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Seungmin había estado intentando contactar a Felix, el mejor amigo de Hyunjin. Lo último que había sabido respecto a su paradero había sido a través de Jeongin quien escuchó una conversación de Felix con Hyunjin por el celular. Estaba fuera de Corea y regresaría para el otoño.

Felix ignoraba a Seungmin la mayor parte del tiempo. No llegaba nunca a ser grosero, pero el disgusto en su rostro era evidente siempre que se lo topaba de frente y decidía cambiar de acera. Seungmin sabía que tenía toda la razón para renegar de él.

Con la llegada del otoño, estaba cerca una fecha que no le había dado la paz que tanto estaba intentando encontrar. Su teléfono mantenía archivado una conversación que nunca se atrevió a eliminar por completo por la aversión a la pérdida que le generaba siquiera pensar en eliminar los recuerdos. Recuerdos empolvados a los que no recurría porque prefería evitar auto flagelarse releyendo los chats una y otra vez.

Tan solo los mantenía ahí guardados, como una madre que guarda el recuerdo del primer mechón de cabello que le corto a su bebé. Como una anciana que guarda la primera carta de amor que su difunto esposo le dio. Como una adolescente que guarda a sus muñecas de la infancia y se rehúsa a venderlas. Seungmin era plenamente consciente de que dejar ir esas conversaciones lo ayudaría a dejar ir más rápido, pero simplemente no quería. Aversión a la pérdida, dice una teoría de economía conductual.

No había dejado de pensar en Hyunjin en un largo tiempo. Octubre era un mes plagado de recuerdos por donde lo viera, las fiestas con disfraces y el otoño asentándose con mañanas lluviosas y las calles llenas de hojas caídas. Atardeceres naranjas y ropa abrigadora.

—Creo que quiero volver a buscar a Hyunjin.—Dijo Seungmin un día mientras desayunaba con Jeongin. Tenían clase dentro de media hora y no había podido hacer la lectura asignada, pero eso no le importaba en absoluto.

—¿Para qué?—Respondió Jeongin robándole un tocino a su plato intacto.—Es decir, me sorprende que esperaste tanto para hacerlo.

Lo bueno sobre Jeongin es que era una persona confiable para guardar secretos y depositar inquietudes. Sabía escuchar. Y no es que fuera bueno manteniendo confidencialidad, pero simplemente se le olvidaría para la próxima semana. No tocaría el tema otra vez a menos que tú lo hicieras. Y tampoco te juzgaría, solo haría demasiadas preguntas.

—Cuando terminamos no le di la explicación que estaba esperando de mí.—Dijo arrepentido después de un tiempo que reservó para él mismo poder asimilar el hecho de que por primera vez estaba exteriorizando su error.—Él me dijo todo, y yo no pude hacerlo porque no quería herir sus sentimientos.

Jeongin tan solo lo miró.

—Más de lo que lo hice...—Reconoció apenado.—Antes no había tenido tiempo para procesar esto, pero últimamente he pensando mucho en él. No he sabido nada de él desde que terminamos y eso me inquieta un poco.

—Creo que tenía derecho a esfumarse de tu vida.

—No digo que no.—Le dijo Seungmin un tanto a la defensiva.—Solo digo que lo hizo demasiado bien. Ni siquiera sé cómo contactarlo.

Jeongin lo pensó, su mirada consternada por la seriedad con la que hablaba Seungmin.

—Chan es amigo de Félix...—Dijo no muy seguro de lo que estaba a punto de sugerir.—Pero por lo mismo, va a costarnos trabajo convencerlo para obtener esa información.

Chan era hermano del novio de Jeongin, Minho. Minho a su vez era mejor amigo del novio de Felix, Changbin. Y para terminar de hacerlo más revoltoso, Felix era mejor amigo de Hyunjin. Y entre todo ese embrollo, Seungmin era el menos bienvenido entre ellos por cómo habían terminado las cosas entre él y Hyunjin.

—Gracias, Innie.—Le dijo honestamente.—No lo tomes a mal, pero no me siento cómodo todavía con que Chan lo sepa, porque eso significa que Minho lo sabrá, y entonces de una u otra forma lo sabrá Felix.

—No veo otra forma de que logres contactarlo.—Soltó Jeongin un poco abrupto pero sin intención maligna. Algo en ese comentario gritaba una motivación por parte del menor en que no se diera por vencido.

—Se acerca el aniversario.—Le explicó Seungmin para tranquilizarlo.—Eso es todo. Seguramente se me pasará en un par de semanas y seguiré con mi vida adelante sin tener que involucrarlos a ellos o a tí en decisiones impulsivas. Además, Hyunjin me odia. No quiero volver a su vida si está haciéndolo mejor que yo en estos momentos.

—Pero tú no sabes eso.—Volvió a señalar Jeongin.—Podría estar extrañándote también.—Sugirió.

Seungmin contempló esa posibilidad por décima vez en la semana. Su cama había sido testigo de las noches de insomnio repletas de escenarios imaginarios en donde por cuestiones del destino se reencontraba con Hyunjin y éste aceptaba hablar con él y se daban la ruptura que merecieron desde el inicio. Pero luego, el recuerdo de los ojos llorosos y rojos de furia del en ese entonces rubio intentando aferrarse a él lo inundaban y rompían aquella posibilidad.

Seungmin tan solo tenía que aprender a vivir con el hecho de que Hyunjin lo odiaba.

—Gracias por escucharme, de todos modos. Aunque al final nunca haga nada. Aunque sepas que merezco sentirme así.

Jeongin negó con la cabeza.

—Yo siempre voy a estar de tu lado, Seungmin.—Le aseguró.—Incluso si mi hermano, mi novio, el amigo de mi novio, y el novio del amigo de mi novio piensan que no mereces una segunda oportunidad, yo sí. Te conozco mejor que ellos y sé que amaste a Hyunjin más de lo que ninguno de nosotros puede imaginar.

Seungmin sonrió un poco animado por saber que, a pesar de que los únicos amigo que había conservado desde hace casi un año habían sido Jeongin y Jinseo, al menos tenía a Jeongin de su lado para poder platicar con él cuando sus pensamientos se vieran irremediablemente inundados con los ojos rasgados de cierta persona a la que recordaba con tanto pesar y arrepentimiento y con la que no dejaba de desear poder ver de nuevo.

En sus últimos recuerdos, Hyunjin había sido un chico rubio que se había dejado crecer el pelo y que le daba un look más masculino en comparación con el cabello castaño y corto que solía llevar cuando lo conoció a los diecisiete años. La última vez que lo vio antes del día en que terminaron, Hyunjin había recogido su cabello en una coleta por primera vez, y Seungmin había pensado que podía aprender a atar su cabello también en alguna ocasión futura.

Sin embargo, incluso en sus últimos días juntos, Seungmin tenía un gran presentimiento de que las cosas marchaban mal. Hyunjin actuaba extraño y distante, una molestia dejándose entrever en cada respuesta que le daba y que luego intentaba reponer con una sonrisa. Pero al mismo tiempo, Seungmin se negaba a ver la realidad incluso si algo dentro de él sabía que Hyunjin había descubierto la verdad.

Dos noches antes de la última vez que se vieron, estuvo preparándose mentalmente para poder asumir su error y enfrentar las cosas de una forma madura, pedirle perdón hasta que sus ojos ardieran con calientes arroyos de lágrimas. A Seungmin nunca le había gustado aceptar sus errores y, durante sus dos años de relación, eso había sido lo más difícil para él. Tener que aceptar que había actuado mal incluso si inicialmente había tratado de hacer las cosas bien.

Pero entonces, contrario a todo aquel entrenamiento mental que Seungmin pensó tener cuando se acercó a la mesa de picnic del parque, las cosas salieron terriblemente mal. Peor de lo que tuvieron que haber pasado.

Con el tiempo, Seungmin perdió un poco de sus recuerdos acerca de ese día. No recuerda, por ejemplo, los argumentos que utilizó para defenderse ni las palabras que soltó cuando las duras críticas le llovieron acompañadas de mentiras y blasfemias de las que se le acusaron injustamente. Lo que sí recuerda es el sonido de la voz de Hyunjin quebrándose cuando le exigió la verdad, la vena de su frente asomada por el coraje que lo había hecho soltar las palabras que privaban del sueño a Seungmin.

Y así, en un abrir y cerrar de ojos, su relación había terminado. La mirada de Hyunjin estaba llena de rencor incluso si sus mejillas húmedas indicaban lo contrario y el corazón de Seungmin iba tan rápido que creyó que tendría un ataque al corazón en ese instante. De un momento a otro, Hyunjin se había ido para siempre.

my picture in your wallet || hyunminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora