El sol empezó a iluminar el día dando paso a ala mañana, dejando que el telón de la noche empezara a levantarse. Se supone que a esta hora comienza su día Rudeus, pero ahora lo último que quiere el levantarse de su cama.
Lo último que quería era tener que salir del calor de sus sábanas y la comodidad de su cama. Por desgracia el universo no fue amable y su madre llegó para levantarlo.
"Vamos Rudy tenemos trabajo por hacer". Su madre estaba más enérgica de lo normal y bastante despierta para alguien que no se levanta con los primeros rayos del sol. Su padre había conseguido nuevas semillas para ellas en un intento de ganarse el 'favor' de su madre. En parte era culpa de él por causarle unas bolas azules y no dejar tiempo para ellos.
Su madre empezó a moverlo sin éxito de levantarlo. "Despierta cariño". Su madre le hablo a su oído dándole un escalofrío por la espalda al oír la forma en que lo dijo.
Abrió los ojos y miro a su madre sonreírle de una manera gentil y dulce que no parecía que hubiera salido una voz tan erótica y sensual de sus labios de esa mujer. Al final suspiro y se levantó para ayudarla con su jardín. Su madre solo celebró como una niña haciendo que valiera la pena salir de su cama.
Con eso se pusieron a trabajar hasta que llegó la hora de desayunar para después empezar con sus clases de magia. Ahí empezaba la diversión mientras su madre lo sentaba en sus piernas y él recargaba su cabeza en sus pechos mientras ella empezaba la lección.
Su madre había notado sus avances en la magia y ahora empezó a enseñarle magia curativa. Se dio cuenta de que no era tan fácil como los otros hechizos qué había realizado. Requería un control de magia más hábil que el que tenía. Había podido realizar el hechizo en una planta marchita, pero sin obtener los resultados que quería.
Estuvo así hasta que su padre llegó con un par de espadas de madera acompañado con Lilia listos para empezar su entrenamiento de la espada. Se levantó listo para enfrentar a su padre, hoy definitivamente le daría un golpe como mínimo.
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El sudor recorrió su rostro mientras hacía el intento de esquivar y bloquear los cortes de su padre con su espada de madera. No le daba respiro dejándolo a la defensiva. Mostró una mejora en su entrenamiento y su padre decidió empezar a subir la dificultad y ritmo al entrenar.
Solo podía retroceder ante los intensos ataques de su padre, pero, aun así, no se quejó. El mejor que nadie sabía que solo podía mejorar ante la presión y no debía estar acostumbrado a un ritmo lento.
Empezó a intentar usar la fuerza de los ataques de su padre para desviarlos y poder contraatacar usando ese impulso. Lamentablemente, no funcionó ante la diferencia de fuerza y experiencia que ejercía su padre.
El resultado fue una vista invertida de todo, notando como ahora es suelo, se acercaba a su rostro cayendo de espaldas en él. Miro el culo antes de suspirar con indignación, cada vez que se acerca y mejoraba su padre encontraba una forma de que besara el suelo y sus esfuerzos parecieran nulos.
Se levantó listo para otro enfrentamiento. Tomo su espada y corrió en dirección a su padre listo para golpearlo con su espada.
Su padre suspiró viendo como su hijo se consumía por la ira y le lanzaba como un loco. Se preparó para desviar el corte, pero se sorprendió a ver cómo su hijo dejo caer su espada en cuanto hizo contacto con ella. Aprovechando la sorpresa de su padre, Rudeus tomo su muñeca y aprovecho el impulso de su carrera para girar su cuerpo y darle una patada doble en el rostro de su padre.
Su padre recibió la patada, no por qué su guardia fuera burlada. Los movimientos y acciones aleatorias de su hijo le permitieron darle ese golpe.
Sabía que no podía ganar ahora con su nivel, así que jugó sucio usando el pretexto del estilo del dios del norte como excusa ante su falta de honor en la práctica.
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El placer de vivir
RandomUn bastardo con mala suerte esta en los brazos de la muerte se sorprende al sentir que su vida se escapa y muere sin poder hacer algo para evitarlo. Este vuele a nacer con la posibilidad no sólo de vivir una vida totalmente nueva no, todo un mundo l...