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N/A: Bueno, aquí estoy, como prometí. Escuchen las dos canciones del capítulo, la segunda interactúa mucho con el ambiente, se los prometo.

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Coda (latín): Alguien que es cobarde, un animal con el rabo entre las patas, que se rinde ante su propia lucha.

Celo (griego): Afecto ardiente, necesidad de cuidados, derivado del griego Zêlos.














PLAY - Spirit & Decline de Gem Club.




Punto de vista del narrador.

El pasado no reconoce su lugar: siempre está presente. —Mario Quintanda




Ciudad de Sunderland, Inglaterra, diciembre. (Seis años después de graduarse).

Estacionó el Chevrolet Cruze ltz 2015 junto a la acera blanca del departamento donde vivía, enrollándose su pañuelo negro alrededor del cuello mientras cubría su cuerpo con su abrigo color crema. Con los dedos protegidos por guantes de lana, recogió unas bolsas de supermercado del asiento trasero tras bajar del coche negro, cerrando rápidamente la abertura con el talón. Perdida en la tranquilidad, se quedó mirando la fachada de aquella arquitectura suave y esbelta, suspirando profundamente con cansancio, pero antes de que pudiera caminar a través de sus botas de tacón alto, hundiéndolas en la fina capa de nieve, miró a un ser reconocible apoyado contra el suelo. Mercedes - Benz C180. Se quedó paralizada, dejando que las bolsas se le escaparan de los dedos y besaran el suelo abarrotado con agresión. Negándolo brevemente, atónita, se agachó para recoger toda la fruta que caía, mientras el guardia de seguridad de la entrada la ayudaba, pero entre tantos detalles ansiosos, el insoportable taconeo se hizo presente, llamando la atención de ambas figuras que bajaron al suelo.

—Puedes irte, John, gracias. —Agradeció al portero, quien sonrió y asintió, alejándose con las manos en los bolsillos.

De pie, luego de tomar el último paquete recogido por la persona de enfrente, de un vistazo notó otro rostro familiar, pero este estaba dentro del lujoso auto, observándolos, y le dio un gesto a la mujer bronceada de ojos color ámbar, se saludaron.

—Mira yo-...

—En primer lugar, cállate. —Interrumpió Lauren Jauregui. —En segundo lugar, discúlpame, no tengo nada de qué hablarte. —Evitando el elegante torso, continuó caminando hacia la puerta, donde la abrió con su propia huella digital en el sensor.

—Lauren, yo... —Insistente, sus pasos ruidosos continuaron en medio del estacionamiento, pasillos, al lado de puertas cerradas.

—No me hagas llamar a seguridad. —Refunfuñó mientras subía las escaleras, se negaba a ser encerrada con aquel ser en un cubículo metálico cerrado.

—Tendrás que llamarlos para que pueda irme. —Obstinadamente, ella siguió su rastro.

Cuando abrió la puerta de madera adherida al lugar superior, intentó cerrarla, pero sus manos se lo impidieron y, cansada, puso los ojos en blanco, dejando el objeto atrás mientras caminaba por la habitación hacia la cocina.

Más pasos.

Los ladridos de St. James se detectaron fácilmente, ya que saltó hacia su dueña de piel pálida y cabello negro, quien sonrió gentilmente, acariciándolo, besándolo, oliéndolo.

—¿Qué haces fuera de Newcastle? —Dejando la bolsa en el mostrador que dividía la cocina de concepto abierto de la espaciosa sala de estar, se quitó bruscamente el abrigo y la bufanda, arrojándolos igualmente sobre la superficie, mientras se arremangaba las largas mangas, dejando al descubierto el tatuaje de un cuervo con polillas volando sobre él, a su alrededor, el diseño cubría buena parte de su blanco y delicado antebrazo, sin demora puso a hervir agua, dando indicios de un posible café que seguramente no le serviría a nadie más que a ella misma.

Camila - Camren (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora