Tres son compañía

1.- LORE

VIERNES

No nos hemos vuelto a ver desde la boda. Casi un año ya. Ni he querido que nos veamos, digamos que lo he preferido así. Mi tranquilidad es mayor si sé que no le voy a ver. Menos mal que no vive en la ciudad. A veces pienso en aquello, en lo que pasó. Más que a veces. A menudo me pierdo en una nube, regodeándome en las imágenes mentales de todo lo que hicimos. Solo fue un día, pero parece que fueron muchos, tan intenso y a la vez tan breve. Una de las mejores noches de mi vida.

Pero luego bajo de mi nube, y me doy cuenta de que lo que pasó sólo es adulterio, lo mires como lo mires. Puede que yo no sea la adúltera, pero no me cabe duda de que soy tan culpable como él. O mejor dicho, soy tan responsable de la miseria relativa en la que llevo viviendo desde la boda, como él.

Hoy es viernes. Tenemos comida con los del curro, para celebrar un típico día de "San Queremos y nos vamos a comer porque nos apetece", y vamos a juntarnos casi todos para comer en un restaurante cerca del hospital en el que trabajan la mayoría.

Y yo... no sé muy bien qué hacer. Faltan tres horas para verle y sé que me va a costar un huevo disimular. Pero tengo que intentarlo. Conseguí que nadie se enterara de lo que pasó, a pesar de que Adri me estuvo interrogando todos los días siguientes para ver por qué estaba tan distraída... pero conseguí que pensara que tenía que ver con la chica con la que había estado en la boda. Le conté una milonga sobre que me gustaba más de lo que creía al principio, y parece que coló.

Llevo toda la semana ensayando en el espejo mi mejor cara de póquer, porque no quiero que se me note ni el más leve rubor al verle, a pesar de que los flashbacks de ese día llevan meses siendo material para mis fantasías. Alguna vez hasta he buscado tíos de una noche con algún parecido a él para poder perderme en ellas. Patético, lo sé, pero me hace sentirme mejor. Menos sola, ya sabes.

Llegó la hora, ya estamos en la comida. Adri me ha traído en su coche, con lo que he podido desconectar bastante durante el viaje, a pesar de que el hecho de no tener mi coche implique que no puedo llevar a cabo una huida en caso necesario. Aunque, por otra parte, un taxi siempre es factible, y si necesidad obliga, me puede cobrar lo que le dé la gana por permitirme escapar.

El restaurante tiene una terraza grande y muy bonita que rodea todo el edificio, y la mesa que nos han dado da justo a la parte con las mejores vistas, aunque sé que se puede dar toda la vuelta, porque no es la primera vez que comemos aquí. Siempre puedo escaquearme a fumar y perderme de vista un rato si veo que no puedo respirar.

Entramos en la sala, y empezamos a saludar a todo el mundo. Adri está muy guapa y además se acaba de comprar una casa nueva, con lo que está súper contenta y se le nota. Todos lo notan. Yo sonrío con alegría al verla. Es como una hermana para mí y la adoro. Yo, en cambio, voy discreta, pasar desapercibida es mi prioridad en el día de hoy. Eso, y evitar derretirme en su presencia, claro.

"Mierda, deja de pensar eso YA!"

Poco después, como si estuviera pasando a cámara lenta, de repente la multitud se abre y aparece él. Y me mira. A los ojos, como siempre, con esa mirada que parece que puede ver dentro de mi cerebro. Menos mal que Adri se me adelanta yendo hacia él y hace que tenga que mirarla a ella mientras yo también me acerco un poco más rezagada. Para cuando llego a su altura y me mira de nuevo ya me he hecho a la idea y mi cara de póquer está perfectamente situada en su sitio. En un momento de pausa de su conversación aprovecho para darle dos besos rápidos, y después, antes de darle tiempo a nada más y mientras ella aún está hablando con él, les dedico a los dos una buena sonrisa y les digo que voy fuera a fumar. Ella sigue hablándole y eso impide que me diga que me acompaña o alguna otra cosa semejante. Y menos mal. "Este día va a ser mucho más largo de lo que pensaba". Solo ha sido el saludo y ya me quiero morir. En fin.