XII

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Londres 1706Jaclyn

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Londres
1706
Jaclyn


Hadid al escuchar mi quejido se queda completamente inmóvil aún dentro de mí. Mi vista se empaña con prisa y el resquemor es intenso.

—¿Estás bien? —se preocupa con la voz entrecortada.

—Muévete por favor —suplico necesitando sentir otra cosa que no sea dolor.

Sus labios van directos a besarme y le devuelvo el beso con el mismo furor, hasta que comienza a moverse. Mis lágrimas resbalan por mi cara mientras voy notando el ardor irse tornando poco a poco en placer.

Sus arremetidas van volviéndose toscas y percibo el autocontrol que está empleando, su rostro demuestra que en su interior hay una lucha evidente.

Gimo cuando me ciega la lujuria y lo veo meterse uno de mis pechos en la boca y tira del pezon. Después lo lame con puro frenesí combinando sus movimientos de cadera.

Su potente miembro me hace temblar y jadear por más, Hadid me complace y comienza a embestirme con fuerza separando su pecho del mío.

Entrecierro los ojos sintiendo el cúmulo de cosas en mi vientre, y verlo corrompido a él por el placer, mirándome de forma intensa y profunda hace que no deje de gemir.

Cierro los ojos percibiendo las reacciones de mi cuerpo que se prende en brasas ardientes, todo se va acumulando dentro.

—Vamos nena córrete para mí —gruñe con la voz rota.

Lo hago exactamente así, me rompo en mil pedazos con espasmos leves e involuntarios. El éxtasis me lleva a rozar el tercer cielo por segundos.

«Ha sido increíble»

Mi duque sale de mí cuando se corre también a los segundos. Se deja caer en la cama y siento su respiración hecha un lío.

Su mirada verde busca la mía y con una sonrisa estampada en la cara me enderezo hacia él.

—Ya sé la fórmula para lograr que sonrías —añade de pronto.

Mis dedos van a su rostro de forma inevitable y comienzo a tornear sus facciones.

¿Cómo puede haber un ser tan perfectamente esculpido así?»

Su cabello negro está desordenado y está pegado a su frente debido al sudor. Sus preciosos y expresivos ojos verdes que derretirían a cualquier mujer. Sus labios carnosos que hacen que tu interior suplique ser besado por ellos están bordeados por una afeitada barba de color negra.

—¿Te gusta lo que ves? —inquiere de forma juguetona.

—Eres demasiado atractivo —respondo con sinceridad.

Palpo sus labios con suavidad viéndolos, trago grueso por todas las imágenes que llegan a mi mente. Aquel día, junto al árbol.

—Nena, solo tienes que pedirlo —replica de forma sensual.

Su Elegida por ser La Primera IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora