.Bajo la luz de la luna I-II.

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.Capitulo VII.

_Actualidad_

⊶ ⊷Eveline Elysadne, Plebeya⊶ ⊷


Me encontraba en el balcón, leyendole al príncipe, uno de los libro de su madre, la reina Althara Vesperia

Él no parecía interesado en escucharlas, o simplemente le molestaba verme en descanso. Pues siempre me ponía a leerlos, pero no enfocaba su atención. Como ahora, que tenía la vista puesta en el vacío, como si pensara en algo ajeno a lo que leía.

Era fastidioso. Desde el momento que me asignaron como su sirvienta personal ha sido una tortura. Sin mencionar que ya tenía a una: Caelia, era joven, y bonita; simplemente la hicieron a un lado y me pusieron a mí... el destino es cruel a veces. No quiero ni imaginar cómo la trataba a ella

Me habían puesto un sin fin de reglas, y la única cosa que me prohibieron, fue verlo con otros ojos que no sean de señor y sirvienta. En pocas palabras... como a un hombre; y el no me lo estaba poniendo difícil, pues tenía un carácter muy fuera de mis gustos, y hasta llegaba a ser detestable.

Aunque no se podía negar que era deslumbrante.

Pues la armonía de sus facciones eran esculpidos con presición, y era difícil no notar su figura; nunca pasaba desapercibido

Era tipo: Algo arrogante pero indudablemente hermoso. No era mudo pero elegía guardar silencio. Algo muy incomodo que usara la mirada.

Con ojos de un profundo y enigmático tono cobrizo, prometía tener muchos secretos, y haber visto cosas. Su cabello, grueso y suave, era digno de envidia. Su estatura imponente ejercía una intimidación sobre todos a su alrededor, y su fortaleza evidente pero nada exagerado, sino natural en su apariencia. Los labios suaves y perfectamente delineados, añadiendo un toque de encanto a su rostro.

Sin embargo su mal genio constituía un desafío, pues si no fuera por ello, seria prácticamente imposible obedecer la regla de no enamorarse de él.

Seguía leyendo, cuando puso su mirada en mí; eso sí era incómodo...

Me miraba como si intentara encontrar algo. Dejé de leer para mirarlo, y él me insitó con la mano a que continuara.

Eso hice, pero con mucha incomodidad; se inclinó en su asiento estando así más cerca de mí.

Lo volví a mirar a los ojos inconcientemente, y él me quita el pergamíno.- Ya para; me dan ganas de dormír de aburrimiento.

Y con eso se para para salír de allí.

.- Pero que... respira Eveline; regla número tres, regla número tres-Me recuerdo a mí misma " Regla número tres: no dirigir cualquier palabra a los de la 'realeza', ni de ellos".

Me paré y salí de allí, directo a mi habitación. Lo bueno de eso es que por lo menos tenías tu propia habitación, las otras dormían todos juntos en un gran salón específicamente para ellos.

¿La desventaja? Que mi habitación estaba muy cerca de la del príncipe; por fortuna no entraba sin permiso.

Me quedé acostada mirando al techo; extrañaba mi familia; a mi madre, a mi padre y a mi mejor amigo Elio Zachary ; pero núnca me dejaban tiempo para extrañarlos. Pues si no era "el pírincipe" era...

.- Eveline ¿estás ahí?-Si. La única amiga que había hecho en todo este tiempo, asoma la cabeza por la puerta; era una chica tímida, y de dulce corazón, con pelo largo y oscuro que simpre llevaba en dos trenzas. Algo muy común de su pueblo "Harkalyn", o eso me había dicho. no todos venían porque querían. Algunos estaban aquí porque los habían forzado.

En el Balcón de mi habitación (El Príncipe Y La Plebeya)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora