Capitulo 1. Dulce Café

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ROMINA.

—Cole, maldita sea ¡mételo ya!

—Romi, estoy haciendo todo lo que puedo, pero tú cosa es muy pequeña.

—Perdóname la vida por no tener una más grande —gruñó enfadada.

—Dios santo, dejen de decir esas cosas, parece que están haciendo de todo menos guardando cosas en un armario —bromea mi hermana menor desde la puerta mientras nos mira como si estuviera a punto de morir de risa.

—Laura, la única que piensa mal aquí eres tú—protesté entre dientes, mientras trataba de meter una de mis sudaderas en el armario.

Este caos es causado gracias a que hoy regrese al campus de la universidad luego de unas largas vacaciones y debo acomodar todas mis cosas en mi habitación, por supuesto que no iba a desaprovechar la oportunidad de que mi querida hermana y mi mejor amigo me ayudarán a desempacar, pero en este momento me estoy arrepintiendo.

Ahora que lo pienso, con todo lo del viaje y el regreso a clases no me dio el tiempo de pensar el por qué Natalia —mi mejor amiga— no ha llegado a la residencia y tampoco me ha llamado, es un poco extraño considerando que es alguien extremadamente puntual y por ende odia los retrasos, de hecho, una vez su menstruación se retrasó un día y no fue nada bonito el ver como se enojaba por eso y llamaba a su ginecóloga en busca de una explicación que no fuera el que estuviera embarazada.

Regresando al desastre que mis dos ayudantes están haciendo, no sé porque me pareció buena idea aceptar que me ayudaran, somos tres idiotas tratando de acomodar ropa, libros, álbumes de K-pop y accesorios en una habitación y no podemos avanzar.

—Odio la universidad —anunció mi mejor amiga mientras entraba a la habitación con un aspecto de pocos amigos.

—Nat, ¿Por qué parece que corriste un maratón? —Cole señaló el cabello rubio de Nat el cual estaba pegado a su frente por el sudor.

—Tuve que subir por las escaleras mientras arrastraba mis maletas porque el estúpido elevador se descompuso ¿Saben lo difícil que fue subir en tacones? —replicó mi amiga.

—¿Por qué no nos llamaste? Hubiera bajado a ayudarte.

—Que buena idea Cole, porque no se me ocurrió antes, tal vez porque se me terminó la maldita batería del maldito celular.

—Antes de que inicien una discusión, terminemos con todo este desastre y tú —señalo a Nat— deja tus cosas, dúchate y vamos a cenar, son casi las siete de la noche. 

—No pienso bajar y volver a subir por esas escaleras infernales, me gusta hacer ejercicio, pero tengo mi límite Romi.

—Entonces pedimos algo de comer y que Cole baje por la comida, está decidido.

—Cole no ha accedido a eso —réplica.

—Deja de hablar en tercera persona y ayuda a estas señoritas con su comida —exige mi hermana, lo que hace que Cole le devuelva la mirada y comience una batalla por quien parpadea primero.

—Bien, hagamos lo que Romina dijo—por supuesto mi hermana ganó y Cole terminó por aceptar de mala manera.

Luego de dos largas y asfixiantes horas, al fin terminamos de acomodar mis cosas y las de Natalia y como acordamos pedimos nuestra cena a domicilio, Cole fue a recogerla, pero para su buena suerte ya funcionaba el elevador y para la mala suerte de mi amiga, solo dejo de funcionar por unos instantes por una revisión de seguridad, y fue justo cuando ella llegó.

Durante la cena hablamos sobre nuestras vacaciones, si bien todos somos del mismo lugar, este año no la pasamos juntos, por un lado Cole fue con su madre a Norfolk, mientras que Natalia viajó a California a visitar a sus abuelos y yo simplemente me quede en el condado de Arlington, tenía que ayudar a mi madre y abuela en su nuevo restaurante, mi papá quedó en ayudarlas, pero por su trabajo no tenía mucho tiempo, considerando que es un fiscal.
Luego de una profunda charla, Cole regresó a su residencia, mientras nosotras tres nos preparamos para dormir y pronto el cansancio nos invadió.

El amor es un desastreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora