Capitulo 9: Maestra nueva

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Las cosas han avanzado bastante bien, al principio Lilia estaba un poco renuente a dirigirme la mirada. Claro que basto con ayudarle con más diligencia en sus labores para que tuviera más tiempo libre y pudieran volver a ser los mismos. Al final volvió a ser la misma de antes, solo que ahora no se bañan juntos de manera tan constante, ganó algo y perdió algo.

Claramente, Lilia puso su distancia no queriendo arruinar el lazo que hizo con el joven amo. No todos o cualquiera dedicaría tiempo a la servidumbre para ayudarla en sus labores o simplemente pasar tiempo con ella. Estaba este sentimiento de culpa y emoción que se mezclaban y provocaban que su estómago se revolviera. Veía a ese niño como suyo y no podía evitar culpar a sus padres por su falta de decoro frente a él.

Ahora ella también estaba empezando a sentirse frustrada. Ver a Paul actuar de manera tan cariñoso con su esposa y tener que oírlos en las noches durante sus secciones de sexo no tan discretas provocaban frustración y celos en ella. También quería sentirse amada y estar en la cama con alguien que le correspondiera como debe de ser.

Se sentía patética que Rudeus haya aliviado parte de esa picazón. Realmente era hijo de su padre, pero era enfermizo que hiciera algo con él.

Mirando como la pareja era cariñosa entre sí, no pudo evitar apretar el palo de la escoba ante la muestra de afecto. Ella también quería ser feliz.

Rudeus miro a su padre que parecía más alegre de lo normal, así que significa que al final pudo aliviar sus necesidades. No lo culpaba porque realmente lo había estado jodiendo. Su madre seguía siendo ella misma, alegre, juguetona y risueña como solo ella puede ser. Con un poco de erotismo en ella que no sabía si lo hacía de manera consciente.

Su manejo con la espada y la magia había avanzado realmente. Justamente hoy su madre iba a comprobar que tan avanzado estaba en el uso de la magia curativa. No tenía un animal herido y tampoco quería herirse así mismo para comprobarlo. Así que tuvo una gran idea de cómo solucionarlo.

Se paró enfrente del jardín de su madre, listo para probar todo lo que le enseño. Enterró sus manos en la tierra y empezó a mover el mano dentro de su cuerpo, dándole esa sanación cálida y eufórica que le era tan familiar como respirar.

Las plantas brillaron con un ligero resplandor mientras muchas de ellas empezaban a sanar por lo marchitas que estaban y otras empezaron a brotar de la tierra ante el impulso que la magia les daba. Miro satisfecho como el jardín de su madre estaba más lleno de vida que antes.

Su admiración y orgullo hacia sí mismo fue cortado por su madre, que corrió para levantarlo y darle un abrazo.

"Mira lo que logro mi pequeño genio. No eres realmente genial". Su madre lo alababa y engrandecía todo lo que le enseño cómo su maestra. "Rayos, ahora que lo pienso ya no podremos pasar tanto tiempo juntos. Si no quisiera que sacarás, todo tu potencial te guardaría para mí sola". Su personalidad dio un giro de orgullosa a una asustada para después estar celosa ante la idea que ya no será la única maestra de su hijo, esa mujer era difícil de leer, pero supongo que así son todas las madres.

"No te preocupes para mí, siempre serás la mejor maestra". Sus palabras hicieron que su madre gritara de alegría y lo abrazara más fuerte.

"Sin duda sabes qué decir a este paso tendré que cuidar a las niñas de ti". Zenith sonrió a su hijo feliz de los momentos que le hacía pasar. Era tan maravilloso ser la madre de su pequeño genio, pero a la vez tenía miedo. Él crecía más rápido que otro, no físicamente, pero si mentalmente, a pesar de que había cosas que él no comprendía, seguía siendo alguien muy joven para qué se apartará de ella.

Mientras tanto, con Rudeus él solo se dedicó a disfrutar del abrazo y la presión que le brindaba estar entre su pecho. Estos melones eran su lugar seguro.

El placer de vivirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora