Él sonríe, su sonrisa es tan hermosa y llena de tristeza; Joseph no es partícularmente guapo, no es rico, ni siquiera tiene sangre noble, solo tiene una casa, algunas tierras, Joseph no es el tipo de hombre con el que habría podido casarse con tanto peso en su apellido (pero es el tipo de hombre con el que habría luchado por casarse si solo le hubiesen dado la oportunidad, si solo hubiese sido pura para él, pero eso no es más que un simple sueño ahora, con tantas marcas en su cuerpo, mansillada por un hombre tan viejo que bien pudo haber sido su padre).
"Puedes usarme como quieras", esas fueron sus palabras, tan suaves y profundas, te hace querer confiar en él, ofrecerle tu corazón con ambas manos, confiando en que él lo protegerá con cuidado.
Joseph es el tipo de hombre que amas con facilidad.
Ophelia abofeteo esa mano grande, fuerte y confiable con fuerza, como un animal herido que rechaza el más mínimo afecto con profundo temor. Desacostumbrado a la amabilidad. Que puede esperar Ophelia de las personas cuando su propio padre la entregó fácilmente como una puta a un hombre cruel, para que hiciera con ella lo que quisiera, usarla, venderla, prestarla. El único alivio que tuvo, fue que el monstruo había sido demasiado posesivo para darla a otros hombres (pero había dejado que su esposa la usara, aún siente sus manos recorrerla, como marcas en su piel, le hace desear arrancarse la carne y quemarla).
Ophelia jadeaba, sosteniendo su vientre abultado, lo único que había podido esconder del monstruo, si lo hubiese sabido, nunca habría podido irse, irse fue tan difícil, había empezado a acostumbrarse a ser usada y eso la aterraba. "Tengo un hijo, es mio", gruñó, posesiva, tan protectora como un dragón. Está pequeña parte era suya, le pertenecía solo a ella, era suya y no se la quitarían...ni siquiera por Joseph.
La mirada de Joseph no cambio en lo absoluto, parecía destrozado, como si deseara consolarla en la seguridad de sus brazos. "Lo sé", respondió. "Y si me dejas cuidarlo y amarlo, será mío también, Ophelia".
El rostro de ella se arrugó, enrojecido, con lagrimas iluminando su mirada. "No lo estás entendiendo", ella no llora, ella es dura, está hecha de granito y fuego, ella no llora, aún cuando parezca que está cayendo a pedazos. "¡Estoy sucia! ¡Ya no queda nada bueno de mi! ¡Todo se lo llevó!".
Mereces algo mejor que yo.
Pero él solo sonrió, y no era justo, cómo podía existir un hombre tan bueno en el mundo y ella no podía tenerlo. No quería ensuciarlo, un alma así debía ser atesorada, y ella no podía hacerlo.
"Puedes usar me como quieras".
"No podré amarte como te mereces", susurró, con los labios temblorosos. "No es justo para ti, porque mereces tantas cosas buenas", casi solloza, débil ante este hombre.
Él extendió la mano, con esa mirada triste, pero no compasiva, no podría faltarle el respeto a Ophelia, compadeciendola. Cuando ella no se apartó, él acarició su mejilla y luego la abrazó, suave, un agarre delicado para que ella lo apartará si ya no pudiese soportarlo cerca.
Ophelia se derrumbó en su agarre, temblando, por un momento, creyó que lloraba.
Pero sus ojos estaban secos.
"Está bien si no puedes amarme", la tranquilizó.
"No es cierto", le dijo, y su voz, el tono de su voz...habría sido menos doloroso si hubiese estado llorando. "Es cruel, quien sea cruel contigo merece el infierno y no quiero irme al infierno".
Pero estoy sucia, tal vez ya tengo mi lugar ahí.
Joseph le acarició el cabello, negro como el ébano, está corto ahora, mal cortado, disparejo. Ellos se lo cortaron.
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1000 años aún es poco tiempo.
Fanfiction"Humano...". "¿Mmm?". "Tu...no mueras, ¿de acuerdo?". "¿Raon?". "Seré bueno". "Espera, Raon". "Me arruinarás si me dejas solo". ][ Primer libro. Son historias aleatorias, prácticamente una recopilación de historias cortas que giran en torno a Cale H...