CAPITULO 3

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24/Oct/23

Jacob podía sentir la atmósfera cargada con la anticipación de la violencia y de alguna manera se sintió intimidado, no le gustaba tener que recibir golpes solo para ganar dinero, pero se repitió que tenía un porque y la pelea comenzó.

Puñetazos y patadas se conectaban con una ferocidad que manchaba el suelo con gotas de sangre, tanto por parte de Jacob como por la del mayor.

El sonido húmedo de los golpes resonaba mientras rostros magullados y cortados reflejaban la brutalidad del enfrentamiento.

La multitud, estaba sedienta de emociones fuertes, rugía con cada impacto. Era bien sabido que Jacob era buen peleador y que casi siempre salía victorioso en sus batallas. Pero cada vez que perdía, comenzaban a abuchearlo y a burlarse de él.

En medio del caos y del bullicio de las personas, observaron como la escena se volvía cada vez más macabra, una danza salvaje se desataba, empapada en la crudeza de la realidad de Jacob. La paciencia del mismo se fue a la mierda cuando a través del rabillo del ojo pudo ver al principal causante de sus problemas, Sam Uley.

Jacob se sumergió en el torbellino de emociones que lo ha ido consumiendo desde que su padre murió. Su mirada refleja una mezcla de rabia y desesperación, mientras que sus movimientos impredecibles revelan una destreza caótica. Cada golpe que él lanzo lleva consigo la carga de sus propios demonios internos, como si la violencia fuera la única salida para su tormento.

Con una agresividad desbordante, Jacob logró someter a su oponente, mismo que ya no sabía que hacer para salir de la lluvia de golpes que de un momento a otro le comenzaron a llegar, pero sus acciones casi rayaban en lo siniestro. La línea entre la victoria y la potencial tragedia se desdibuja mientras la multitud observa en un silencio tenso.

Aunque la pelea se tornaba cada vez más salvaje, era evidente que Jacob no solo buscaba ganar, sino liberar una furia acumulada que amenaza con consumirlo.

En el punto más alto de la pelea, al borde de la línea que separa la victoria de la catástrofe, misma línea que comenzaba a desdibujarse y a unir a ambas situaciones, Jacob ya no podía parar. La adrenalina que lo impulsaba se mezclaba con la oscura nube de sus propias batallas internas.

La sangre que manchaba el rostro del contrario ya no permitía ver si quiera un pedazo de piel que se encontrará en buen estado.

Las personas de alrededor seguían gritando y aplaudiendo a Jacob, esperaban ver un movimiento más feroz que el que estaba haciendo.

La pequeña pelinegra al ver los ojos profundamente negros de Jacob supo que algo iba mal y ella al conocer todo lo que pasaba en la vida del moreno, supo que era momento de intervenir.

—Jake ya basta, lo vas a matar —Susurro Meredith sosteniendo el brazo de Jacob.

Él en su inconsciencia, logró escucharla y supo que debía parar, pero por primera vez en mucho tiempo logró sentir una ligera, casi inexistente conexión con su lobo que se sintió vivo.

—Jake, sabes que tú no eres esa clase de persona a la que le gusta matar, recuerda quien eres tú Jake —Volvio a susurrar Meredith.

Jacob está vez logró salir de aquel trance y se alejo del casi moribundo chico que  permanecía en el suelo. Meredith le dedicó una sonrisa y ambos se acercaron a los jueces.

Ellos al verlos acercarse, le dieron un fajo grande de billetes.

—Muchos apostaron por ti Black, si sigues así, ganarás más que esto —Explico el que organizaba las peleas, Jacob asintió pero no dijo nada.

Ambas personas comenzaron a caminar, alejándose del lugar, Jacob se sentía ligeramente feliz y la chica a su lado también.

—Ahora que perdiste tu trabajo como barista en la cafetería, yo podría hacer que te contraten en el bar que está cerca del bosque —Comento la pelinegra con una sonrisa.

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