¿Alguien recuerda la primera vez que se ató los cordones? Mucha gente lo olvida, algo tan sencillo y simple, pero Isagi la recordaba bien. Fue su primer paso para convertirse en el mejor delantero, para emprender su gran sueño de llegar a la selección de Japón, lo primero que aprendió a atar fueron los cordones de sus zapatillas de tacos para entrar a ese campo de fútbol.
Hoy, sentado en la tarima del hall de su casa, se ataba unas zapatillas muy diferentes, las normales del día a día para ir a la universidad. En esos días calurosos, él solía ir siempre en pantalón corto, hoy llevaba uno largo para ocultar la cicatriz de su pierna. No era agradable de ver y lo peor de todo era que ni él podía verla. Cada vez que la miraba, lo único que veía era traición, sufrimiento y un sueño truncado.
Los médicos no paraban de repetirle que ya estaba bien, que podía regresar a su vida... ¿Su vida? Como si eso fuera tan fácil. Un año tuvo que estar en ese hospital, yendo todos los días para aprender a caminar de nuevo y ahora, decían de volver a su vida. ¿Qué vida? Su vida siempre había sido el fútbol y ahora no podía regresar, no como antes, no con ese dolor en su corazón por haber fracasado. Su sueño se había desvanecido y uno nuevo surgía: acabar la carrera y pasar desapercibido.
Al terminar de atarse los cordones, se puso en pie y salió de casa. Cambiarse de universidad había sido sólo el primer paso para su nueva vida, para el cambio de aires que necesitaba. Alejado de todo lo que conocía, de sus amigos, de su familia, había alquilado un pequeño apartamento a no mucha distancia y sólo deseaba terminar sus estudios en la mayor calma posible.
Muchos estudiantes caminaban con tranquilidad por la calle en dirección a la facultad. Él había estado el día de antes por allí para saberse la ruta, sin embargo, hoy parecía una ruta diferente. Ayer caminó en solitario prácticamente y hoy, todas las calles estaban llenas de estudiantes caminando en su mismo sentido sin percatarse de él: invisible, así se sentía y, por primera vez en su vida, le gustaba esa sensación.
Siempre había pasado desapercibido, no era el mejor delantero del mundo, de hecho, era bastante mediocre, pero todo cambió en el instituto cuando se unió al equipo y empezó a aprender de sus habilidades. Era un gran controlador del campo pero había alguien todavía mejor que él en su equipo y con mejor físico y base como para aguantar: Rin. De él aprendió a controlar su habilidad para ver todo el campo, para intuir las jugadas, para mandar en el campo sin tener que dar órdenes. Su anonimato desapareció ese día. Las chicas se juntaban en las vallas y gritaban tanto a Rin como a él, todas querían salir con ellos sin ser conscientes de que ya tenían una relación en secreto.
Muchas chicas le propusieron citas y él tuvo que rechazarlas de la forma más cordial que supo, también a Rin le dieron muchas cartas profesándole su amor, incluso más que a él, aunque Rin no era nada suave rechazando a la gente, lo hacía con dureza. Ni siquiera estaba muy seguro de cómo terminaron ellos dos siendo pareja. Ya ni podía recordarlo apenas, pero de una cosa estaba seguro: fue Rin el que inició aquella relación, él estaba acostumbrado a mandar y salirse con la suya. Ahora lo veía pero mientras estuvo en esa relación... estuvo demasiado ciego.
Los gritos eufóricos de las chicas llamó su atención. Él, que desde su lesión evitaba adentrarse por los campos de fútbol cuando había gente, había terminado caminando cerca del campo de la facultad. Las chicas, pegadas a la verja metálica, observaban y gritaban con entusiasmo al ver a los jugadores o más concretamente... al ver a un par de ellos.
Casi por instinto, Isagi se acercó un poco a la verja para ver a los jugadores. Había al menos tres realmente buenos. Uno con una alta velocidad, el otro un gran estratega con buen control pero... uno de ellos resaltaba entre todos por su control y dominio del balón. En su camiseta el número siete a la espalda con el apellido "Nagi" puesto encima del número.
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Sueños rotos (Blue Lock: Nagi-Isagi)
Fiksi PenggemarTras una grave lesión y una mala ruptura con su pareja, Isagi regresa a la universidad, sin embargo, su sueño de convertirse en el mejor delantero ha quedado hecho añicos. Sin fuerzas para regresar al equipo, queriendo ser invisible, acaba entrenand...