Novia por treinta días

21

POV JENNIE.
Día DIECISIETE

—Adiós, Lili. Te echaré de menos.—lloró Joo-hyun cuando mi madre detuvo el coche delante del aeropuerto.

—¿ “Adiós, Lili”? .—Le sonreí desde el asiento delantero—. ¿Y a mí qué?

—Tú no eres Lili.—Se limpió los ojos, y yo me aguanté la risa.

Salí del coche y abrí la puerta trasera de Lisa.

—Creo que tienes que darle unos minutos a Joo-hyun para que pueda llorar su pérdida.

Ella se rio.

—Se los daré. Siempre podemos volver si tú…—No terminó la frase—. Me he olvidado de que eran solo treinta días. De todas formas, creo que podría cuidar mejor de un gatito que de un pony, así que quizá puedas regalarle uno para su próximo cumpleaños.

—Podemos volver, Lisa.—La besé en la frente y abrí el maletero.

Empecé a descargar el equipaje, pero Taehyung apareció e insistió en hacerlo él mismo. Miró a mi madre cuando abrazó a Lisa para despedirse. Después sonrió al ver a las dos tratar de rescatar a Lili de las manos de Joo-hyun.

—Me gustaría disculparme contigo.—me dijo Taehyung—. Bueno, más bien me gustaría hacerlo antes que nada.

—¿Por qué? .—Alcé una ceja y esperé recibir una dosis de sarcasmo.

—No sabía que estabas haciendo todas esas cosas por mí a escondidas, así que siento haber pensado lo peor.—Hizo una pausa—. Sinceramente, pensaba que tu compromiso con Lisa era solo una burda estratagema que había urdido Jisoo, y también lo siento por eso. Pero si la manera en que me habló quiere decir algo, es que las dos estáis hechas la una para la otra. -Sonrió-. Estoy deseando ir la boda, si me invitas.

—Claro que te invitaré.

Dudé de si debía contarle la verdad o no. Pero, claro, en los últimos días mi compromiso con Lisa no había parecido en absoluto fingido ni forzado. Para ser sincera, no estaba segura de querer que terminara.

—Es mejor que te marches ahora que sigue estable, Jennie.—bromeó mi madre señalando a Joo-hyun—. Ya nos costó demasiado que accediera a dejar marchar a tú sabes quién.

Le di un abrazo a mi hermano y prometí hacer más visitas durante los meses siguientes. Después me acerqué a mi madre, le di un beso en la mejilla y le prometí lo mismo.

Cogí a Lisa de la mano y, a diferencia de la última vez que habíamos estado en el aeropuerto, no discutimos ni nos separamos la una de la otra.

Dos horas más tarde, cuando nuestro avión estaba despegando, me acerqué a ella y le quité el auricular del oído izquierdo.

—¿Sí? .—Me miró y sonrió—. ¿Vas a sugerir otra modificación al contrato?

—No.

Acerqué su cara a la mía y la besé en los labios. No la solté hasta que se quedó completamente sin aliento.

—Para.—Se separó de mí y meneó la cabeza—. Para ya.

—¿Pasa algo?

—Sí.—Parecía confusa—. No me beses así.

—Así, ¿cómo?

—Como si esto fuera real.

La acerqué hacia mí y la besé de nuevo.

—Lo es.