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𓍢 𝐉oshua . . .
La luz del sol está disminuyendo en la sala de estar. El zumbido del lavavajillas apenas se puede escuchar por encima de lo que se reproduce en la televisión, pero en lo que estás concentrada es en la cabeza de Joshua en tus muslos y su lengua en tu clítoris.
Pasas las manos por su cabello mientras deslizas su lengua sobre ti, tirando ligeramente de el cuando te dejas llevar demasiado.
Él no tiene prisa por hacer que te corras. Él está perfectamente contento de complacerte así hasta que llegue el momento de irte a la cama llevándote a la cima, elevándote y elevándote hasta que le ruegues que te haga correr. Lo más probable es que se excite demasiado y termine follándote, pero a veces es sólo esto. Solo él jugando contigo hasta que estés demasiado sensible para seguir adelante. Si se siente particularmente mal, ni siquiera acabará contigo, obligándote a irte a la cama mojada, pegajosa e insatisfecha.
Cuando hace eso, normalmente estás enojada durante todo el día siguiente, pero siempre conduce al mejor sexo. Él siempre lo compensa también, dándote esa mirada de puchero que no puedes resistir, brillando como una estrella y rogando que te tragues su semen como una "disculpa".
Esta noche, sin embargo, no crees que te dejará tirada y seca. Él gime suavemente contra tu coño y empuja perezosamente sus caderas hacia el sofá, aparentemente tan excitado como tú.
Joshua retrocede un poco y te mira. Verlo te hace gemir. Su cabello está despeinado por haber jugado con el y su barbilla brilla con tu excitación. Parece un príncipe vampírico, excepto que su sed de sangre es de lujuria normal y la sangre que gotea de su boca son tus fluidos.
—¿Quieres mis dedos? -él pide.
—Quiero tu polla.
Él ríe.
—No te voy a ofrecer eso en este momento.
—Pero lo harás más tarde, ¿verdad?
—Tal vez -dice, encogiéndose de hombros.- Sin embargo, hipotéticamente, si tuviera que follarte, primero tendría que estirarte. y tendría que usar mis dedos para hacer eso.
—Entonces sí, quiero tus dedos.
—good girl -elogia con una sonrisa, inclinándose hacia adelante para meter dos de sus digitos en tu boca. - Los quiero bien mojados para mí. Ahí tienes, cariño. buena niña.
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