【Este libro contiene pequeños cortos sobre el ship Shadowpeach de Legó Monkie Kid, basadas en pequeñas ideas que se me ocurren o me puedan compartir, o incluso sacando ideas de películas o series.
En fin espero que lo disfruten, así como yo disfrut...
El azabache detuvo su caminar, cerró los ojos un segundo y soltó el aire que llevaba reteniendo desde hacía rato, ese que se le había quedado atorado en su pecho durante toda la discusión...
Estaba agotado, cansado de pelear, de dar vueltas, de fingir que no le dolía
Solo quería irse y desaparecer un rato...
Pero Wukong no se lo estaba poniendo nada fácil... Aunque nunca lo hacía.
Se giró para mirarlo, y no necesitó un espejo para saber que su expresión no era precisamente amable, bastó con ver cómo el sabio se quedaba callado y desviaba la mirada para saberlo.
Si Wukong creía que iba a ganar esta discusión, estaba muy, pero muy equivocado.
Por muy doloroso que fuese admitirlo, sabía que esta era la única pelea que podía ganarle a Sun Wukong, porque él jamás admitiría que albergaba sentimientos por él, no lo hizo en el pasado cuando estaban bien, cuando reían y se entendían sin palabras, así que menos lo haría ahora, cuando ni siquiera habían definido si eran amigos o solo aliados que se toleraban porque ambos le tenían cariño a MK, y este quería verlos llevarse bien.
Se cruzó de brazos con una actitud desafiante.
—Mírame a los ojos y dime que me amas— su tono de voz demostraba lo cansado, lo harto que estaba de todo este numerito.
Estaba seguro de que Wukong le diría cualquier cosa, cualquier mentira, y eso estaría bien, porque solo le pidió eso para dejar claro su punto y cerrar el tema de una vez por todas, sabía cómo funcionaba esto, Wukong jamás sería sincero... Esa era la cruda realidad de la que el guerrero llevaba siglos huyendo.
—¿Quién es el coba-?—
—Te amo— lo interrumpió.
Parpadeó.
Bien, eso no se lo esperaba.
Pero tampoco se concentró lo suficiente como para escuchar sus latidos y saber si le estaba mintiendo.
—De nuevo—
—Te amo— repitió, sin dudar.
Su maldito corazón traicionero latió con fuerza al oír de nuevo esas palabras... Ah, esas malditas palabras que había querido escuchar durante mucho tiempo y que ahora parecían derretir todo el odio que le quedaba.
—De nuevo— sin darse cuenta lo pidió de nuevo.
—Te amo— lo decía con tanta seriedad, con tanta convicción que asustaba.
Sus orejas no mentían, nunca lo hacían, Wukong lo estaba diciendo de verdad, no era una mentira, no era un truco barato... Lo amaba de verdad.
—De nuevo—
—Te amo— su mirada estaba cargada de preocupación, de esas que no se podían fingir.
—De nuevo— esta vez apartó la mirada, quería saber si sus palabras seguirían afectándolo, aunque no lo mirara, y aunque escuchó los pasos del contrario acercándose, no flaqueó ni un poquito, se mantuvo firme.
—Te amo—
—Otra vez...—
—Te amo, Mihou— dijo con suavidad, acariciándole la mejilla hasta lograr que lo mirara —te amo mucho— repitió sin que se lo pidiera esta vez, solo porque quería decirlo.
—Si... Yo también te amo—
Juntaron sus frentes, ambos exhaustos, cansados de huir, de negarse, de dar vueltas como si el amor fuera una trampa, ya era hora de que el Sol y la Luna dejaran de fingir que no se necesitaban...
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