5: Armonía y Discordia (tercera parte)

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Media hora después, Hinata y Naruto salieron del supermercado, con las bolsas de compras en mano. Aunque el ambiente parecía tranquilo, ella sentía que algo no estaba del todo bien. Su corazón latía con fuerza, como si anticipara un peligro inminente. Ella volteó una vez que se detuvieron en un semáforo y vio cómo unos hombres disimulaban no estar siguiéndolos. Ella, preocupada, advirtió en tono bajo al rubio.

-No mires atrás, nos están siguiendo.

Naruto, al escuchar esto, estuvo tentado de mirar y comprobarlo por sí mismo, pero la seguridad en la voz de ella lo impidió. Además, Hinata no gastaría bromas, especialmente a alguien con quien se llevaba tan mal, pensó Naruto.

-Los taxis hacia la casa de Sakura no pasan por aquí, y si nos echamos a correr, no podemos hacerlo con esto -dijo Naruto levantando las bolsas que cargaba, observando a Hinata con el ceño fruncido.

Ella, al sentirse ofendida, refutó:

-¿M-me está culpando p-por las acciones d-de otros?

Naruto se quedó sin palabras por un momento antes de responder:

-Cálmate, solo estoy pensando en cómo podemos escapar sin ser atrapados.

Mientras esperaban en el semáforo, la tensión entre ellos se hizo evidente. Eran conscientes de que la situación se estaba volviendo cada vez más peligrosa. Los hombres que los seguían, aunque tratando de disimularlo, se acercaban sigilosamente. En ese momento, ella observó a su alrededor y notó algunas personas paseando a sus perros, mientras que otras parejas de enamorados estaban sumergidas en su mundo. Sin embargo, una mujer en particular llamó la atención de la Hyuga atención: una mujer en situación de calle sentada en el suelo y cubriéndose con una colcha sucia mientras pedía limosnas a los transeúntes que la ignoraban. Ella supo inmediatamente lo que tenía que hacer y comunicó su plan a Naruto, quien se mostró sorprendido al principio, pero luego estuvo de acuerdo. Ambos cruzaron la calle, y Naruto prestando atención, pudo darse cuenta de lo que Hinata decía era cierto: unos sujetos los seguían de cerca.

Con una sonrisa radiante, Hinata le entregó las bolsas de la compra a la mujer. Naruto la imitó, reflejando la bondad de su compañera. La humilde mujer les devolvió la sonrisa, sus palabras de bendiciones y agradecimientos llenaron el aire. Mientras tanto, las sombras de los sujetos que los seguían se acercaban cada vez más.

Naruto, con su conocimiento de la ciudad, le indicó a Hinata que tomarían un atajo. Lograron perder de vista a sus perseguidores y se encontraron caminando por un hermoso parque. Pensaron que podrían continuar su camino sin problemas, pero a lo lejos vieron un grupo de 15 hombres con expresiones amenazantes.

Naruto intentó retroceder, pero se vieron sorprendidos por un cerco de enemigos. Figuras desconocidas surgieron de la nada, bloqueándoles el paso, al igual que los hombres que los habían estado siguiendo. En un instante, Naruto y Hinata se encontraron espalda con espalda, sus cuerpos tensos y preparados para enfrentar cualquier situación.

-No les tengo miedo -dijo ella, de repente mirando fijamente a los hombres que les bloqueaban el camino-. No importa cuántos sean.

Naruto no podía creer lo que oía. Hace apenas unos minutos, ella le había pedido que fueran cautelosos, y ahora estaba actuando de manera desafiante. ¿Cómo se atrevía a hablarles así a un grupo de tipos que los superaban en número? "Debe estar loca", pensó él, mientras que aquellos hombres rieron, esta vez aún más fuerte, pero finalmente, uno de ellos dio un paso al frente, y los demás guardaron silencio.

-Qué bueno que no te importe la cantidad hermosa dama y en cuanto a ti... -habló aquel chico creando expectación-. Tú serás mi saco de boxeo y ella -dijo observando de arriba abajo a la Hyuga de forma lenta-. Ella será mi muñeca del placer.

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