lee hyunseo : unnie

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leeseo nunca le había prestado atención suficiente a sus pensamientos y sentimientos. lo único que ella sabía era que adoraba mucho a su unnie favorita y que su cariño por las demás no era el mismo. suponía que era solo favoritismo y admiración.

caminaba apurada, miraba hacia el piso mientras sus manitos se hacían un puño y por momentos miraba hacia arriba para evitar chocar contra algo o alguien. estaba saliendo de su secundaria y solo quería llegar rápido a su camioneta. la camioneta que la llevaría a su dormitorio y por ende, a su unnie.

había tenido el día más pesado de todos y venía siendo una seguidilla de días iguales, lo que la traía más cansada de lo normal. no podía entender el por qué sus compañeros solo se concentraban en ella si iban a la escuela a estudiar y educarse, y eso último era lo último que hacían. no la dejaban tener sus pequeñas siestas en el recreo, ni prestar atención a las clases, constantemente buscaban, aunque sea, la más mínima interacción con ella.

recordaba muy bien el primer día que había vuelto al dormitorio, yendo directamente contigo a contarte sobre 'genial' día de clases.

"y... y... me pidieron muchas firmas, ¡me preguntaban todo! hice muchos amigos, unnie."

a esa pequeña princesa no podías romperle la burbuja de ilusión tan rápido por lo que le mantuviste el ojo de cerca y hablaste con ella los siguientes días. solo querías que se cuide de la mala gente.
desde entonces se había decepcionado bastante, ¿es que acaso sus compañeros eran tan feos de verdad?

de tanto pensarlo se le escapó un suspiro antes de entrar al vehículo.
no olvidó saludar al manager, tan educada como siempre, pero eso fue todo lo que habló en el viaje. su mente estaba dispersa. pensó que al entrar a la secundaria solo iba a tener que preocuparse de estudiar y aprobar con la mejor nota en sus exámenes y materias; ahora resultaban sus compañeros ser otra cosa de la que tenía que cuidarse.

con los pasos cansados y la mochila pesada llegó por fin al dormitorio, dejó sus zapatos en la entrada y se adentró, donde cada vez se acercaba más al olor de algo siendo cocinado.
su estómago se hizo escuchar para avisarle que aquello le había dado hambre.

— ¡hola, leeseo!— saludaron algunas chicas sentadas en el sofá, mirando alguna serie—.

— ¡wa!

pero leeseo no les prestó atención, sus ojos ya habían sido atrapados por la cocinera quien le hizo iluminar la carita apenas la vio.
sonrió con alegría y se acercó a abrazarte.

— sí. que bien— wonyoung rió bajo al haber sido ignoradas por la menor—.

— ¡hola, unnies!— saludó por fin la pequeña, asomando la cabeza desde tus brazos y moviendo su manito—.

— ¿cómo fue tu día hoy?— le diste unas palmaditas en la espalda mientras que la otra mano acomodaba pequeños mechones de su cabello—.

— uhm... bien. estoy cansada y tengo hambre.... y eso se ve bien— respondió, levantando la cabeza para mirarte—.

en ese segundo leeseo se percató de la cercanía en la que estaban.
¿habías sido tan hermosa siempre?
sí. la respuesta siempre es sí. sin embargo necesitaba examinarlo de cerca.
¿por qué tus ojos le daban tanta calma? y, ¿por qué quería ser la única a la que miraras?, tu nariz adornaba perfectamente toda tu carita, al igual que tus cejas y tus pestañas que siempre resaltaban.
por último, tus labios. aquellos que siempre esbozaban la sonrisa favorita de leeseo en el mundo. solo ahora que estaba tan cerca tuyo podía admirar la linda forma que tenían.

— leeseo— la llamaste cálidamente, con tanto amor que la menor se derretía en su lugar. tenía una sonrisa pequeña que la delataba y no lo sabía. subió su mirada para encontrarse con la tuya y levantó las cejas para que continuaras hablando—, ¿quieres algo en especial?

le tomó unos largos segundos entender la pregunta, cuando finalmente entendió, sonrió más y las mejillas se colorearon solitas de rojo. reíste despacio, de repente nerviosa por como actuaba la más pequeña.
estiró los labios, pensando que no iba a recibir nada más que un beso al aire. no contaba con que ibas a dejarle un beso chiquito, tan fugaz que no le daba tiempo de pensar que realmente tus labios habían tocado los suyos.
su carita se transformó en pura emoción, se le escapó una risita tierna y dio saltitos en su lugar.

leeseo ahora entendía todo.

— ¡unnie!— llamó con emoción, pero procurando que la charla no saliera de la burbuja que se habían creado—. ¿puedo tener más de esos?— hizo puntitas de pie y se mordió el labio, todavía sin borrar la sonrisa que tenía—.

la tigre bebé no tenía ni un poquito más de espacio de emoción en el cuerpo.

la tigre bebé no tenía ni un poquito más de espacio de emoción en el cuerpo

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