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Londres Año 1706Jaclyn

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Londres
Año 1706
Jaclyn

Di a luz a la criatura más hermosa de todas. Mi felicidad ya tiene nombre y apellido, se llama Kathleen Hendricks. Tras largos meses de tristeza, me dije a mí misma que iba a salir adelante. A pesar del pecado que cometí a dios, de que manchara toda la reputación de nuestro ducado; decidí dejar de sentirme culpable.

Si Dios que es amor, perdona a todos por igual no debo seguir viéndome sucia por algo que sucedió en el pasado, la vida sigue. Y siguió dándome la mejor de las maravillas: ser madre. Mi preciosa Kathleen es todo un ángel, rubia de ojos verdes. Casi parece la copia de Gabriella incluida la energía y chispa.

Yo hasta de niña era más seria y retraída con las personas, pero mi pequeña es luz donde quiera que esté. Con respecto al proceso de embarazo bueno, ni siquiera salía de la mansión. Odiaba ser mirada por todos. La vergüenza me comía, no salía ni al jardín. Pasé por un estado depresivo muy fuerte los primeros meses.

Todo se me juntó, desde la roptura con Nathaniel, el embarazo, que todos se enteraran, que mis padres se indignaran conmigo y que yo deseara morir todo el tiempo.

Siempre fui la hija perfecta, los padres de mis amigas me nombraban como ejemplo a seguir, por mis modales, valores y educación. Mis amigas siempre me apoyaron, cuando se enteraron no se apartaron de mi lado como si tuviera lepra.

Mi angelito les dice a cada una tía, pues así la enseñé. El día del parto pensé que iba a morir, pensé que no iba a poder. Fue muy doloroso y infernal, tanto que desearía no tener que volver a pasar por eso jamás.

Y no lo haré, pues conversaré con mi padre para que luego de mi hermana ser puesta en sociedad partiré a nuestra villa vacacional, en el campo. Me iré lejos y allá criaré a mi pequeña, solas, ella y yo.

Ya tengo claro que solo seremos nosotras dos y nadie más. El amor es algo que está muy lejos de mi alcance, tan lejos como Nathaniel, que ni siquiera dio la cara, él debió haberse enterado de el fruto de nuestra intimidad y jamás apareció. Fue como si la tierra se lo hubiese tragado.

Ni sus padres me dirigieron la palabra, si nos veían a mi pequeña y a mí entrar a algún lugar donde estuviesen, se marchaban. Mi furia crecía al saber que odiaban a mi pequeña. Llegaron a decirle a mis padres que la pequeña no era su nieta, que no era seguro, porque si le abría las piernas a su hijo , se las pude abrir a cualquiera.

Y duele que piensen así, duele y enfurece eso. Si llegué a ese extremo fue porque lo amaba, porque el amor hizo que se me nublasen los sentidos.

Bajo el libro que tengo en mis manos al ver entrar a la biblioteca a Gabriella acompañada de Lisset nuestra prima, Meredith Caldwell, y Natasha Wilkinson. Todas ríen de algo que les causó mucha gracia al parecer.

Me dan un beso en la mejilla cada una y se sientan a mi alrededor. Hoy es día de chicas, pues mañana es el primer baile de estreno en sociedad, en el que se presentará mi hermana.

Su Elegida por ser La Primera IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora