UN DÍA EN LA VIDA DE FINN

35 7 0
                                    

―Hola ­­­­­­­­­­― = ­­diálogo

«Que habrá de comer» = pensamiento

―――――――――――――――――――――――――――

A la mañana siguiente, Finn se despertó con una incómoda resaca que, afortunadamente, se desvaneció gradualmente bajo el brillo cálido de su marca de dragón. Con un gemido, se levantó de la cama y se dirigió al baño. Mientras el agua tibia caía sobre él, su mente divagó sobre las tareas del día por delante.

Dos días atrás, había tenido un pensamiento fugaz que seguía resonando en su mente. Necesitaba desesperadamente más ropa y equipo para enfrentar las peligrosas situaciones a las que se enfrentaba constantemente. Saliendo del baño, se acercó a una vieja bolsa de cuero que contenía su tesoro acumulado. Al abrir la bolsa y contar las monedas, se dio cuenta de que tenía en su posesión un total de 385 dragones de plata. Ese montón de monedas era más de lo que había tenido en mucho tiempo, y consideró que era suficiente para hacer las compras que tanto necesitaba.

Con determinación, se hizo una nota mental para adquirir un arco y aprender a usarlo. Había reflexionado sobre cómo un arco habría sido una herramienta valiosa en su última misión, enfrentando las águilas en las Montañas Altas. La necesidad de dominar esa habilidad se había convertido en una prioridad en su mente.

Después de vestirse y atar su cabello rubio en una coleta desordenada, Finn notó algo sorprendente. A pesar de todos los combates y adversidades que había enfrentado, su ropa seguía en sorprendentemente buen estado. Ni un solo rasguño o desgarro, y lo más asombroso, su ropa no olía a sudor o suciedad, a pesar de no haberla lavado en días. Este misterio intrigante quedó en su mente, pero por el momento, decidió posponer su investigación y centrarse en sus compras pendientes.

Finn bajó a la planta baja de la posada, donde un delicioso aroma de desayuno lo recibió. Se sentó en una mesa vacía y ordenó una comida que le daría la energía necesaria para el ajetreado día que tenía por delante. Devoró su desayuno con apetito y se levantó, agradeciendo al posadero antes de salir.

Con paso decidido, se encaminó hacia el área del mercado, listo para encontrar todo lo que necesitaba. Su primera parada era encontrar una tienda de ropa o un sastre. Después de un breve recorrido, encontró una encantadora boutique de ropa que ofrecía una variedad de estilos y tejidos. La dueña, una amable mujer con una sonrisa cálida, lo ayudó a encontrar prendas adecuadas y de buena calidad que se ajustaban a su presupuesto. Finn se alegró de poder comprar ropa nueva, ya que su atuendo anterior estaba desgastado y manchado por las numerosas batallas que había librado.

Después de adquirir ropa fresca y cómoda, se dirigió a la armería más cercana. El aroma a metal y cuero llenó el aire cuando entró en la tienda. Finn observó con atención los diferentes tipos de arcos disponibles y seleccionó uno que parecía manejable para un principiante. También compró un carcaj y una docena de flechas de alta calidad. El dueño de la tienda, un fornido forjador de armas, le dio algunos consejos sobre el cuidado y el mantenimiento del arco Finn asintió con gratitud

Con su nueva adquisición y una lista de pendientes tachada en su mente, Finn se sintió optimista. Había invertido su dinero sabiamente y estaba ansioso por aprender a usar su nuevo arco. Su mente volvió brevemente a la misteriosa durabilidad de su ropa, un pensamiento fugaz cruzó su mente. Tal vez su marca de dragón tenía algo que ver con la durabilidad de su ropa y equipo. Pero por el momento, decidió dejar ese enigma en segundo plano y centrarse en su próxima misión.

El hambre de medio día estaba comenzando a hacer estragos en el estómago de Finn, y decidió aprovechar el día para probar el local que Hares, su compañero de aventuras, le había recomendado durante su último viaje a la ciudad. Con la descripción del lugar y algunas indicaciones vagas en mente, se dirigió en busca de ese lugar prometedor.

El Viaje del EquilibrioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora