Juntos para Siempre. Gruvia

19.

Instintivamente trato de abalanzarme sobre Juvia para protegerla con mi cuerpo pero el cinturón de seguridad me detiene, veo venir un coche directamente hacia nosotros, directamente hacia Juvia, ya es tarde. Escucho un gran estruendo y siento una gran sacudida, el auto está siento arrastrado por el que nos chocó debido a la velocidad a la que iba. Siento que me duele mucho la cabeza, estoy desorientado pero no quiero perder la conciencia, quiero proteger a Juvia pero es imposible, mis ojos se cierran y solo hay oscuridad.

No sé cuánto tiempo ha pasado, sigo en el auto, en el piloto, un gemido de dolor se me escapa cuando intento moverme, no puedo ubicarme o pensar con claridad, solo siento mucho dolor.
Vuelvo a ver el asiento del copiloto y la veo.
Su cuerpo está atrapado con la puerta destrozada del auto, está inconsciente y veo mucha sangre, hay tanta que ni siquiera distingo de dónde es que proviene. Parece que también tiene una herida en la cabeza ya que hay mechones de su cabello normalmente azul, ahora rojos.

Me quedo en shock ante esta escena, quiero gritar pero nada sale de mi boca, siento las lágrimas en mis mejillas y un inmenso dolor en el pecho, no por el accidente sino por lo que mis ojos están viendo. A lo lejos escucho el sonido de una sirena acercándose y es lo que me hace reaccionar.

- Juvia! JUVIA!!!!! NOOO!

Quiero tocarla, quiero comprobar que aún respira, quiero hacer algo por ella pero está tan mal que no sé qué hacer primero.
Veo a mi alrededor y es hasta ese momento que me doy cuenta que estamos rodeados de gente, tratan de ayudar, tratan de abrir la puerta a mi lado para ayudarme.
Sinceramente no sé qué tienen en la cabeza, yo no importo, tienen que salvar a Juvia!

Al ver todo esto, logro salir del trance, con dolor salgo, me quito el maldito cinturón de seguridad e intento acercar a Juvia hacia mí pero una voz me detiene, me dice que no la toque o podría matarla si es que aún vive. Estoy desesperado, no paro de temblar, los bomberos me sacan del auto e intentan recostarme en una camilla pero yo no puedo quedarme quieto, sigo gritando su nombre, es todo lo que puedo hacer, les  digo que me dejen en paz, que yo no importo, que saquen a Juvia de ahí ya porque se está muriendo.
Los paramédicos intentan controlarme pero yo me resisto, no pienso ir al hospital ni a ningún lado sin ella, sin ver que sale de ahí y que sigue con vida, de repente siento un pinchazo en el brazo. Me han inyectado algo, todo empieza a oscurecerse de nuevo, me alejan de ella. Me atan a la camilla y me inmovilizan, me suben a la ambulancia y caigo inconsciente otra vez.

Despierto y lo primero que veo es el techo blanco del hospital, hay luces muy fuertes que me ciegan un poco, siento el olor característico de los hospitales, un olor a desinfectante, desagradable.
Intento levantarme pero es inútil, siento mucho dolor, no puedo ni mover la cabeza, es ahí cuando me doy cuenta que llevo un collarín cervical, rodea mi cuello por completo y me impide mover mi cabeza.
- Juvia.... - digo.
Mi voz se oye apagada, como si llevara mucho tiempo sin hablar, a penas la reconozco como mía.

- ¡Ha despertado! - escucho decir - tranquilo, no debes moverte demasiado, espera, llamaré a la enfermera o a un médico - es Natsu, al ponerse de pie ha entrado en mi campo de visión.

- Espera - digo - ¿Dónde está Juvia?

Me ve con lástima en los ojos, lo conozco bien, no sabe qué decir, es obvio que son malas noticias y eso solo me desespera más. Trato de moverme de nuevo, levantarme y repito más fuerte:

- Natsu, dime qué pasó con Juvia. ¿Cómo está ella?
- Tranquilizate viejo, ya tendremos tiempo de hablar, ahora debo ir por un médico para que te revise y avisar a tu padre que estás despierto.

- Natsu! No te vayas y respóndeme - digo - sin embrago, me ignora y sale de la habitación.

Maldigo internamente, quiero moverme pero estoy tan débil que me es imposible, no puedo ni siquiera sentarme en la cama y necesito saber qué carajo está pasando.
Minutos después llega un hombre algo viejo, de bata blanca y cabello negro, luce algo cansado. Escucho la voz de mi padre antes de verlo.