II.

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Alex se siente muy intranquilo.

En el momento que ingresó al palacio, un olor a roble y cítricos llegó a su olfato, pasando por encima del ungüento y poniéndolo ansioso no sólo porque era un olor bastante agradable, también porque su alfa estaba demandando encontrar el origen y eso sólo podía significar que un omega era el que despedía tal aroma.

Un codazo en sus costillas lo hizo volver momentáneamente a la realidad.

-Enfócate, Alex, ahí vienen los príncipes y los duques.

-Que emoción.

Franqueado por June y Nora, Alex se sentía ridículo en su traje y en la situación. Había demasiada gente blanca a su alrededor, con modales extraordinarios seguramente y cuyas enseñanzas sabían qué hacer con el montón de cubiertos de las mesas. Philip y Martha llegaron con ellos y se saludaron.

-Un gusto tenerlos con nosotros- dijo Martha con una gran sonrisa. Alex podía sentir su felicidad y su sinceridad en sus palabras.

-Muchas gracias por invitarnos- June respondió y le dio la mano a Philip.

-Que tengan una buena velada-correspondió el duque pero no la miró.

El alfa de Alex se agitó ligeramente. Philip estaba siendo bastante hosco y a diferencia de Martha, él no estaba contento de tenerlos de invitados. Philip notó el choque que estaba teniendo y se irguió más, pero Martha lo tomó de la mano y con una sonrisa de disculpa, jaló discretamente a Philip hacia el salón.

-Qué imbécil eres-le dijo rápidamente Nora al oído y Alex se encogió de hombros. Él nunca había tenido miedo de enfrentarse a otros alfas tan idiotas como parecía ser Philip.

-¡Qué guapos se ven los tres! Mucho gusto y encantada de tenerlos aquí- la princesa Beatrice llegó mirándolos con adoración y Alex casi se queda embobado. La mujer era muy bonita en persona; las fotografías nunca le hicieron justicia y por un momento pensó que ella era la que desprendía el olor tan fuerte que le llegaba cada vez con más potencia. Pero enfocándose en ella, notó que en realidad no era así. Beatrice era una alfa, de aspecto omega, pero alfa al final y su atención se había concentrado en Nora. Nora también se había quedado prendada de Beatrice y sin decir nada más, ingresaron juntas al salón.

-Perdimos a Nora.

-Cállate.

-Hermanos Claremont-Díaz, un gusto conocerlos por fin.

Henry llegó con ellos, luciendo impecable y bastante, muy, atractivo. Con casi 1.90 de estatura, hombros anchos, sonrisa de galán de telenovela, mejillas sonrosadas y un aroma a roble y cítricos que mareó a Alex por un segundo...

-El gusto definitivamente es nuestro, Alteza- dijo June bastante contenta por conocer a su eterno crush.

Pero Alex no pudo responder de inmediato. ¿Por qué diablos Henry desprendía tal aroma si era un alfa? Tenía toda la pinta de serlo, con la seguridad y soberbia que sólo un alfa podía transmitir y seguramente la Reina lo hubiese asesinado desde que nació si fuese omega... Su propio alfa se sacudió inquieto y Alex lo obligó a tranquilizarse.

-Que tal, un gusto, príncipe-alcanzó a balbucear Alex, no muy seguro de qué debía decir. Pero Henry lució complacido, sonriendo más amplio y desapareció entre la gente del salón.

-Puedes quitarle la mirada, ese hombre definitivamente va a ser mío.

-¿Qué?

Sin darse cuenta, Alex lo había seguido con los ojos, incluso cuando Henry ya no estaba a la vista.

Cítricos y JazmínDonde viven las historias. Descúbrelo ahora