ocho.

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La explicación, comprendió ella, era otra de sus ambiguas pero extrañamente reconfortantes declaraciones.

Y si él era un fragmento de su imaginación, era uno realmente sólido, todo músculo y cuerpo cálido, rematado con la sutil esencia de su piel.

Le dirigió una larga, reflexiva mirada.
-Pero si estoy loca- dijo razonablemente- entonces tú no existes, ¿entonces por qué debería creer cualquier cosa que digas?
Él echó hacia atrás la cabeza con un estallido de risa.

-Confía en mí, corazón No estás loca, y no estás soñando.
Confía en mí.

Las palabras hicieron eco en su mente y su rostro se heló, un escalofrío bajó corriendo por su espalda mientras lo miraba fijamente.

Confía en mí.

Él le había dicho eso antes. No se había acordado hasta ahora mismo, pero le había dicho eso en sus sueños... los sueños en que la había matado. Él vio su expresión cambiar, y su propia expresión se volvió cautelosa. Se volteo y sirvió dos tazas de café, colocándolas sobre la mesa antes de guiarla hasta una de las sillas. Se sentó frente a ella y acunó una taza con ambas manos, inhalando el rico aroma del vapor.

No le había preguntado cómo le gustaba el café, notó Savannah.
Ni ella le había ofrecido crema o azúcar a él. Él tomaba el café de la misma forma en que tomaba el té: negro.

¿Cómo sabía ella siquiera que él tomaba te? Un débil mareo la invadió, y se aferró al borde de la mesa mientras lo miraba con fijeza. Era la sensación más extraña, como si estuviera sintiendo múltiples imágenes mientras sus ojos veían sólo una. Y por primera vez fue consciente de una sensación de no estar completa, como si parte de sí misma estuviera perdida.
Plegó sus manos alrededor de la taza caliente en frente de ella, pero no bebió. En cambio lo miró cautelosamente.

-Muy bien, Sr. Styles, las cartas sobre la mesa. ¿Qué hay de tus sueños?

Él sonrió y empezó a decir algo, pero luego lo reconsideró, y su sonrisa se volvió pesarosa. Finalmente se encogió de hombros, como si no viera motivo para seguir evadiéndolo.

-He estado soñando acerca de ti durante casi un mes.

Ella lo había esperado, y aún así oírlo admitirlo era todavía chocante. Sus manos temblaron poco.

-.Yo he estado soñando acerca de ti, también- confesó. -¿Qué está pasando? ¿Tenemos alguna clase de conexión psíquica? ¡Ni siquiera creo en cosas como esa!

Él sorbió su café, mirándola sobre el borde de la taza.

-¿En qué crees corazón? ¿Destino? ¿Casualidad? ¿Coincidencia?

-Todo eso, creo- dijo ella lentamente. -Creo que algunas cosas están escritas que deben ser así... y algunas cosas simplemente suceden.

-¿Cómo nos clasificas a nosotros? ¿Esto simplemente sucedió, o estaba escrito que debía ser así?

-Estás asumiendo que hay un "nosotros"- señaló ella. -Hemos estado teniendo insólitos sueños, pero eso no es...

-¿Intimo?- sugirió él, con su mirada aguda.

Los sueños ciertamente habían sido eso. Sus mejillas se sonrojaron cuando recordó algunos de los sexualmente gráficos detalles. Esperaba que los sueños de él no hubieran sido espejos de los suyos... pero lo habían sido, comprendió, viendo el conocimiento en sus ojos. Su rostro se volvió incluso más caliente.

Él prorrumpió en carcajadas.
-¡Si pudieras ver tu expresión!

-Basta- dijo ella airadamente, fijando su mirada en su taza porque estaba demasiado avergonzada para mirarlo a él. No sabía si seria capaz de mirarlo de frente otra vez.

-Savannah, querida.- Su tono era paciente, y dolorosamente tierno mientras trataba de reconfortarla. -Te he hecho el amor de todas las formas en que un hombre puede amar a una mujer... pero solo en mis sueños.

¿Cómo puede un sueño corresponderse con la realidad?

Si la realidad era un poco más intensa que sus sueños, pensó ella, seguramente la mataría. Trazó un patrón sobre la mesa con sus dedos, atascándose mientras trataba de componerse a sí misma. ¿Sencillamente cuán reales eran los sueños? ¿Cómo podía él llamarla querida con tanta facilidad y por qué sonaba tan correcto a sus oídos? Trató de recordarse a sí misma que habían pasado menos de veinticuatro horas desde que lo había visto por primera vez, pero encontró que la cantidad de tiempo significaba menos que nada. Había un reconocimiento interno entre ellos que no tenía nada que ver con cuántas veces el sol se había elevado y puesto.

Todavía no podía mirarlo, pero no tenía que mirarlo para que cada célula de su cuerpo estuviera vibrantemente consciente de él.

Las únicas otras veces en las que se había sentido tan dolorosamente viva y sensitiva a la presencia de otro fueron en los sueños de este hombre. No sabía cómo, o por qué, sus sueños se habían enlazado, pero la evidencia era demasiado abrumadora para que ella negara que eso había pasado. ¿Pero cuán estrechamente se correspondían los sueños con la realidad? Se aclaró la garganta.

-Sé que esta es una pregunta extraña... pero ¿tienes una cicatriz en tu muslo izquierdo?

Él estuvo en silencio durante varios minutos, pero finalmente lo oyó suspirar.

-Sí.

Ella cerró los ojos cuando el sobresalto de su respuesta rodó sobre ella. Si los sueños eran tan precisos, entonces tenía otra pregunta para él, y esta era mucho más importante. Se abrazó a sí misma y preguntó, su voz atorándose con las palabras.

-En tus sueños, ¿me has matado?

Nuevamente él estuvo en silencio, durante tanto tiempo que ella no pudo soportar la presión y levantó la mirada hacia él. Él la estaba mirando, su mirada firme.

- - dijo.

The Lake / h.s✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora