Capitulo VIII
⊶ ⊷Eveline Elysadne, plebeya⊶ ⊷
Desperté mucho más temprano. Preparandome para el nuevo día; me ducho, y me pongo mi traje de servicio.
Ya terminado de preparar todo lo importante para el principe, me dirijo hasta su recamara.
Allí estaban su hermana y su guardaespaldas; nunca había hablado con la princesa. Pero era alguien realmente hermosa... la verdad nunca había visto a alguien con tal belleza.
Tenía un hermoso cuerpo, aunnque nada exagerado, los ojos ambar, y el pelo oscuro le caía en cascada hasta su baja cintura; hoy llevaba dos pequeñas trenzas por la parte de atras con el pelo suelto.
.- ¿Ya has preparado todo para el príncipe?-Me pregunta ella
.- Buenos días. Por supuesto, señorita-Digo inclinando la cabeza
Parecía demandante... esperaba y no fuera como su hermano. O ambos se las empañarían en retorcerme los huesos.
El príncipe hablaba algo con su hermana; luego llegaron dos guardas a avisarle al príncipe que la caroza había llegado.
Todos salimos fuera y alguien recojió su equipaje, junto con lo que estaba en mi mano.
Agradecía eternamente no tener la obligación de ser quien acompañaba al príncipe en esas semanas de entrenamiento que siempre tenía. Pues de eso se encargaba su paje.
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Ya acabado el día, me fui a mi cuarto; llevaba mucho sin enviarle una carta a mis padres, y a mi mejor amigo Elio. Seguro esperaban alguna noticia de que estaba bien; las cartas se recojían un día específico cada semana. Pero la semana pasada no me fue posible, pues se llevan una cantidad exacta. Así que entregaría las de la semana pasada y las de esta, explicando porque no pude hacerlo antes.
Tampoco había recibido nada de mis padres ni de mi amigo, lo que me parecía raro.
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Pronto estuvímos todos los del equipo de servicio, y todos aquellos que tenían familiares fuera del palacio en una fila.
Llevaba ya una hora y la fila parecía no querer avanzar. Pareciera que las escríbian justamente ahí; seguro que llegaba mi turno y solo tardaría tres segundos, cada uno con su función importante. Uno: llegar dos: entregar tres: agradecer, la cuarta sería marcharme pero eso no cuenta.Oh, no. Ya se iban, pues habían recojido la cantidad exacta. Todos se iban. Algunos tristes, otros felices, pues sus familiares tendrían noticias de ellos. (los infelices no reconocían que ellos eran los causantes de que algunos no pudieramos entregar nuestras cartas)
Corrí tras ellos todo lo que pude antes de que subieran a sus transportes y se marcharan.
.- Detenganse!... por favor-Dije con el corazón en la boca, y el pecho subiendo y bajando
.- ¿Que pasa señorita? Todo bien?-Me pregunta un joven como de mi edad, o un poco mayor flaco y alto, vestido con un traje negro
.- Lamentablemente no; necesito con urgencia enviarles nuevas a mis padres, reciban estas porfavor.
Él mira a un hombre mucho mayor que él, que parecía ser el encargado; más bien, el chico parecía nuevo
.- Lo sentimos, señorita. Pero, nos pide algo imposible; tenemos ordenes de nuestro rey, de recibir y entregar solo seiscientos treinta por semana. Pasaremos pronto-Me dice el joven
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En el Balcón de mi habitación (El Príncipe Y La Plebeya)
RomanceEn el XV año del reinado del Rey Valdrik Corvus, se dió a cabo uno de los famosos relevos que sucedía cada diez años. El Rey tiene dos hijos: Alhaia "la mayor" y Adrik. en uno de esos relevos, llega al palacio una plebeya, que pronto encontrará agra...