CAPITULO 7

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Aegon caminaba a paso veloz por toda la fortaleza, el alfa se había cambiado sus ropas y ahora tenía las de montura, el traje negro que le habían mandado hacer sus padres; cada cierto tiempo sus ropas eras remodeladas, a petición de Daemon, quien nunca dejaba a sus hijos con arapos.

Ahora el carruaje marchaba a gran velocidad y la impaciencia del alfa era palpable, los nervios invaden cada célula de su piel. Las dudas lo empezaban atormentar, y si Jace no lo quiere ver, si el omega decide encontrar a su alfa destinado.

Iba a luchar, fue un idiota que se dejó llevar por su primer impulso, ahora esperaba  y las consecuencias no fueran tan grandes.

Sin mencionar que su padre Daemon, aún pensaba que Jace estaba en embarazo, su padre lo había ignorado el resto del día, pero no lo culpaba.

La tristeza que reflejaron los ojos del omega cuando su hijo le dió la noticia fue tan grande que hizo sentir mal a su hijo, Daemon volvió a revivir ese sentimiento que había sanado con el paso de los años y el omega no quería que su nieto pasará por lo mismo que paso él.

Aegon se había prometido que una vez volviera iba a hablar con su padre, lo más probable es que ganara un buen golpe en la cabeza, pero preferiría mil veces eso a volver a ver la decepción reflejada en esos ojos.

Cuando llegó a dragonpit vio como su dragón ya lo estaba esperando, se bajó corriendo de aquel carruaje y corriendo llegó con él.

Se subió de manera apresurada a la montura y luego de unos minutos el cielo se llenó de los colores de su dragón.

El camino era tranquilo, la noche en el cielo era  paz para el alfa.

El eterno camino llegó a su fin una vez que Aegon llegó a rocadragón, con cautela se bajó de la montura de su dragón y camino hasta las puertas de la fortaleza.

Cuando llegó fue recibido por los guardias y el maestre, todos estaban sorprendidos debido a su llegada sin anuncios.

Preguntó por su sobrino y Gerardis muy amablemente le dijo dónde se encontraba, los pasillos de rocadragón eran desconocidos para el alfa así que se vio en la necesidad de ser acompañado por una sirvienta, el recorrido fue silencioso, ni una sola palabra salía, solo se escuchaban las pisadas.

La mujer se detuvo y señaló con su mano la puerta, entendió de inmediato y corrió hacia donde apuntaba la omega, cuando llegó abrió la puerta de forma escandalosa.

Y ahí en la cama vio al omega, el se había levantado de su sueño de manera apresurada, desorientado el omega miraba para todos lados, cuando vio al alfa se quedó quieto y luego solo se volteo dándole la espalda al alfa.

— Genial, ahora alucino. — se quejó el omega.

Aegon entristecido se acercó al omega y se sentó en la cama, con lentitud acercó su mano y acarició la cintura del omega, Aegon sintió como el cuerpo del mayor se tensiono y ante esto el alfa se acostó al lado del omega.

Ambos cuerpos estaban completamente pegados como una especie de cucharita, Aegon se acercó al cuello del omega y dejó un pequeño beso en este.

— Perdóname. — el alfa solo seguía deleitándose con aquel olor que desprendía el omega. — Fuí un idiota, pero si me das otra oportunidad te prome…

Aegon fue callado cuando el omega se alejó de él y se puso de pie.

— Qué estás haciendo aquí. — lo único que iluminaba al omega era la luz de la luna y ante aquello el alfa se pudo deleitar con la vista, Jacaerys tenía una larga bata de seda blanca, la cual al ser algo transparente dejaba su delgada figura a la vista, el alfa bajo su mirada y sin querer vio como el omega no portaba su ropa interior, no era el momento ni el lugar pero Aegon ya se estaba empezando a excitar.

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⏰ Última actualización: Oct 15 ⏰

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Avy JorrāelanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora