

- ¡Savannah!

Su profunda voz era enérgica, pero controlada, como si tratara de convencerla de que no estaba en ningún peligro.

Las profundas sombras del temprano amanecer todavía amortajaban los cuartos, la grisácea luz era demasiado débil para penetrar más allá de las ventanas. Como un pequeño animal tratando de pasar desapercibido ante un depredador, ella se mantuvo inmóvil, su cabeza erguida mientras escuchaba el más leve sonido de sus movimientos.

¿Podía salir inadvertidamente por la puerta trasera sin hacer algún ruido traicionero? ¿O estaba él incluso ahora moviéndose silenciosamente alrededor de la casa para probar esta misma puerta?

El pensamiento de abrir la puerta y encontrarse frente a frente con él hizo que su sangre corriera aun más fría de lo que ya estaba.

- Savannah, por favor, Escúcheme.

Aún estaba en el porche delantero. Savannah buscó palpando la cadena, rezando que sus temblorosas manos no la traicionaran. Encontró la ranura y lenta, angustiosamente, deslizó la cadena hasta abrirla, manteniendo los eslabones en su mano para que no tintinaran. Luego trató de alcanzar el cerrojo.

-No es lo que piensas, corazón. No me tengas miedo, por favor. Confía en mí.

¡Confiar en él! Casi se rió en voz alta, la burbuja histérica ascendiendo a pesar de sus mejores esfuerzos. Finalmente contuvo el sonido.

Él había dicho eso tan a menudo que las dos palabras se habían convertido en una letanía. Una y otra vez ella había confiado en él - con su corazón, su el cuerpo, la vida de su niño - y cada vez él se había vuelto en su contra.

Encontró el cerrojo, lo abrió silenciosamente.

-Savannah, sé que estás despierta. Sé que puedes oírme.

Ella abrió la puerta de a poco, conteniendo el aliento contra cualquier chirrido que lo alertaría. Una pulgada de espacio revelado, luz gris apareciendo a través de la ranura.

El amanecer se acercaba más a cada segundo, trayendo consigo la brillante luz que le imposibilitaría esconderse de él. No tenía las llaves del coche, comprendió, y el conocimiento casi la congeló en el lugar. Pero no se atrevió a regresar por ellas; tendría que escapar a pie. Podría ser más conveniente de cualquier manera. Si estuviera en el coche, entonces él podría seguirla fácilmente. Se sentía mucho más vulnerable a pie, pero esconderse sería mucho más fácil.
Finalmente la puerta estuvo lo suficientemente abierta para que pudiera escabullirse. Contuvo su aliento mientras dejaba la precaria seguridad de la casa. Quería acobardarse detrás de sus paredes, pero sabía que él pronto rompería una ventana y entraría, o derribaría a patadas la puerta. Él era un guerrero, un asesino. Podría entrar. No estaba a salvo allí.

El pórtico de atrás no estaba cercado, simplemente un par de pasos con un toldo en lo alto para mantener fuera la lluvia. Había una puerta de malla metálica allí, también. Cautelosamente descorrió el cerrojo, y empezó el tortuoso proceso de abrirla, los nervios más y más tensos. Ferozmente se concentró, clavando los ojos en el resorte en espiral, deseando silenciarlo. Hubo un diminuto chirrido, uno que no pudo haber sido audible más que a unos pocos pies de distancia, pero el sudor humedeció su cuerpo. Una pulgada, dos pulgadas, seis. La abertura se ensanchó. Ocho pulgadas. Nueve. Comenzó a escabullirse.

Harry apareció a un lado de la casa. La vio y dio un salto hacia adelante, como una gran bestia cazadora.

Savannah gritó y saltó hacia atrás, cerrando de un golpe la puerta de la cocina y palpando nerviosamente el cerrojo. ¡Demasiado tarde! Él pasaría por esa puerta, cerrada o no. Ella sintió su determinación y dejó el cerrojo sin correr, eligiendo en cambio un segundo adicional de tiempo mientras corría a toda prisa hasta la puerta principal.

La puerta trasera se abrió de un golpe justo cuando ella alcanzase el frente. Estaba todavía cerrado con llave. Su pecho se elevó con pánico, su respiración atrapada justo detrás de su esternón, sin ir más profundo. Sus temblorosos, estremecidos dedos trataron de manipular la cadena, el cerrojo.

-¡Savanah! - su voz creció como espuma, reverberando con furia.
Sollozando, ella abrió la puerta con una sacudida y se arrojó al porche, apartando de un empujón la puerta externa de malla metálica, también, lanzándose a través de ella, tropezando, cayendo de rodillas en la alta, mojada hierba.

Él atravesó la puerta principal. Ella gateó hasta ponerse de pie, subió el ruedo de su camisón hasta sus rodillas, y corrió en busca de la carretera.

Maldita sea, escúcheme!- gritó él, corriendo de prisa para cortarle el paso.

Giró mientras él se abalanzaba delante de ella, pero él se las arregló una vez más para interponerse entre ella y la carretera.

La desesperación nublaba su vista; los sollozos la estrangulaban. Estaba acorralada. Iba a matarla, y otra vez estaba indefensa para protegerse.

The Lake / h.s✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora