Capitulo dieciocho

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。*⁠✧⁠「Luz 」✧⁠*  。

Estaba abrazando a mis mascotas mientras se me caía las lágrimas, estaba tan feliz al ver que estaban bien y que Maximiliano los estaba cuidando mientras yo estaba encerrada aquí, sonreí levemente al ver los emocionados que estaban mis mascotas mientras los abrazaba, los solté para poder acariciarlos.

— Mis niños...los extrañe tanto, estoy tan feliz, de verlos otra vez — Dije sonriendo en grande mientras los acariciaba.

Atenea, mi perrita estaba sentada en la cama mientras movía su pequeña colita mirándome mientras le acariciaba la mejilla, mire a mi gatito que estaba acostado en mis piernas mientras me miraba e Iris estaba jugando con las cobijas, como siempre, le encantaba jugar con todo lo que se encuentre.
Me quedé en silencio al ver que no tenía ningún juguete o comida para ellos, suspire levemente y se puse de pie para buscar algo para que puedan jugar pero no encontré nada, cuando vuelva Maximiliano le pediré si tiene algún juguete y algo de comida para ellos.
Suspire levemente y me senté en mi escritorio para prender la laptop, tenía pensado escribir un poco ya que tenía que seguir la historia, mientras que se prendía mire para atrás, mis mascotas ya estaban jugando juntos, sonreí y desvíe la mirada a la computadora, al ver que se prendió la empecé a usar.

Pasaron tres horas y yo estaba tirada en la cama tapando mi cara con la almohada, no había actualizado nada...no podía, mi mente está pensando en una persona...y esa persona era Maximiliano...no entiendo que me está pasando últimamente, no entiendo que me pasa con el, esto nunca lo viví con ninguna persona...será que...no, de ninguna manera, ¡no me puedo estar enamorando de él! Eso es ridículo y no me quiero enamorar, estoy muy bien sola, aunque...es demaciado lindo y sexy...además hoy me trató muy lindo, me gustó comer con el, me sentí acompañada y hoy no tuve pesadillas con mi padre cuando dormí con el pero igual el no debe pensar lo mismo que yo, aunque me trajo bien hoy el es un chico muy serio y que seguramente no tiene sentimientos, yo soy la tonta que siente estás cosas por el, el nunca sentirá algo por mi el obvio, tendría que dejar este sentimiento, es inútil seguir pensando en esto.
Suspire levemente abrazando la almohada y me puse boca arriba mirando el techo cuando escuché a Atenea ladrar fruncí el seño para después mirarla, vi a Amelia en la puerta con unas bolsas de comida y platitos para las mascotas, sonreí levemente y me puse de pie.

— Hola, Luz, ¿Cómo estás cariño? Traje esto para tus mascotas. — Mencionó Amelia con una sonrisa dulce.

— Hola, Señora Amelia, muchísimas gracias, les daré de comer ahora. — Dije sonriendo dulcemente mientras la miraba ya agarra las bolsas de comida y los platitos para después dejarlos en el suelo empezando a servirles la comida a los animalitos.

— No me digas Señora, cariño, solo dime Amelia y no te preocupes, también tengo algo para ti, espera que te lo traigo linda — Hablo Amelia mientras salia de la habitación, después de unos segundos volvió a entrar con una copa que tenía fresas con crema y con una cuchara. — Maximiliano me dijo que te gustaban las fresas y decidí hacerte esto, espero que te guste.

— Aaww que linda Amelia pero no te hubieras molestado y si, me encanta las fresas con crema. — Me levanté sonriendo levemente para después agarrar la copa con la cuchara.

— No es nada corazón, espero que lo disfrutes, adiós. — Dijo Amelia mientras se despedía con la mano y salia de mi habitación.

Sonreí como una niña de cuatro años viendo la copa con fresas, me encantaba comer esto aunque no lo hacía a menudo, empecé a comer mientras miraba el pasillo, Amelia había dejado la puerta abierta, tenía la posibilidad de escaparme e ir
irme a mi casa pero no quería...hace unos días atrás estaba desesperada por irme a casa pero ahora no, me quiero quedar, aquí me siento bien con Amelia y con Maximiliano, además tengo todo aquí, mis mascotas, una computadora para seguir mi historia, aunque me faltarían mis libros pero estoy bien aquí, no me quiero escapar.

Habían pasado dos horas y yo estaba arriba del escritorio, había entrado un leopardo negro a mi habitación y no sabía que hacer, daba mucho miedo, no quería que me ataque, me estaba agarrando de una ventana cerrada para no caerme mientras que el leopardo estaba sentado en el suelo mirándome en silencio. No sabía porque estaba aquí ¿Será de Maximiliano? Se que le gustaba los animales exóticos pero no sabía que tenía uno en su casa.

— Vete gatito, está no es tu habitación y yo no tengo comida para ti. — dije mientras tartamudeaba del miedo que tenía, al ver que no se movía trague grueso.

— Ares, vete a la cocina, tu comida está lista. — Hablo Maximiliano con un tono frío pero con una sonrisa burlona mirándome mientras estaba apoyado en el marco de la puerta cruzado de brazos con un traje negro que le quedaba muy bien.

Me quedé callada al ver que Ares se levantaba y salía de la habitación, hice un puchero como una niña de cuatro años para después ver a Maximiliano que se estaba acercando a mi.

— ¡No dejes a tu gatito suelte por ahí! ¡Pensé que me iba a comer!. — Exclamé con una puchero mientras lo miraba a los ojos y me cruzaba de brazos.

— ¿Que pasa, niña? ¿Te dió miedo mi gatito?. — Hablo Maximiliano con un tono burlón mientras me agarraba de la cintura y me baja del escritorio haciando que mis mejillas se pongan rojas. — Si Ares te comiera no tendría mucha carne, eres muy delgada niña ruidosa.

Fruncí el seño sonrojada y suspira para después darle la espalda con los brazos cruzados, cuando escuché su risa solo lo ignore y mire la pared.

— Dios mío niña, es obvio que no te iba a comer, solo te comería si yo dijera la palabra que empieza con la "A" y termina en "taca". — Menciono Maximiliano mientras me miraba con los brazos cruzados.

— No me importa, que no entre a mi habitación, me da mucho miedo los animales así. — Exclamé mientras me daba la vuelta y lo mira a los ojos con los brazos cruzados.

Escribe para Mí...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora