16.- GAEL

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La tarde ha sido un infierno. Larga, muy larga. Tediosa, aunque por suerte ha habido bastante trabajo para distraerme del paso lento, agónico de las horas. Pero por fin ha terminado. Salgo pitando de la empresa y conduzco hasta casa con el piloto automático, mientras en mi cabeza se suceden todo tipo de imágenes sobre lo que va a pasar. Aparco mi coche en el garaje, y mientras subo en el ascensor no puedo evitar el cosquilleo de los nervios, de la anticipación, que siento en mis entrañas desde que he salido, porque sé que en unos pocos segundos estaré con él.

Le he visto fugazmente al llegar al curro, elegante y sexy con su traje azul, dando órdenes con su tono amable pero firme, y estaba tan guapo... Él también me ha visto a mí, un breve instante suspendido en el tiempo en el que nos hemos quedado mirando a los ojos, azul contra negro, y después de recorrerme de arriba abajo y sonreír de medio lado, ha seguido con lo suyo, dejándome con ganas de... dios, con ganas de gritarle al mundo que es mío.

Ahora mismo tengo la entrepierna revuelta, noto el deseo creciendo a cada piso que va subiendo el ascensor.

Se abren las puertas, ya he llegado, y abro la puerta de casa nervioso, ansioso. Entro en la sala y lo veo sentado en el sofá, sin camiseta, con los pantalones del pijama puestos y fumándose un porro tranquilamente. Ha encendido el fuego (como no), y me observa, con una máscara de serenidad en el rostro que no sé si es real o fingida, pero que aún le hace más atractivo. Está buenísimo, joder. Me quito la chaqueta y me planto en medio del salón, ante él. No sé muy bien qué decir, pero por suerte no hace falta que decida. Él es hoy el que decide.

- Hola lindo. Por fin estás aquí. Me alegro. ¿Qué tal ha ido el día? ¿Bien? - Me mira fijamente y yo no sé si contestar o no. Su tono se endurece cuando vuelve a hablar. - Te he hecho una pregunta. Contéstame.

- Sí. Ha sido largo, pero por lo demás bien.

- De acuerdo. Para mí también ha sido largo. Pero ahora estás aquí. – Una media sonrisa cargada de malicia aparece en sus labios y da otra calada al porro, haciéndome esperar. Domina bastante bien el juego de las expectativas, eso hay que reconocerlo. Sacudo ligeramente la cabeza para centrarme, y entonces él habla de nuevo, esta vez con un punto de sensualidad en su tono, que hace que me excite más aún. - Y dime, Gael. Respecto a lo que va a pasar ahora, ¿realmente quieres entregarte a mí? ¿Quieres que te haga mío?

- Sí. Lo deseo. Muchísimo.

- De acuerdo.

Deja el peta en el cenicero y se levanta, se acerca y se sitúa justo frente a mí. Sus ojos brillan, y tiene una ligera sombra de barba en las mejillas y el mentón, rubia, al igual que su pelo, que le cae con gracia sobre la frente. La piel de su torso reluce de un modo extraño a la luz anaranjada del fuego.

"Dios, es increíble. ¿Cómo puede estar tan bueno? Me vuelve loco."

Alzo mi mano para acariciarle la mejilla, y no puedo evitar rozarle los labios, carnosos y sensuales, mientras deseo besarle con todas mis fuerzas, deseo dar rienda suelta a las ganas de saciarme, de devorarle. Pero sé que no puedo. No hasta que él lo decida así. Este es su juego, y yo quiero jugar. Y tras bajar mi mano, lo miro fijamente a los ojos y espero. Él me taladra con la mirada y entonces habla de nuevo.

- Has dicho que quieres compensarme por haberme dejado esta mañana con las ganas, y eso es lo que vas a hacer. Para empezar, quítate la camisa.

Yo, sin apartar mis ojos de los suyos, que ya están en llamas, empiezo a soltarme los botones, lo más rápido que puedo, y para cuando me la quito, mi respiración ya se está agitando, y la erección apenas me cabe en el pantalón. Él alza la mano y la coloca en mi hombro izquierdo, sobre el tatuaje, y después lo recorre presionando con su uña, haciendo que un escalofrío me atraviese. Se me escapa un jadeo y él esboza una sonrisilla pícara que me excita aún más.

- Ahora los pantalones, quiero verte. Pero hazlo despacio. Lentamente.

Se aleja dos pasos y se sienta de nuevo en el sofá, mientras sigue observándome, mientras su mirada, que ahora está fija en mis manos que luchan con el cinturón, me abrasa. Logro soltarlo y me quito los pantalones lentamente, como me ha pedido, llevándome los bóxers con ellos, y me quedo de pie ante él, desnudo, con mi excitación desbordada, tanto que apenas la puedo contener. Se me pone la carne de gallina mientras lo miro y espero. Sólo unas cuantas frases y ya me tiene a su merced. Me estoy poniendo malísimo, y deseando poder tocarme y buscar un poco de alivio, pero en lugar de eso paso la lengua por mis labios para ahogar otro jadeo.

Él me da un repaso, me mira y se relame, y dirige su mano hacia su propia erección, que ya pugna por salir del pantalón del pijama. Sospecho que no lleva nada debajo, y eso aún me pone más. Sólo una fina tela me separa del placer infinito que sé que sentiré, si me deja que se la acaricie. Pero yo espero. Me controlo como puedo, y espero.

- Ahora, dime, ¿qué es lo que quieres hacer para compensarme? ¿Qué te ronda por la mente?

Mientras habla con su tono sensual y pausado, su mano baja su pantalón y se acaricia, por todo su contorno, y yo no puedo apartar mi mirada de sus manos. Empieza a respirar más profundo mientras yo, que estoy a punto de reventar, estoy deseando poder lamerle, como le prometí a Lore.

- Quiero comerte. Quiero tenerte en mi boca, saborearte y hacer que te corras... Y después, si me lo permites, quiero que me folles salvajemente, quiero estar en tus manos y correrme mientras te siento dentro de mí. - La última frase la digo entre jadeos, porque apenas puedo controlar mi voz. La excitación y el deseo empiezan a desbordarme.

- Mmm... suena bien. Por ahora, acércate a mí y arrodíllate.

Yo le complazco al momento, sin apartar aun la mirada de sus manos. Al colocarme de rodillas le tengo mucho más cerca, y apenas puedo contener los deseos de abalanzarme sobre él. Merry nota que estoy ansioso y veo que sonríe.

- Así que dime, ¿quieres lamerme? ¿Te gustaría... comerme entero ahora mismo?

Sigue acariciándose, y puedo notar que está poniéndose malísimo él también, pero mantiene el control.

- Sí. Por favor... Deja que lo haga.

- De acuerdo. Es tuyo, tómalo.

Y retira sus manos, ante lo que yo me abalanzo sobre él y de inmediato me lo meto en la boca, acariciando todo su contorno con mi lengua, mientras mis manos acarician su torso y su cintura, y luego las pongo debajo de su culo, para poder tenerle más cerca aún. Empiezo a lamerle despacio, recreándome en la sensación, subiendo y bajando y rodeando el glande con la lengua igual que hizo Lore antes conmigo. Y, como me pasó a mí, Merry se empieza a excitar cada vez más, jadea y suspira a cada lametazo mío, y finalmente sujeta mi cabeza enredando la mano en mi pelo y me la empuja para que siga y siga...Yo sigo lamiendo, subiendo y bajando el ritmo para pillarle desprevenido y hacer que dure más, y poco a poco noto que empieza a estar al límite, a no poder aguantarlo...

Me siento poderoso, siento que le tengo a mi merced, hasta que con un rugido que casi nunca le había oído soltar se corre en mi boca entre sacudidas, con chorros largos que inundan mi boca. Me trago hasta la última gota de su orgasmo mientras la victoria brilla en mis ojos y el deseo arde en mi interior. Después, levanta mi cabeza y me mira fijamente, durante un largo momento, en el que puedo ver mi rostro enrojecido y mi mirada enloquecida reflejándose en la suya. Con sus dedos aferrando fuerte mi pelo me acerca a él para besarme con ansia, como si quisiera degustar su sabor en mi lengua, que se enrosca con la suya. Y yo, a punto de combustionar ante la pasión que me arrolla en ese beso. Acerca sus labios a mi oído, aun jadeando por el orgasmo, pasa su lengua por mi lóbulo, y me susurra con voz sensual:

- Joder, G, ha sido una de las mamadas más espectaculares de mi vida. Estoy deseando follarte, pero quiero tenerte en la cama. Ve a tu habitación, túmbate boca arriba y espérame. Cierra los ojos y espera hasta que llegue.

Me levanto de inmediato y me dirijo a mi habitación, con la polla tan dura que casi me va a reventar, pero estoy tan metido en el juego que, a pesar de las ganas que tengo de acariciarme, de aliviarme, no me toco. Me tumbo en la cama, cierro los ojos y espero. Las expectativas aumentan por momentos... 

Tres son compañíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora