XII.

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Dos semanas después...

Encerrado en la biblioteca, con un montón de libros que ahora parecían inútiles y los archivos que su mamá le había dado, Henry seguía revisando, haciendo anotaciones y comparando información.

En este último par de semanas, su comunicación con Alex había sido reducida a nula, pero había determinado que esto no le afectaba (no tanto) y de cualquier manera no eran novios así que Alex no le debía explicaciones y podía seguir con su vida y seguir con la farsa de la que ahora tomaba parte que era conocer a su futura esposa.

Si era sincero consigo mismo, no lograba entender qué diablos había sucedido entre Alex y él. Después de la colgada intempestiva aquel día, el hombre ponía mil pretextos para ya no recibir llamadas y tampoco hacerlas, además de las conversaciones por whatsapp se hacían más y más espaciadas. No quería sonar desesperado ni tóxico así que no preguntó nada y aunque pretendía que todo estaba bien, sí le había dolido. Lo que más lo carcomía era no saber si había sido su culpa y si era así, arreglarlo, pero el silencio de Alex sólo lo ponía más ansioso. Aunado al estrés que le producía los encuentros con las candidatas hacía todavía más miserable su vida.

La reina no era tonta, él lo sabía mejor que nadie. El que le preguntara si Alex había venido por cosas más allá de la amistad sólo confirmaba que la mujer era más perspicaz de lo que parecía, además había estado enojada por el montón de rumores y especulaciones que surgieron, teniendo en cuenta la relación no tan amigable entre ambos países. Aunque aceptara su respuesta de que el primer hijo había llegado sólo porque son amigos, se había prevenido y adelantado esta situación del cortejo y próxima boda. No es que fuera una sorpresa, su madre misma le había comentado que esto ya estaba próximo a suceder. Pero había sido demasiado pronto y estar en aquellas citas con las chicas era más y más tedioso. Ya se había ganado unas cuantas regañadas por no ser lo suficientemente encantador, aunque no podía evitarlo. De cualquier manera, trataba de poner su mejor cara porque ellas no estaban en mejor situación que él.

Ojalá lo suyo con Alex hubiera durado más, así no estaría rumiando su miseria. Los únicos que lo aguantaban eran Percy, quien ya lo había regañado por hacer ejercicio de forma excesiva "sé que no te gusta, pero eres un omega, Henry. Castigar así tu cuerpo sólo te va a matar" pero era la única manera que había encontrado de tratar de drenar la tensión que acumulaba cada vez más, aunque terminara adolorido; y su hermana quien le dijo que muy a su pesar, le habían dado la orden de entrevistar junto a Philip a las candidatas para escoger a las más adecuadas. Al final de la tarea, fue echada de Buckingham de forma indefinida por haberle dicho bruja a la reina.

No tenía nada de lógica sentirse como se sentía, la relación entre Alex y él era meramente física, y tenía que recordarse eso todos los días. Pero por primera vez desde que era un omega había experimentado cosas que no sabía que podía y se había sentido verdaderamente bien. También había sentido que podía ser un omega sin restricciones y eso de alguna manera le aterraba, porque él odiaba serlo.

Así que hacer esta investigación ya no tenía sentido, pero ahora que la tenía en sus manos, debía al menos develar lo que en realidad había pasado.

Había ya descartado algunas cosas, que eran cartas oficiales, donde seguían refiriéndose a Harold como rey y en algunas mencionaban a su consorte Anthony, además de referirse a William como príncipe. Tomó unas hojas rotas y manchadas que se habían unido con cinta. Parecía una especie de diario y tenía la caligrafía bien entrenada de Harold.

[Abril, 1427.

He caminado por el pueblo, manchándome las botas del fango producido por la bendita lluvia de anoche. Los plebeyos se han acercado, ofreciéndome parte de sus limitadas cosechas, pero las he rechazado. Me han llenado de lisonjas y están contentos de que yo seré rey.

Cítricos y JazmínDonde viven las historias. Descúbrelo ahora