Capítulo 3

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¿Porque la primera impresión había tenido que ser tan extraña?

Ese peliverde no dejaba de mirarlo fijamente mientras se cogia al chico sobre él, Sanji pudo sentir como lo estaba desnudsndo sin siquiera tocarlo, un hombre sin vergüenza alguna con un olor tan embriagador como ese, fueron infinitos los segundos que tuvieron que pasar hasta que pudo salir de esa habitación, se sentía demasiado tenso y necesitaba con urgencia fumar un cigarrillo.

-iremos directo a la cocina - menciono la mujer caminando delante de él, Sanji solo asintió.

Incluso luego de atravesar varios pasillos seguía sintiendo el aroma de ese sujeto, después de todo era su casa y cada rincón estaba marcado por él, frunció ligeramente el ceño ya que en realidad, no era para nada agradable a sus sentidos.

-aquí es - abrió una puerta de gran tamaño y entro, Sanji la siguió y quedo maravillado con lo que vio allí.

El tamaño de esa cocina era incluso más grande que todo su departamento, tenía unos preciosos mesones de mármol blanco tan brillantes, los muebles a juego, la variedad de cuchillos y la impresionante nevera dentro del almacén que era aun más grande.

-puedes utilizar lo que quieras, siéntete libre porfavor de preparar tu mejor platillo - Nami miro el reloj en su muñeca y se apresuró a Sanji - tienes solo media hora, el tiempo límite es a las doce y media, y no olvides escoger un buen vino para él... Nos vemos en un rato - agregó y luego simplemente se fue dejando al rubío parado ahí en su propio paraiso.

La muchacha se devolvió rápidamente a la oficina, al parecer adentro todo estaba más calmado, al abrir el peliverde se encontraba solo parado sirviendo un trago de wisky en un pequeño vaso qué empino rápidamente contra sus labios.

-¡porque tienes que ser así siempre! - reclamo dando largas zancadas hacia él.

Zoro giro sus serios ojos hacia ella y solo alzó una ceja en respuesta.

-¡te había pedido que no hicieras esto más en la oficina! Sabes la impresión que va a tener ese chico ahora.... ¡Me costó muchísimo convencerlo!

-tsk... Que molesta eres - gruñó Zoro - es mi maldita casa y puedo hacer lo que quiera en ella... Ni tu ni nadie va a evitar que coja en cada rincón de ella... ¿Lo entiendes?... Si lo entiendes ya no me fastidies más

-aaaah - Nami suspiró largamente y cogio su entrecejo masajeando un poco de él como queriendo pedirle a algún Dios que le regale pasiencia para tratar a este hombre.

-¿que hay de ese chico? - cambio el tema el peliverde.

Hasta ese momentos se encontraba solo con pantalones y comenzó a buscar con la mirada su camisa para poder ponérsela.

-su nombre es Sanji, ya pedí que lo investigarán y deberían enviarme pronto la información.

-solo pídele que prepare comida para dos y que no se demore...

-¿ese chico se quedará a comer? - preguntó Nami algo confundida.

Zoro nunca dejaba a sus amantes quedarse demasiado tiempo en su casa, rápidamente los despachaba a todos.

-es el chico de la mañana - recordó.

-si - fue cortante.

-nunca los dejas quedarse... - Nami dio un paso adelante con una pícara sonrisa - ¿acaso finalmente uno atrapó al gran Zoro? - se apresuró a invadir su espacio personal.

-pero que... ¡No quieras fastidiarme Nami! - alzó la voz un poco avergonzado, solo lo suficiente como para reaccionar.

La mujer solo comenzó a reír animada, de alguna forma todos los años trabajando juntos los habían transformado en una especie de amigos de secretos, ya que ella era la única que sabia todo sobre él y la única a la que se le permitía entrar y salir sin restricciones, su única mujer de confianza.

Buscando un Cocinero Donde viven las historias. Descúbrelo ahora