CAPITULO 8

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35/Oct/23

Jacob saco su rostro del cuello del mayor y le concedió un beso. Mismo beso que fue subiendo de intensidad con cada segundo que pasaba.

Edward por otro lado, estaba consciente de todo lo que Sam le había obligado a hacer, así que no sentía gran prisa para dar ese paso, porque Jacob aún no estaba preparado para darlo. Los besos y abrazos que Jake le daba eran más que suficientes, el pelinegro ya había superado casi del todo aquellos traumas pero no lo forzaría a nada.

Jacob no se detuvo, muchas veces había analizado lo que pasaría cuando decidiera tener relaciones sexuales con Edward y aunque se sentía muy temeroso, la idea no me desagrado.

Jacob se separó para tomar aire y vio a Edward a los ojos.

—¿Estás seguro de que quieres estar conmigo Jake? —Pregunto Edward con curiosidad y asombro.

—Tarde o temprano tiene que pasar, quiero poder sentirme amado en todos los aspectos y quiero que seas tú el que me ame.

Edward sonrió y asintió suavemente, con delicadeza acomodo mejor al menor en su regazo.

Con tranquilidad lo beso, desbordante de amor. Los besos apasionados de ambos comenzaban a manchar sus rostros y sus cuellos. Jacob gemía suavemente al sentir la lengua húmeda y fría de Edward recorriendo su cuello.

Edward le quitó la playera al menor y con manos relajadas recorrió cada sección de piel rojiza que Jacob mostraba. Masajeando toda su espalda, pecho y abdomen. Con besos y lamidas, Edward fue bajando su rostro, deteniéndose en los pezones del pelinegro.

Metió uno de los pezones a su boca y comenzó a succionar con sosiego, disfrutando de todos los sonidos que salían de los labios de su amado. Continuo con el segundo hasta dejarlos rojos.

Edward le quitó las últimas dos prendas que le quedaban a Jacob, viendo como el menor intentaba cubrirse lo detuvo y lo observó, cada lunar, cada mancha, cada cicatriz y cada músculo, fue atendido con amor. Tocando todo el cuerpo del menor, aspirando su olor tan especial.

Jacob, sintiendo que era el único desnudo, fue quitándole cada prenda de ropa a Edward. Mismo que no se movió hasta que el pelinegro terminó.

Jacob también beso y acaricio el cuerpo más pálido, queriendo recordar todo del mayor, sus músculos, sus lunares, sus manchas, sus músculos, todo. Quería recordarlo todo de él.

Ambos no tenían prisa alguna, estaban disfrutando de las atenciones que jamás habían recibido, así que cada acción que era realizada, llevaba su tiempo.

Edward hizo que el menor lamiera sus dedos, mientras que seguía observándolo fascinado, enamorado de cada una de las emociones que se filtraban en su rostro, amor, lujuria, placidez, confianza.

Cuando los dedos de Edward estaban lo suficientemente mojados, los llevo hasta una de las zonas más íntimas del menor. Antes de meter sus dedos en la entrada del pelinegro, vio que se tenso y comenzó a temblar ligeramente, con una sonrisa lo beso y con lentitud, fue metiendo un dedo.

Al ver que Jacob se había relajado y dejado de temblar, metio un segundo dedo y finalmente un tercero. Sacando y metiendo los tres dedos con calma, pero buscando que el menor sintiera placer en vez de miedo.

Cuando sintió que Jacob ya podía acostumbrarse a algo más grande sin salir lastimado, saco sus dedos y sostuvo a Jacob de sus glúteos, cargandolo un poco para poder meter su miembro, que dolia por la falta de atención.

—Quiero que me veas a los ojos Jake, mira dentro de mi, no quiero hacerte daño amor mío, jamás podría hacerlo —Susurro el rubio con una cálida sonrisa.

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