2da Temp | 4

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—¿Qué haces aun aquí? —le pregunté a Gong, quien veía la televisión con Hae y Baek en la sala— ¿Y Hana no llegó?

—Sí, si llegó —me contestó—. Pero se veía algo...

—Triste —completó Hae corriendo hacia mí y me abrazó—. Tenía lágrimas en su carita —dijo al igual triste y preocupada.

—Gong dijo que tal vez necesitaba estar sola —agregó Baek.

—Sí, eso era lo mejor. Gong, gracias —le dije y este asintió con la cabeza—. Y ustedes espérenme aquí o vayan a sus habitaciones —ambos subieron corriendo y yo subí tras ellos—. Hana —golpeé suavemente dos veces la puerta—. ¿Me abres? —dije ya que intenté entrar pero tenía seguro.

Escuché el delicado crujir de la madera del piso. Se había cambiado, el vestido celeste había sido remplazado por un desgastado short de mezclilla y una simple playera. No había nada que me gustara más que verla así de sencilla. Su cabello estaba atado en una coleta alta, su flequillo cubría sus ojos, además de que miraba hacia abajo. Crucé el umbral y cerré la puerta y me recargué en esta con los brazos atrás. No sabía que decir. Mi fuerte nunca había sido el consolar a las personas.

Sorbió por la nariz y limpió sus lágrimas con brusquedad. Caminó hacia mí y me abrazó fuertemente.

—Tengo miedo de perderte —soltó las palabras entrecortadamente—. Tengo miedo de que me dejes —sentí que me abrazaba con más fuerza.

—No lo tengas... —dije y pasé mis manos por arriba de sus hombros abrazándola también—. Ya te lo dije, yo no te dejaré sola — deposité un beso en su cabello y su llanto simplemente no se detenía—. Ven —la guié a la cama y la hizo sentarse—. Tranquilízate y quiero que dejes de llorar —se recostó haciéndose a un lado para que yo también lo hiciera—. ¿Sabes de qué tengo miedo yo? —dije después de unos momentos de permanecer en silencio. Sacó su rostro de mi cuello y me miró con atención a los ojos—. Tengo miedo de que tu tengas miedo porque crees que me perderás... —sonaba como un trabalenguas pero sé que me entendería—. Eso me dice que no confías en lo que siento por ti —sus lagrimas salieron una vez más.

Era sorprendente ver a la verdadera Jung Hana. No ver a la prepotente, engreída, confiada y más segura de sí misma que el mismísimo presidente. Era la frágil, sencilla y temerosa.

—Claro que si te creo —me dio un suave beso en los labios.

—¿Entonces? —reí—. ¿Donde quedó la Hana segura de sí misma? —me perdí en su mirada.

—La desapareciste —una vez más ocultó su rostro en mi cuello. Subí mi mano y comencé a acariciar su cabello, su respiración rozaba mi piel y su brazo se aseguraba de que nuestras anatomías permanecieran juntas—. Te amo Jungkook —susurró antes de quedarse profundamente dormida.

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Hana

Por más coraje que me diera, ella tenía razón. Yo no lo merecía. Era el hombre más dulce encubierto del más rudo por temor a que lo lastimaran ¡Y yo lo había hecho! Yo lo había lastimado y tal vez Jungkook ya me lo había perdonado... Pero yo a mi misma no.

Seguí observando su perfecto rostro, su respiración era tranquila y emanaba tranquilidad. Podía permanecer horas mirándolo dormir.

—¿Entonces? —preguntó una vez más Jungkook con fastidio ante la indecisión de sus hermanos— ¿Gotcha? —preguntó mirándome divertido.

—¡No! —todos rieron con mi grito de terror—. Mejor vamos a... —me callé y me miraron intrigados.

—¿A dónde? —preguntó Hae con ansias.

Apuesta ; Jungkook ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora