Afrodisiaco

Frustración

Voldemort despertó desnudo después de haberse sometido a un tortuoso ritual, su cuerpo había sufrido recientes mutaciones, dolor era una palabra que no pensaba volver a sufrir desde que creo sus Horrocruxes, Lucius Malfoy, su mano derecha le acompañaba, una vez que su amo despertó y dio por terminado el ritual, sin perder tiempo se acercó a su señor ayudándole a levantarse y prestándole una lujosa manta.

- Mi señor- se inclino con el debido respecto- el ritual ha salido como se planeo.

-Estupendo- se regocijo Voldemort - el plan sale como se espera.

-¿y cuál es el siguiente paso mi señor? Nuestros aliados en el ministerio están ansiosos por verlo en acción, con su nueva apariencia nos sería fácil entrar y dar un golpe de estado desde dentro.

-Siempre tan precavido mi querido Lucius, pero primero hay asuntos que debo resolver...

Voldemort se complació de verse en el espejo, su plan estaba saliendo como lo esperaba, después de tener varios fallos al intentar ir por Harry al fin veía como uno daba resultados. Harry, su Harry ¿Le gustaría verlo? ¿Lo reconocería? Voldemort estaba en duda, desde que el chico entro a Hogwarts los sueños compartidos habían disminuido casi por completo, Voldemort podía ver todo lo que el chico hacia y decía, era un libro en abierto para el, ventajas de que su niño no fuese un experto en Oclumancia, aunque también sabía que por la conexión que tenían él podía verlo, no era consiente de si el lo veía como lo hacía el, ya que Harry era su Horocrux, su preciado Horocrux, cuando Voldemort se enteró que la conexión que tenían era debido a que Harry era su Horocrux no hizo más que reír, nuevamente el destino de decía que el chico era suyo, y si antes tenía sus dudas con respecto a Harry ahora ya no le queda ninguna, el estaba decidido a ir por lo que le pertenecía.

-Encárgate del resto Lucius, me alístate.

-¿Saldrá mi señor?

-Así es, y no quiero que me molesten, pobre de aquel que se atreva a interrumpirme cuando regrese, estás a cargo

-Como usted diga.- Lucius Malfoy dio una última reverencia y se dispuso a salir del lugar, varios elfos entraron inmediatamente y comenzaron a limpiar el área.

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Eran las 12, en una noche a finales de octubre y Harry se escabulle por los pasillos de Hogwarts, estaba en pijama, la noche era helada, y se maldecía por la estupidez que estaba apunto de cometer.

Harry se estaba escabullendo para salir de la escuela y encontrarse con su némesis, al inicio le costo asimilar la situación, habían entrado a su casa a violarlo y Harry en vez de traumarse lo había disfrutado, cada noche durante el verano soñaba con su rival y amante, Harry recordaba como se había resistido las primeras veces, pero había algo en Voldemort que hacía que no se pudiese resistir, su toque, su magia, era adictiva.

Harry no había tenido las mejores muestras de afecto en su corta vida pero no era un tonto, sabía que la forma en que su némesis y el intimaban era diferente, tenían una conexión extrañamente especial, Harry sabía que Voldemort también lo sentía, lo confirmaban sus palabras mientras lo tomaba, la manera en la que lo reclamaba y afirmaba que era de su propiedad, y eso a Harry le gustaba, en lugar de asustarse y tenerle más odio a Voldemort se le hacía sumamente excitante.

Harry corrió al sauce boxeador, una vez aplicado el hechizo paralizante, se escabullo en su interior y se dispuso a recorrer sus estrechas paredes.

Harry maldecía no haberse traído un abrigo que lo protegiera del frío, ni siquiera una linterna, pero llevaba meses sin soñar con Voldemort, y hoy que se le apareció brevemente y le dijera "la casa de los gritos, ahora" hizo caso omiso a su raciocinio y mejor siguió a su impulsividad Grifindor acudiendo al llamado sin dudar.