New York, 2003

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La vida en la gran manzana puede ser muy prometedora para miles de personas, todas vienen en busca del "gran sueño americano", sin embargo, hace falta un error solo un error para que toda tu vida cambie por completo.

Mi nombre es Rosseane Park, nací en Australia, pero mis padres son coreanos. Debo decir que desde muy pequeña siempre soñé con ser una periodista, me atraía mucho poder exponer las cosas como realmente eran y no como lo querían ver los demás.

Tratar de maquillar una noticia para que no fuera tan "cruda" era algo que en lo personal jamás me gusto. Yo era más de soltar la verdad por más cruel o desagradable les pudiera parecer a los demás.

A los 23 años ya me había titulado y había conseguido mi primer trabajo para el New York Times, no era como "periodista" más bien comencé sirviendo café, y créanme no es algo de lo cual me avergüence, debemos aprender a comenzar desde abajo para ir escalando poco a poco es algo de lo que se debe de estar muy orgulloso.

Un año después de llegar al New York Times, tuve mi primera gran oportunidad, querían a alguien infiltrado en el mundo de la prostitución y las drogas... al ser muy joven me ayudó mucho para que me dieran la oportunidad de ser yo quien escribiera ese documental... y no tienen idea de lo mucho que me costó, pero no me arrepiento, porque este artículo, me ayudo a pavimentar mi camino en el periodismo.

Pero ahora, ya con cuatro años de experiencia... sean bienvenidos a la que seguramente, será el mejor de mis reportajes.

Susan: al fin te encuentro, el jefe quiere hablar contigo Rosie.

Rosé: ¿conmigo? ¿para qué?

Susan: no seas tan preguntona y más te vale que vayamos en este instante a su oficina.

Susan es una de las mejores personas que he conocido, lleva trabajando para el periódico más de 10 años, aunque parece que siempre está de mal humor, bueno en realidad no es que esta enojada, simplemente siempre está muy apresurada... como lo está justo en este momento, en el cual solo me llamó y salió de mi oficina sin esperarme a que le hiciera la pregunta más importante ¿por qué el jefe quiere hablar conmigo?

Rosé: ¿está todo bien?

Susan: lo está... hay un trabajo importante, pero el necio de Will no entiende nada de lo que en estos momentos está sucediendo.

Rosé: puedes creerme que estoy en la misma posición que él, no entiendo nada de lo que me estás hablando.

Susan: lo vas a entender en cuando lleguemos a su oficina, y más te vale que aceptes esta oportunidad Rosé... es única.

Fue todo lo que pudo decir antes de que por fin nos encontráramos frente a la oficina de nuestro jefe William Rippy, un hombre de 60 años, casi calvo, con sobre peso y que siempre huele a pollo frito. En cuanto nos vio entrar a su pequeño espacio personal, limpio el sudor de su frente con un pañuelo que al parecer es el mismo que ha tenido desde que comencé a trabajar aquí.

Will: al fin llegan, Rosé toma asiento por favor.

Rosé: me gusta más recibir las noticias mientras me encuentro de pie.

Will: y a mí me gusta ver a mis empleadas sentadas mientras trato de darles una noticia muy importante.

Susan: por el amor de dios... Rosé siéntate y William ya dile las cosas sin rodeos, no estoy de humor para soportar sus tonterías. Y no me mires así William porque bien sabes que este periódico se iría a la basura sin mi ayuda.

No tuve más remedio que obedecer a Susan, más que nada por dos razones, la primera, ella es una mujer enorme y nada le costaría poder sentarme con una sola de sus manos y, en segundo lugar, no me gusta la expresión que tienen ellos dos en estos momentos.

La llave de tu libertad (Blackpink & tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora