🥀 ATEEZ ONE-SHOTS (+18) 🥀

RECLUSO (San)

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La prota se agarra a un ex-convicto, no sé si eso es sensible pero por las dudas pongo tw.

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Mi vida siempre giró en torno a buscar la bondad en todo el mundo, en intentar sacar lo mejor de todo aquél que me permitiera intentar ayudar. Mi madre me llevaba a la iglesia y mi padre insistió tanto en mandarme a los scouts que terminé cediendo y se convirtió en mi pasatiempo favorito desde los diez hasta los diecisiete años junto con el canto y la pintura.
A mis veintidós años mi trabajo consistía en dar talleres de canto en correccionales junto con un amigo, quien daba también uno aparte de rap estilo freestyle hasta que conseguí otra fuente de ingresos, ya que mi alquiler estaba atrasado y la enseñanza en ese tipo de lugares nunca dejaba buena paga. Lo hacíamos más por la satisfacción de hacer un favor a la comunidad que por el dinero, pero hay ciertas necesidades que uno debe mantener satisfechas para tener una vida más o menos cómoda.

Hongjoong me llamó una noche para contarme que había conseguido una vacante para ir a dar el taller uno de los dos días que tenía libres, por lo que podría mantener mi trabajo y a la vez volver a enseñar. No me parecía una mala idea, pero a su vez iba anticipándome al estrés y la sobrecarga que el hecho de aceptar conllevaría. Igualmente dije que sí y el viernes de esa misma semana estábamos en camino a la correccional de Incheon, justo en el límite con Seúl, escuchando música en el auto de Hongjoong.

—Sé que yo te convencí para venir, pero si no te sientes cómoda, me avisas y nos volvemos.

—¿Por qué no estaría cómoda? Entiendo que sean reclusos, pero vamos con los de delitos menores...

—Lo sé, pero la última vez hubo uno que te molestó y tengo miedo de que te pase otra vez.

—Si pasa, tenemos seguridad, te tengo a ti y tengo terapia para superarlo después. No te preocupes, gracias por tener eso en cuenta igualmente.

—Está bien, confío en tu criterio.

Una vez allí pasamos por seguridad, detectores de metales y todo aquél molesto protocolo que conllevaba poder ingresar al salón donde esperamos pacientemente junto con tres guardias custodiando la puerta, a que llegaran aquellos que se habían anotado. La mayoría solía elegir carpintería o rap estilo freestyle, por lo que tendríamos pocos alumnos ese día y Hongjoong tendría más trabajo que yo esa semana.

Luego de unos minutos entraron diez hombres con uniformes azules holgados y zapatillas blancas, quienes se sentaron en las sillas frente a nosotros.

—Bienvenidos —dijo Hongjoong—. Me alegra que hayan elegido anotarse en nuestro taller. Mi nombre es Kim Hongjoong y ella es Seo Minyoung. Los contenidos que veremos en estos meses consistirán en calentamiento de la voz y vocalización, ejercicios de respiración, técnicas vocales y, por supuesto, ensayaremos varias canciones y, si están de acuerdo, podríamos hacer una pequeña presentación para los demás reclusos. La clase de hoy será de presentación y pueden ir haciendo preguntas. 

Los primeros seis se presentaron y el séptimo, quien estaba sentado justo frente a mí, irguió la espalda y pronunció:

—Choi San, tengo veintitrés años y estoy aquí por un delito menor por hurto y allanamiento de morada. Me dieron un año, en dos meses voy a poder salir, ya tengo un trabajo asegurado en el dojang de mi padre como profesor de taekwondo.

—¿Si ya vas a salir, por qué te metes en un taller? Si los que estamos aquí lo hacemos para reducir la condena —preguntó otro recluso en un tono antipático, casi sin mirarlo.

—Porque me gusta cantar. Tan simple como eso.

Hongjoong y yo reímos por lo bajo en señal de aprobación.