Capítulo 18

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Jeno se había despertado con Jaeno en la mente y un dolor de cabeza que le partía el cráneo. Habían estado separados demasiado tiempo. ¿También lo sentía él? Tal vez fuera toda la charla sobre Jaeno entre Jeno y Renjun de la noche anterior. Tal vez la distracción de Renjun ya no era el amortiguador que había sido. Su presencia casi constante hacía que la ausencia de Jaeno se sintiera aún más grande.

Jeno enterró su cara contra el cuello de Renjun, sonriendo cuando su cabeza se inclinó para darle un mejor acceso.

—Es hora de levantarse, amor.

—Estoy totalmente despierto —refunfuñó Renjun, con la voz empapada de sueño.

—Eso es lo que dijiste cuando te arrastré del suelo del baño a las cinco de la mañana...

—Un caballero no sacaría eso a colación —roncó Renjun.

—Un caballero no sacaría a colación que pesas mucho más cuando mi polla no está enterrada dentro de ti.

Renjun aplastó su cara más profundamente en la almohada.

—Eso es científicamente inexacto.

—Lo que tú digas, dulzura, pero menos mal que no me salto los días que ejercito las piernas.

—Shh —dijo Renjun, levantando un dedo—. Estoy despierto. Lo digo en serio.

—Y eso es lo que dijiste cuando te desperté a las seis y media para beber agua. Y de nuevo, a las siete, cuando te hice tomar ibuprofeno.

Renjun se apartó de él para hacer uno de esos grandes estiramientos para reventar las articulaciones que hacía cada vez que se despertaba, y luego volvió a rodar en los brazos de Jeno, de cara a él.

—Quizá estaría más descansado si dejaras de despertarme.

Jeno mordió la punta de la nariz de Renjun.

—Tal vez no tendría que despertarte tantas veces si no te hubieras bebido una licorería entera —replicó Jeno.

Renjun enterró la cara contra el pecho desnudo de Jeno, moviendo la rodilla entre sus muslos, con la clara intención de volver a dormir.

—Esto es agradable —murmuró Renjun con un suspiro de satisfacción.

—Uh-uh. No hay tiempo para eso, dormilón. Tenemos que ir a casa de mi padre.

Renjun se inclinó hacia atrás, abriendo los ojos dolorosamente inyectados en sangre. Tenía babas secas en la cara, su cabello era un desastre, y olía a vómito y vodka rancio, pero si le hubieran dado la oportunidad, Jeno lo habría atraído de nuevo a sus brazos y lo habría dejado dormir la resaca.

—¿Ha llamado alguien?

—Sí, Yangyang y Mark trabajaron en la victimología, y quieren que nos reunamos en la casa de papá para que podamos ayudar a reducirla.

—¿Cómo se supone que voy a dejar la casa así? —Renjun preguntó lastimosamente.

—Anímate, mi pequeño reportero. Por fin podríamos estar cerca de resolver este asunto, y eso significa que por fin podremos ponernos con la matanza. Esa es la parte divertida.

Renjun lo miró fijamente durante tanto tiempo que Jeno pensó, por un momento, que lo había roto de alguna manera. Entonces, finalmente, dijo: —¿Me pediste que me follara a tu hermano anoche?

Jeno parpadeó, estupefacto.

—Bueno, eso fue un tremendo non sequitur, amor. No, en absoluto te pedí que te follaras a mi hermano. Lo cual, por cierto, es una frase que nunca esperé pronunciar en voz alta.

✾𝖕  𝖊  𝖗  𝖙  𝖚  𝖗  𝖇  𝖆  𝖉  𝖔✾  ||ɴᴏʀᴇɴ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora