Londres
1706
JaclynEl rostro y la sonrisa ladina del duque hacen que mis manos no dejen de moverse. Mi mente no deja de pensar en eso último que dijo.
—Espero no ser malinterpretado señorita —habla nuevamente.
Mis ojos lo escrutan, cada facción, cada gesto, ¿acaso hay algún hombre más atractivo que él en toda la capital? Lo dudo muchísimo, por esa razón están todas las damas arrebatadas con sus encantos.
—Creo que eso tiene dos formas de enterderse exelencia y no creo que me agrade mucho la primera de ellas.
—¿Por qué no le agradaría? —interroga con sorna echándose hacia atrás y apoyándose completamente en el espaldar.
Cruzo mis brazos a la altura casi de mis pechos y le miro con seriedad.
—No quisiera tener que casarme con un hombre por el cuál no siento absolutamente nada, y mucho menos tener que criar hijos suyos de otra mujer que le haya abandonado antes.
Su mandíbula se pone rígida al instante de escucharme.
—¿Acaso hay algún problema en ello? ¿No sería el caso señorita Jaclyn que yo de igual manera criaría Kathleen como mi hija, cuando a pesar de todo a usted sí la abandonaron?
Sus palabras son tan afiladas que son como dagas fuertes directas a mi corazón. Mis puños se cierran a sus costados, noto su sarcasmo en la voz y es lo que más me irrita.
—Usted lo eligió así su señoría, pero yo no estaría de acuerdo si fuese mi caso —repongo con seriedad y me pongo de pie—, creo que no tenemos nada más que hablar, será imposible para mí esta unión después de todo.
Comienzo a caminar pero su hablar me detiene.
—¿Cree que está usted a disposición de rechazarme acaso?
Su tono hierve en mis venas, me pone tan furiosa su orgullo y autosuficiencia que hace insoportable su cercanía a mí.
—¿Acaso no estoy sola ahora mismo?, me daría igual seguir estándolo exelencia.
No dejo de caminar casi hyuendo de él.
—Gabriella Hendricks...
Escuchar su nombre hace que me frene al instante. Me giro y le miro su rostro tan adusto.
—Eso se llama jugar sucio su señoría —comento un poco airada.
Él sonríe de soslayo y se pone de pie acercándose a mí.
—Ha usted sacado concluciones muy precipitadas señorita, se montó en el primer carruaje, cuando era realmente el segundo.
Mi ceja se eleva entendiendo lo que quiere decir.
—Exacto, a mí no me ha abandonado ninguna mujer. Ni siquiera he dejado hijos en mi mansión. Soy totalmente soltero y nunca antes me he casado.
Mis palabras se quedan atoradas en mi garganta, y literal es como si me hubiese dado un golpe en la cabeza por antes decir lo que dije. Bajo la mirada al suelo sintiéndome apenada ahora mismo.
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Su Elegida por ser La Primera I
Ficção HistóricaA pesar de su educación y valores morales de ese tiempo, Jaclyn hija de los duques de Axxwell, comete uno de los pecados más grandes de su época. Pero a veces lo malo viene acompañado de cosas buenas y lo impío dio un fruto hermoso, su hija Kathlee...