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POV JENNIE.
DÍA VEINTITRÉS

—Así que cree que sería una buena asistente ejecutiva porque… ¿qué? .—Jisoo miró a la última candidata, una graduada (supuestamente) en Duke que había escrito mal su dirección en el currículum.

—Pues porque tengo un vestuario genial, igual que su antigua asistente, Lisa. Y si las cosas no funcionan bien entre ellas dos, creo que podría ser una segunda esposa fantástica.

Por Dios

—Gracias por venir, Rachel. —No había necesidad de hacer más preguntas, y ya estaba harta de todas esas estupideces por ese día—. Seguiremos en contacto.

Le estreché la mano y, cuando salió de la habitación, fundí a Jisoo con la mirada.

—Vale, vale. —Levantó las manos—. Iré a hablar con Recursos Humanos ahora mismo. Voy a suspender nuestra política de “todo el mundo merece al menos una entrevista”.

—Gracias.

Se marchó y, unos segundos más tarde, alguien llamó a la puerta.

¿Lisa?

—¡Adelante!

La puerta se abrió, pero no se trataba de Lisa en absoluto. Era su chófer personal, Vinnie.

—Señora Kim, ¿puedo hablar con usted un momento? .—me pidió.

—Claro. Cierre la puerta al pasar.

Él obedeció y caminó hasta mi mesa. Por algún motivo, parecía más nervioso que nunca.

—¿En qué puedo ayudarle, Vinnie?

—He recibido una carta en mi buzón de la empresa esta mañana. —Se la sacó del bolsillo trasero—. Dice…— “… gracias por cuidar de uno de los activos más valiosos de Kim Industries durante los dos últimos años, y por ser leal durante diez”.

Dejé el bolígrafo sobre la mesa

—Lo sé. ¿Qué ocurre?

—Bueno, había un cheque dentro que equivale a mi sueldo multiplicado por treinta años y un aviso de rescisión que empieza después del último día de la señorita Manoban. —Se rascó la cabeza —. No me quejo en absoluto, solo tengo curiosidad por saber por qué me deja marchar con una indemnización por despido tan alta. ¿No necesitará un chófer personal para su próxima asistente ejecutiva?.

—No necesariamente.—le respondí—. La señorita Manoban es la única asistente ejecutiva a la que he concedido un chófer personal por cortesía de la empresa. El resto de mis asistentes lo han compartido con mi secretaria y el equipo ejecutivo, y creo que haré lo mismo con la siguiente. Si es que alguna vez la encuentro, claro está.

—Ah, ya veo. —Sonrió—. ¿Ha sido también la única asistente ejecutiva que ha recibido vales de compras y spas ilimitados en su nombre para cualquier lugar de esta ciudad? ¿La única que ha tenido acceso a su jet privado para sus viajes?

—Creo que ambos sabemos la respuesta a eso, Vinnie.

—Pero ella no.—contestó, mirándome directamente a los ojos—. Ella no tiene ni idea…

 Novia por treinta díasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora