¡No te enamores! Me gustas...

Capítulo 1

Londres.

Esa ha sido mi ubicación desde las últimas semanas.

Y es uno de los lugares que he soñado visitar desde muy pequeña por lo que he estado planificando el viaje desde hace un año cuando decidí realizar el intercambio universitario.

En un inicio, mamá se opuso, no porque le preocupara mi estadía en un país desconocido, sino porque teme que me desvíe de sus planes y acabe como mi hermano mayor, que en lugar de seguir con el negocio familiar, renunció a su carrera y decidió seguir sus sueños por la música. A diferencia de papá, a quién no le desagradó la idea de irme a conocer nuevos lugares y también apoyó a mi hermano (solo porque cuando él era joven pertenecía a una banda)

Por otro lado, yo continúo con lo que me propuse, especializarme en el área de los negocios para continuar con lo que mi hermano decidió abandonar y caminar a lado de mi segunda hermana mayor, que aún se encuentra cursando una maestría de algo que realmente debe ser importante y que en estos momentos no recuerdo.

Las primeras semanas en Londres tampoco han sido nada fáciles, aparte de extrañar mi casa y de pasarla llorando por la nostalgia, tuve que adaptarme a mi nuevo horario de clases y al trabajo de medio tiempo. Siendo sincera, ha sido todo un dolor de cabeza ya que aún me sigo adaptando a los dos lugares y me está costando demasiado. Necesito saber cómo hacen los demás para sobrevivir, porque la realidad es que yo me siento totalmente agotada.

Hace unos días visité la ciudad con un guía turístico pero no me fue suficiente, por lo que ahora aprovecho un poco de mi tiempo libre para dirigirme al parque el cual tiene una vista espléndida del Eye London. Tomo un libro de mi bolso y sonrío contemplando el paisaje. Es como si estuviera viviendo un sueño.

Me inmiscuyo en la lectura hasta que el celular timbra en mi bolsillo. Ruedo los ojos cuando veo su nombre en la pantalla.

¿Cómo te va en Londres?

¡De maravilla!, le escribo enseguida a mi hermana y evito dar mayores detalles, como por ejemplo comentarle que comparto habitación en la residencia de estudiantes. Estoy segura que mi hermana se reiría de mí si se lo cuento.

Intercambiamos varios mensajes hasta que vuelvo a la página dónde me quedé hace instantes, en el momento cumbre donde los protagonistas empieza a coquetear con intensidad sin embargo no puedo concentrarme. Echo un vistazo a la hora e intento nuevamente engancharme a la lectura pero no lo logro.

Aunque debería aceptar que estoy evadiendo la invitación de mi compañera de clases.

Se me escapa un suspiro.

Katheriane o Kate para su círculo más cercano, con toda la amabilidad del mundo y seguramente con las ganas de llevarnos en paz durante el intercambio, me ha invitado a una fiesta y yo por cordialidad he aceptado. Y no es que mi compañera no me agrade, al contrario, es súper simpática, sin embargo en estos momentos no se me antoja ir a ningún lugar pero tengo que cumplir mi palabra ¿cierto?

De mala gana, coloco un marcador de página y camino hacia la estación de buses.

Aún recuerdo que hace unas semanas de pura casualidad revisaba los mensajes de mi bandeja de entrada cuando de repente leo un correo de carácter urgente. El departamento encargado de las residencias explicaba que se había producido un error en las inscripciones de los residentes y que debido a que las habitaciones individuales estaban completamente ocupadas, me trasladaban a una habitación compartida.

El cambio de último momento me tomó totalmente por sorpresa. Nunca había compartido la habitación con alguien, ni siquiera con mi hermana mayor y fue extraño cuando empecé a compartir el espacio con una desconocida. En un inicio, busqué lugares para quedarme pero en su mayoría estaban ocupados y me quedaba lejos de la universidad además, no me reembolsarían en nada así que no tuve otra opción y me quedé. Pero si me dieran a escoger entre compartir o tener una habitación sola, escojo la segunda opción, por razones muy sencillas, me gustaría tener privacidad.