Sookjoo siempre odió las matemáticas con toda su alma. Cuando era pequeña hacía berrinche cuando su madre la hacía practicar las tablas de multiplicar y hasta los diecisiete años no entendió cómo despejar la incógnita de una ecuación.
Comenzó la carrera de Ciencias de la Comunicación y Periodismo y pensó que se habría librado de ellas... hasta que leyó la materia Finanzas en la currícula.
A pesar de su pavor por los números, al entrar al aula el primer día pensó que tal vez no sería tan terrible: sentado en el escritorio frente a la pizarra, agachado sobre unos papeles, se encontraba un hombre robusto de cabello bien peinado, lentes grandes de marco dorado, labios carnosos y mandíbula cuadrada, cuyos fuertes antebrazos se dejaban ver gracias a un impecable doblez en su camisa blanca.
Levantó la vista y sonrió a sus compañeros, que entraban junto con Sookjoo. No pudo apartar la mirada de él mientras iba a sentarse en la segunda fila.
Asumió que sus miedos eran algo común entre los estudiantes de la carrera debido a lo que dijo ni bien estuvieron todos en sus asientos:
―Sé que muchos de ustedes deben odiar los números, así que voy a hacer lo posible para hacer mis clases lo más amenas posible ―se quedó callado un momento y escaneó a todo el salón. En ningún momento posó sus ojos en Sookjoo, ya que una compañera la cubría―. Mi nombre es Choi Jongho, soy licenciado en finanzas. No crean que voy a aprenderme sus nombres, no me resulta algo relevante. Pero quiero que sepan que siempre pueden acudir a mí luego de la clase si les quedó alguna duda.
Y sin más, comenzó a explicar el temario al que se aferraría durante todo el año. Como él había previsto, la clase fue amena y dinámica, ni bien alguien levantaba la mano, le era cedida la palabra con una sonrisa amable y su duda era respondida pausadamente, rematando con un dulce "¿Alguna duda?" Casi nunca había más preguntas después de la primera.
Ese día tuvo que hacer un esfuerzo extra para poder retener lo que decía, ya que su cerebro prefería seguirlo con la mirada y analizar su físico y agradable tono de voz. No obstante, a medida que iba pasando el tiempo, el profesor Choi dejaba de ser una novedad para pasar a ser simplemente "el profe sexy", al que las retinas de Sookjoo ya se habían acostumbrado, mas no dejado de desear, por supuesto.
Cada clase era una nueva oportunidad para Jongho de hacerse odiar un poco, aunque todos sus alumnos preferían creer que sólo era estricto y directo. Sookjoo no hacía más que suspirar con hastío cada vez que veía el rostro serio y helado del profesor Choi al corregir sus trabajos. Jamás dijo una sola palabra irrespetuosa o cruel, pero el hecho de que nada de lo que Sookjoo hiciera para poder obtener una buena devolución rendía frutos.
Finanzas era la única materia en la que Sookjoo tenía inconvenientes irresolubles, lo cual la frustraba y estresaba de sobremanera, por lo que después del segundo semestre comenzó a quedarse después de clases estudiando. Podría haberlo hecho en su casa o en una biblioteca pública, pero ese edificio era el único totalmente libre de distracciones. Particularmente, el salón número tres de la planta baja.
Prefirió no contarle a sus compañeros y mucho menos a su profesor sobre sus actividades extracurriculares para no sonar vanidosa ni dar la impresión de que buscaba ganar algo de simpatía. Quería ganarse esas buenas notas y una imagen como esa no se las garantizaría.
En el lapso de tres meses, Jongho comenzó poco a poco a mostrar una diminuta sonrisa y sus correcciones eran menos adustas. Lógicamente, eso era un incentivo para Sookjoo que la motivaba a estudiar aún más, e inclusive una vez que logró familiarizarse con las finanzas, hasta comenzaron a parecerle entretenidas. De igual forma se tradujeron en una mejor administración de su dinero en la vida cotidiana. Antes de darse cuenta, comenzó a analizar de manera inconsciente las decisiones financieras de empresas conocidas y familiares, siendo de gran ayuda para sus padres, que aún vivían en su ciudad natal.
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🥀 ATEEZ ONE-SHOTS (+18) 🥀
Fanfiction•Las descripciones son muy explícitas, no leer acompañadx. •Todas las aclaraciones importantes se encontrarán en la primera parte.