VI

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N/A: Sorpresaaaaaaaaa. Chicos, comenten mucho, favoriteen mucho. Retribuirán a esta sorpresa haciendo clic en la estrellitaaaaaaa.

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El resto de la semana transcurrió indiferentemente hasta el viernes, Camila y yo ya no interactuábamos y me limitaba a faltar a clases de física o llegar exuberantemente tarde al punto de que solo pasábamos unos minutos en presencia del otro. Noah parecía confundido por nuestra repentina distancia, pero no parecía tomárselo como algo personal ni conspirativo. Normani le dijo a Dinah lo que Camila dio de excusa, que habíamos discutido por Keana y el beso de esa tarde.

Ojalá lo fuera.

No más acciones dulces, ni sonrisas, entré muda y seria y salí igual de apática. Camila también parecía ajena, aunque no me molesté en mirarla, estaba completamente desencantada. ¿Cómo pudo abofetearme así y pensar que se me ocurriría algo tan loco como eso? No juzgo sus dudas, pero tampoco las comprendo. Estaba triste, de hecho, atendí a los clientes con la animación más falsa de la década mientras Dinah trabajaba a mi lado en medio de risas de la linda Ally, que estaba sentada en una de las mesas mientras comía una porción de pizza y terminaba algunos trabajos escolares. Mi humor era difícil y silencioso, nunca fui del tipo que se enoja y se desquita con los demás, simplemente me encerraba en silencio y ahí era donde me fortalecía y me hacía fuerte para otro golpe de la vida.

Ese era el precio de nacer diferente, de ser etiquetado como bicho raro o mentiroso, o ambas cosas a la vez, ¿por qué no?

—Mesa diez, querida. —La figura maternal me entregó la pizza, tenía un tono dulce en su voz, como siempre, no hubo quejas de mis padres, eran personas increíbles que sabían muy bien criar a un niño y ofrecerles todo el amor del mundo.

No sé qué haría sin esos ojos verdes pardusco de mi madre y esas mejillas regordetas con la barba siempre muy bien recortada de mi padre.

Caminé distraídamente hacia la mesa, hasta que mi mundo se vino abajo en desastrosos pedazos cuando noté a Camila sentada en la silla, sola, con las piernas cruzadas y una pose altiva. Como siempre, destilaba confianza por cada poro dada su expresión dulce y angelical con un aire conspirador y serio. Dejé la pizza en la mesa y mantuve mi tono cordial de trabajo, no podía faltarle el respeto, era poco ético y mis padres no merecían una demanda.

Incluso si quisiera enviarle un gran "vete a la m..."

—Buenas noches, ¿quieres algo más? —Pregunté con una suavidad fría y forzada, mi rigidez se notaba desde lejos, mientras Dinah mantenía sus ojos negros sobre nosotras dos.

Camila parecía molestarse por las miradas incisivas, tanto que levantó más la barbilla, demostrando que, de hecho, no estaba afectada por ellas.

Su postura dominantemente genial sabía amarga en mis labios.

—Esperaré a que termine tu turno, realmente necesitamos hablar.

—No, no lo necesitamos, señorita. Como no quieres nada más, que tengas buen provecho, si necesitas algo puedes llamarme. —Seguí todo el protocolo y le di la espalda, caminando entre las mesas y evitando sus órbitas de chocolate por el resto de la noche.

Trabajé duro, corrí, recibí gritos de reprimenda de mi padre —en broma—, risas de Ally, una Dinah que parecía haber entrado en una espiral de rivalidad con Camila —quien seguía impecablemente sentada en su lugar mientras comía su segunda porción de pizza con toda la clase que había aprendido a tener. Era el final de la jornada y todos los clientes se habían ido, quedando solo Camila, quien se balanceaba con los pies cubiertos por unos tacones de tiras negros, unos jeans lavados de color azul oscuro y una chaqueta de cuero, lo que le daba un aspecto elegante y poderoso a la misma vez.

Camila - Camren (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora