Las Sombras del Consejero

0 0 0
                                    


Capítulo XXIV


Eveline Elysadne


El murmullo del viento fuera del castillo me despertó lentamente. Mi cuerpo aún sentía el dolor de lo sucedido en la fiesta de máscaras; cada vez que me movía, un pequeño punzón recorría mi costado. Cerré los ojos de nuevo, intentando no pensar en la daga que casi me arrebató la vida, pero los recuerdos eran inevitables.

"Caelia... y ese hombre enmascarado...", pensé, rememorando las palabras del atacante, y cómo su daga había atravesado la herida que la traición de Caelia ya había dejado en mí. Aun así, había sobrevivido. Apenas.

El aroma a hierbas y ungüentos llenaba la habitación de la enfermería. Me encontraba en una de las salas reservadas para el tratamiento de los sirvientes, alejada de las habitaciónes. Estaba sola, lo que me daba cierto alivio. El silencio era bienvenido, después del caos que había vivido.

De repente, la puerta de la sala se abrió con un chirrido que me puso alerta. Mi respiración se cortó cuando vi entrar a Mohan. Su rostro, que generalmente mostraba serenidad y autoridad, parecía tenso, resuelto, como si hubiese tomado una decisión que no podía ser revocada.

"¿Qué hace aquí?", pensé, mientras me esforzaba por incorporarme, a pesar del dolor que aún sentía. Pero antes de que pudiera decir algo, la puerta se cerró con un golpe sordo y se acercó a mí con una determinación fría.

—Eveline —dijo con una voz cargada de autoridad—, tenemos que hablar.

Lo miré fijamente, sin disimular la incomodidad que me producía su presencia en un lugar tan apartado. Intenté ignorar el dolor punzante en mi costado y me obligué a mantener la compostura.

—No veo qué podría decirme que no haya escuchado ya —respondí con firmeza, aunque mi voz traicionaba mi cansancio.

Mohan dio un paso al frente, y su presencia se hizo aún más intimidante. Sabía que no debía temer a nadie más que a él en este momento.

—Te irás —dijo con una frialdad que me heló la sangre—. Y antes de que digas cualquier cosa, quiero que sepas que no me interesa nada de lo que dirás. Aunque engañes a un palacio completo, a mí no me engañas. Eres una infiltrada verdad? Si no quieres que tu vida acabe será mejor que te alejes del principe y del rey

Fruncí el ceño, mi mente se agitaba intentando comprender lo que estaba escuchando.

—¿Qué estás diciendo? —pregunté, mi voz elevándose ligeramente, incrédula—. Soy inocente, Mohan. No puedes simplemente, suponer cosas sin sentido. Te das cuenta de que fui herida? ¡¿Cómo iba a ser una infiltrada?¡

—No es una cuestión de inocencia —me cortó, su tono más bajo, más amenazante—. Es una cuestión de supervivencia. Tu presencia aquí es un riesgo, y yo no permitiré que el príncipe lo corra. Te marcharás, Eveline. Y no habrá refuta que me haga cambiar de parecer. Y agradece que te estoy dando una oportunidad, cuando debería estar matandote por traición

Me incorporé, desafiando el dolor en mi cuerpo. Sabía que lo que me pedía era imposible, y no estaba dispuesta a ceder sin luchar.

—Eres terco —le dije, mirándolo directamente a los ojos—. No entiendes que me pides algo imposible. No me iré solo porque tú lo digas.

Mi voz sonaba más segura de lo que me sentía por dentro, pero debía mantenerme firme. Sabía que el príncipe no aprobaría esto... o eso quería creer.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: 5 days ago ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

En el Balcón de mi habitación (El Príncipe Y La Plebeya)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora