Savannah se apartó a empellones de la mesa y huyó hacia la puerta delantera sabia muy bien a lo que se estaba enfrenando.Él la atrapó allí, simplemente envolviendo sus brazos alrededor de ella desde atrás y sujetándola contra él.
- No tengas miedo de mí, -murmuró él dentro de sus despeinados rizos, con su voz ronca por la emoción. -Nunca te lastimaría. Confía en mí.
-¡Confiar en ti!- repitió ella incrédulamente, cerca de las lágrimas mientras forcejeaba contra su abrazo. -¿Confiar en ti? ¿Cómo puedo hacerlo? ¿Cómo podría alguna vez?
-Estas en lo cierto en eso, al menos- dijo él, un tono duro bordeando las palabras. -Te has rebajado a dejarme tocarte, darte placer, pero nunca has confiado en que te ame.
Ella rió salvajemente, con creciente histeria.
-¡Te conocí recién ayer! Estás loco... ambos estamos locos. Nada de esto tiene sentido.
Arañó sus manos, intentando aflojar su abrazo. Él simplemente reajustó su agarre, atrapando sus manos y uniendo sus dedos a los de ella de modo que no pudiera hacerle ningún daño, y aún manteniendo sus brazos envueltos a su alrededor.
Ella estaba tan efectivamente doblegada que todo lo que podía hacer era patearle las espinillas, pero como ella vestía zapatos tenis y él tenía puestas botas, dudaba que le causara demasiado malestar.
Pero aún sabiendo que era inútil, se retorció y forcejeó contra su fuerza superior hasta que quedó exhausta. Jadeando, incapaz de soportar el esfuerzo otro segundo, dejó que sus temblorosos músculos se aflojaran.
Inmediatamente él la abrazó más cerca, ladeando su cabeza para rozar su boca contra su sien. Mantuvo sus labios presionados allí, sintiendo su pulso latir contra la frágil piel.
-No fue ayer que nos conocimos- murmuró. -Fue hace una vida... varias vidas. He estado aquí esperando por ti. Sabía que vendrías.
Su toque operaba una insidiosa magia en ella; siempre lo había hecho. El presente estaba desdibujado, mezclado con el pasado de forma que no estaba segura qué estaba pasando ahora y qué había pasado antes. De la misma forma él la había sostenido aquella noche cuando se había deslizado dentro del campamento del ejército de su padre y entrado a hurtadillas a su recámara. El terror había palpitado a través de ella como las alas de un buitre, pero había estado tan indefensa como lo estaba ahora. Él la había amordazado, y cargado silenciosamente a través de la noche hasta su propio campamento, donde la había mantenido de rehén contra el ataque de su padre.Ella había sido virgen cuando él la había secuestrado. Cuando la había devuelto, un mes después, ella ya no era inocente. Y había estado tan estúpidamente enamorada de su en otro tiempo captor que había mentido para protegerlo, y por último traicionado a su padre.
La cabeza de Savannah volvió a caer sobre su hombro.
-No se que está pasando- murmuró, y las palabras sonaron espesas, su voz drogada. Las escenas que estaban en su cabeza no podían ser recuerdos.
Los labios de él buscaron el pequeño hueco debajo de su oreja.
-Nos hemos encontrado el uno al otro nuevamente. Savannah.- Como había hecho la primera vez, él pronunció su nombre como si lo saboreara. -Savannah. Me gusta este nombre más que todos.-Es... es solo Savannah.
Ella siempre se había preguntado por qué sus padres le habían puesto un nombre, tan poco común, pero cuando había preguntado su madre solo había dicho, bastante atolondradamente, que simplemente les había gustado. Los hermanos de ella, por otro lado, tenían los perfectamente confortables nombres de Lee y Jason.
-Ah. Me gusta ese incluso más.
Le mordió el lóbulo de la oreja, sus afilados dientes tirando de él suavemente.-¿Quién fui antes?- se oyó a sí misma preguntar, luego sacudió apresuradamente la cabeza. -No importa. No creo nada de esto.
-Por supuesto que crees- la amonestó, y delicadamente lamió la expuesta, vulnerable línea de su arqueado cuello.Él estaba excitado otra vez, advirtió ella, o quizás nunca se había aplacado, para empezar. Su dura longitud anidaba contra su trasero. Ningún otro hombre había nunca respondido a ella con tal evidente deseo, nadie la había querido con tanta fuerza e intensamente. Todo lo que tenía que hacer era mover sus caderas contra él en aquel bromista balanceo que siempre lo enloquecía de lujuria, y él la tomaría ahora, empujándola contra la pared del castillo y levantando sus faltas...
Savannah sacudió su mente a la deriva del sueño, pero la realidad era escasamente menos provocativa, o precaria.
-Ya no sé que es real- lloró.
-Nosotros lo somos, corazón. Nosotros somos reales. Se que estás confundida. Tan pronto como te vi, supe que recién empezabas a recordar. Quería abrazarte, pero sabía que era demasiado pronto, sabía que estabas asustada por lo que ha estado sucediendo. Bebamos nuestro café, y contestaré todas las preguntas que tengas.Cautelosamente él la liberó, dejando a Savannah sintiéndose extrañamente fría y abandonada. Se volvió para enfrentarlo, alzando la vista hacia los fuertes huesos de sus facciones, la intensa expectación de sus vívidos ojos. Sintió su hambre emanando de él como un campo de fuerza, envolviéndola en una primitiva calidez que contrarrestaba la sensación de frío de no estar más entre sus brazos. Otro recuerdo la tomó por asalto, de otro tiempo cuando ella había estado de pie y mirado su rostro, y visto el deseo tan explícitamente en sus ojos. En aquel momento ella había estado sorprendida y atemorizada, una inocente, protegida joven dama que había sido repentinamente empujada dentro de brutales condiciones, y había tenido solo su dudosa protección contra el peligro. Dudosa no por alguna falta de habilidad, sino porque pensaba que él podía ser un peligro mayor que cualquier amenaza externa.
Savannah hizo una lenta, profunda inhalación, sintiendo otra vez aquel interno desdibujamiento mientras el pasado y el presente se fusionaban, y abruptamente supo cuán inútil era seguir luchando contra la verdad. Tan increíble como era, tenía que aceptar lo que estaba pasando. Había pasado si vida entera -esta vida, en cualquier caso- segura en un pequeño marco de tiempo, ignorante de todo lo demás, pero ahora las anteojeras habían desaparecido y estaba viendo mucho más allá. La total enormidad de esto la abrumaba, le pedía que tirara por la borda los cómodos confines de su vida y diera un paso hacia el peligro, porque eso era lo que Harry Styles había traído consigo cuando había entrado en su vida nuevamente. Ella lo había amado en todas sus reencarnaciones, sin importar cuanto había luchado contra él. Y él la había deseado, violentamente, arrogantemente ignorando el peligro para acudir a ella una y otra vez. Pero a pesar de todo su deseo, pensó atormentadamente, al final él siempre la había destruido. Sus sueños habían sido advertencias, familiarizándola con el pasado de modo que supiera evitarlo en el presente.
Irse. Eso era todo lo que tenía que hacer, simplemente empacar e irse. En cambio lo dejó llevarla de regreso a la cocina, donde sus cafés aún humeaban suavemente. Ella estaba desconcertada al comprender cuán poco tiempo había pasado desde que se había escabullido de la mesa.
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The Lake / h.s✔️
TienerfictieEllos dicen que los sueños se hacen realidad, pero y las pesadillas.