CAPÍTULO 8

67 5 0
                                    

Louis ayudó a Harry a levantarse lentamente de la camilla de hospital que había en aquel pequeño centro médico ubicado en un sótano de la ciudad.

Sus alas pardas crecieron detrás de su espalda y se desplegaron.

Louis no sabía que la toxina de los demonios era una muerte segura para los ángeles. Cuando Zayn se lo dijo, se le aceleró tanto el corazón que pensó que se iba a morir.

Había necesitado todo su poder para darle paz y consuelo a Harry mientras Zayn hacía todo lo que podía para filtrarle la sangre y eliminar la toxina. Ahora estaba muy contento de que la dueña hubiera elegido al líder vampiro para que hiciera de anzuelo.

Cuando el ángel se desplomó sobre el suelo ya era demasiado tarde para llamar al doctor y la enfermera no serviría de nada. El conocimiento que tenía Zayn sobre el funcionamiento de la sangre y sobre cómo eliminar el veneno de una forma rápida y efectiva había sido lo único que lo había salvado.

Louis no había sido capaz de hacer nada por él.

Excepto dormirlo.

Y a pesar de ello el ángel había despertado a mitad del procedimiento.

Le había dicho que lo había oído. Pero él no había dicho su nombre ni había pronunciado una sola palabra durante todo el tiempo que Zayn se había estado ocupando de su herida. ¿Lo habría oído hablando con el vampiro o habría oído otra cosa?

Harry estiró el brazo y le acarició la mejilla.

—Estás asustado —le susurró.

Louis lo miró a los ojos. Los reflejos dorados que brillaban entre el verde apenas cambiaban de posición.

—Casi te pierdo.

El ángel sonrió, pero a él no le pasó desapercibido que lo hacía con contención. Estar de pie le estaba resultando doloroso.

—Has dicho que me habías oído.

Hubiera sonado ridículo que le preguntara lo que de verdad le quería preguntar, quizás se hubiera reído de él por pensar esas tonterías. Pero ¿y si era verdad? ¿Y si lo había oído y no había sido su voz la que lo había llamado?

Se sobresaltó cuando Harry posó la mano con fuerza sobre su pecho, sobre su corazón. Él lo miró, deseó poder tocar su piel en lugar de sentirlo sobre su camisola negra. Necesitaba sentir sus manos sobre su cuerpo, cálidas y cuidadosas, haciéndolo sentir vivo.

—Tú me pediste que volviera —le susurró. Luego le tomó la mano y la colocó sobre su pecho desnudo, justo encima de su corazón. La mantuvo allí y la presionó sobre su cálida carne. Él lo miró a los ojos—. Te oí, Louis. No en mis oídos, sino aquí, en mi corazón. Del tuyo al mío.

Un escalofrío le recorrió de pies a cabeza.

Al verlo tendido en la cama, sangrando, muriéndose, había sido incapaz de encontrar su voz para hablarle y pedirle que volviera con él. Lo había hecho en silencio. Le había llamado con todo su corazón. Le había dicho que lo necesitaba. No importaba que lo que había entre ellos estuviera prohibido.

Louis se estaba enamorando de él.

Cerró los ojos cuando Harry se inclinó hacia adelante y lo besó. Con suavidad y delicadeza. Aquel beso le agitó los sentidos, lo calentó por dentro. Casi lo pierde. No quería que pasara eso: le necesitaba demasiado.

El ángel siseó e inspiró con fuerza.

Se puso la mano sobre el costado y Louis abrió los ojos de par en par cuando vio que las manchas de sangre que tenía sobre las vendas crecían y empezaban a supurar. Tres manchas rojas ensuciaban las vendas blancas.

ÁNGEL CAZADOR DE DEMONIOS (LS AP)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora