por todo el tiempo que llevabas la cabeza sumergida en los apuntes y tu computadora habías olvidado completamente en tu pequeña novia quien se acomodaba a tu lado en el piso. ambas estaban sentadas en el centro de la sala de estar de tu departamento, donde habían dos sillones resguardando una mesita de café en el centro, donde justo se encontraban ustedes. tú por tu lado y jiwon por el otro. ella había asentido dulcemente al decirle que ibas a estudiar e ibas a estar ocupada, se mantuvo en silencio todo el tiempo aunque a veces trataba de sacarte de tu burbuja de estrés al decirte algo aleatorio o mirarte con amor desbordando de sus ojos. al darte cuenta que ya casi terminabas con tus cosas, decidiste tomar un vistazo fugaz hacia la tarea tan importante que había adoptado tu novia, quien en cuanto sintió unos ojos sobre ella, se inquietó.
— ¡no mires!— y se tiró sobre la mesa tratando de cubrir su misterioso trabajo—.
reíste bajito y llevaste una mano a su espalda, haciendo círculos con ternura.
— está bien, princesa. no miro.
sin más, volviste a lo tuyo y liz pudo volver a lo suyo con tranquilidad, o al menos lo más que podía, ya que cada tanto miraba de reojo para asegurarse que no la espiabas.
una vez el estudio se había completado, cerraste todos los libros y cuadernos, mientras comenzabas a apagar tu computadora y esperabas el proceso, volviste a mirar a la preciosa de ojos grandecitos. había lápices de colores, crayones y muchas cosas de color esparcidas sobre su pequeño espacio, reparaste también en las botellitas de leche de frutilla que estaban a su alrededor, le gustaban tanto que siempre te asegurabas de tener de más para cuando ella visita.
— ¿entonces...?— preguntaste despacio—.
— ya casi termino, son detalles.
su manito se movía con mucho cuidado al colorear, su rostro estaba tan concentrado que sutilmente fruncía las cejas y se mordía el labio, tenía que quedar todo perfecto y se estaba asegurando de que cualquier rinconcito por más mínimo e invisible que sea esté en buen estado. una vez que tu computadora ya se había apagado, la cerraste y guardaste todo en la mochila. te levantaste para dejarla en tu habitación y al volver notaste que liz había terminado. te miraba, esperándote. había una hoja dada vuelta sobre la mesita que también esperaba por su revelación.
liz se moría de nervios.
tomaste asiento, esta vez pegada a ella y la miraste.
— ya está listo...— murmuró tímida—.
— muéstrame entonces, por favor— le sonreíste mientras entendías tus manos para recibir—.
soltó un suspiro, tomó la hoja entre sus manitos y la dejó sobre las tuyas. al darla vuelta, te encontraste con el dibujo más precioso que podías ver. te acostumbraste a siempre tener notitas o dibujos de tu novia, pero siempre eran pequeños y rápidos de hacer, era el primer dibujo de tamaño considerable que te hacía. en un parquecito, de picnic, se encontraban dos gatitos que suponías eran ustedes dos. dive siempre le había dicho que parecía un gato y ella se aseguraba de parecerse, por lo que también tenías que ser uno, tal y como ella, además de que entre las nubes que había detallado para hacerlas ver esponjosas estaban sus nombres unidos por un corazón. tu sonrisa era grande y se te habían atravesado todas las palabras a la vez, no podías decir nada. alzaste la vista para intentar felicitar a tu novia y solo pudiste reírte al verla.
sus ojitos estaban ansiosos y sus mejillas estaban iluminadas de un color rosa, tenía las manos juntas en lo que jugaba con sus dedos y esperaba impaciente un comentario tuyo. ¡era tan preciosa!
— mi amor, es bellísimo— dejaste el dibujo sobre una mano así con la otra podías atraerla a tu cuerpo y abrazarla para llenar de besitos su mejilla con calor—.
se escondió en tu cuello y soltó un chillido.
— ¿jiwon hizo todo esto sola?— le preguntaste, esperando que saliera de su escondite—.
salió un poquito, asintiendo con la cabeza.
— wa, ¿y para quién es el dibujo?— aún sabiendo la respuesta, querías escucharlo de su voz—.
— ¡para mi novia!— dijo emocionada— ¿sabes cuántas veces borré mi gatito?, ¡estaba feo! pensé en tirarlo muchas veces pero no podía rendirme tan fácil.
— está hermoso, cariño, ¿qué te parece si lo ponemos en el refrigerador?
y por el brillo que apareció en sus ojos y en su carita, no hacía falta que te dijera algo al respecto.
— ¡sí, sí!, ¡vamos!
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lo siento pero jiwon es una BEBÉ, nadie puede convencerme de que no sería este tipo de novia.
