CAPITULO 5

772 60 6
                                    

Aegon Targaryen estaba enojado, de nuevo con su padre, muy pocas veces se enojaba con el rey, de hecho son contadas las veces en la que esto sucedió, posiblemente pueda contarlo con una mano y le sobrarían dedos.

Recuerda perfectamente como a sus quince años escucho lo que su padre le había hecho a su padre Daemon, no dudo ni un minuto en ir y reclamar los actos que había hecho. También recuerda cómo fue su padre Daemon quien lo calmó, explicando todo lo que había pasado, el dile en el que se encontraba el castillo en ese entonces.

Una de sus discusiones más estúpidas fue cuando le negaron ir a visitar a su hermana Rhaenyra, todos sabían que no iba específicamente por su hermana, sino por el hijo mayor de ella.

Pero la relaciones de padre e hijos era muy buena tanto así que los hijos de Viserys y Daemon eran uno de los pocos, por no decir los únicos que habían compartido habitación con los reyes, ya sea por pesadillas o porque solo querían pasar la noche con su padre.

Aegon pasaba mucho tiempo con Viserys, no sería rey, pero sería el lord mano de Rhaenyra, la alfa había aceptado, era algo muy bueno y beneficioso para ambos.

Aunque pensándolo bien él debía de casarse con su sobrino, así se ahorrarían la discusión de quién debería de heredar el trono, simplemente todo daba a favor para que estuviera con Jacaerys y si tenía que usar esa carta en un futuro la usaría.

Por todo eso y más Aegon no entendía como carajos su padre había decidido que tendría que pasar tiempo con una omega que con solo verla le traía malos recuerdos y unas inmensas ganas de estrangularla.

Tenía exactamente catorce días y tenía que dividirlo en los dos omegas, no pudo evitar ir con su padre y quejarse ante la absurda propuesta. Toda protesta fue ignorada por el rey, recalcando que solo era tiempo y al final del día era una orden del rey.

Ahora estaba de pie frente al cráneo de Balerion, aprovechando la soledad que proporcionaba la habitación, ya que la omega de piel morena no hacía más que perseguirlo junto a su abuelo, tragándose las ganas de gritarlo se alejó e impidió el paso de cualquiera a la habitación.

— ¿Qué haces? — la voz no lo sorprendió, a su padre Daemon lo reconocería a kilómetros por ese olor.

 — Solo me quiero alejar de los Velaryon, son agobiantes y no me dejan pensar en paz. — la vista del alfa jamás se apartó del cráneo.

— ¿Necesitas ayuda? Digo, tienes que pasar tiempo con ella, pero yo puedo encargarme de que sea menos tiempo. Resulta ser que, el rey omega consorte, quiere pasar mucho tiempo con su hijo últimamente, y da la casualidad de que ese tiempo es cuando estás con Baela. — el alfa sin evitarlo abrazó a su padre, lo cargó y empezó a girar con él.

— Eres el mejor. — el omega asintió para posteriormente volver a tocar el suelo con sus pies y fijar su vista en el cráneo del dragón que estaba frente a su hijo.

— Siempre recordaré el día que murió este grandote, tu padre es un llorón sentimental. — ambos se embarcaron en una conversación de su pasado, algo que los distrajera de lo que estaban viviendo. — Me alegro tanto de que ahora esté con Vermithor, aunque es otro dragón viejo, cuenta con una mejor calidad de vida, pero eso no evita que me preocupe por tu hermano, Vhagar es muy vieja, espero y viva bastante, para él fue muy difícil no tener un dragón — 

— Vhagar es una perezosa, Aemond la tiene muy consentida, ya no sé cuál es más mimada, si Syrax o Vhagar. — El alfa se burló.

Ambos se salieron de la habitación para ahora ir a los aposentos de Jacaerys, en todo el camino los nervios de Aegon no hicieron más que crecer, no habían cruzado más palabras desde el día de la ceremonia y a decir verdad quería saltarse todo el protocolo de su padre, casarse con su sobrino bajo las tradiciones valyrias e irse a vivir una vida tranquila en Dragonstone.

Avy JorrāelanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora