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POV LISA.

Le di a la tecla de ignorar a la que era la vigésima llamada de teléfono de la señora Kim ese día y en su lugar le envié un bonito mensaje:

Para cualquier cosa que necesites (siempre que no sea ESO), envíame un correo.

No podía creer que me hubiera pedido matrimonio, y debería haber sabido que ocurría algo cuando Jisoo me envió un mensaje sobre mi talla de anillo la noche anterior. Pero es que nunca se me habría ocurrido eso.

Abrí mi portátil y entré en nuestro portal de contratos pendientes. Quería ver cuál de ellos podría merecer el suplicio de pasar un mes entero mintiendo. Tardé todo un minuto en encontrarlo.

Acuerdo Watson por valor de cinco mil millones de dólares con una directora general de familia…”.

Cerré los ojos y suspiré.

Habíamos trabajado juntas en los entresijos de dicho acuerdo justo antes de que se marchara el anterior director financiero, y estaba claro que sin ese trato y lo que ella conllevaba, otros fallarían en los próximos años.

De todas formas, tiene que haber una alternativa mejor que conseguir una prometida falsa para cerrarlo

—¿Momo? .—Pulsé la tecla del interfono unas horas después.

—¿Sí, señorita Lalisa?.

—¿Podría hacer una copia de los archivos de Watson y traerlos?.

—Sin problema. En cinco minutos se los llevo.

Terminé la llamada y envié un correo a nuestro departamento de investigación. Mientras organizaba mis notas, Momo entró en mi despacho con una taza de café.

—Aquí tiene, señorita Lalisa —dijo, colocándola sobre mi mesa—. ¿Necesita algo más? ¿Café?

—Eso no es una copia de los archivos de Watson, Momo.

—Lo sé. —Bajó la voz—. La señora Kim me ha dicho que lo único que tenía permitido traerle hoy era café.

—¿Perdone?.

—Ha dejado muy claro que me despediría si no cumplía sus órdenes. ¿Quiere más café?.

—No, gracias. —Esperé a que saliera de mi despacho y llamé a Vinnie.

—A su servicio, señorita Lalisa.

—Vinnie, ¿por casualidad está usted
en el garaje?.

—Sí, lo estoy.

—Genial. Me he dejado el maletín y una caja de documentos en el asiento trasero del coche esta mañana. ¿Puedo bajar a verle para recogerlos?.

—No es necesario, señorita Lalisa. Yo mismo se los llevaré.

Colgó, y me di cuenta de que había escrita una nota en la tapa del café que me había traído Momo:

Ven a mi oficina y lee el contrato. AHORA.

Jennie Kim

La tiré a la basura y negué con la cabeza.

Me moría por ver la cara de mi hermana cuando le dijera el motivo por el que Jennie había querido reunirse conmigo por la mañana.

Pasados unos segundos, se abrió mi puerta y Vinnie entró con otra taza de café.

—Pero qué… —Me crucé de brazos.

—Lo siento, señorita Lalisa. —La colocó sobre mi mesa—. Tengo órdenes de la señora Kim con respecto a todo lo que me pida hoy, y no se me permite llevarla a casa hasta que ella me lo diga en persona.

 Novia por treinta díasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora